La finalidad del programa extensionista, totalmente gratuito, consiste en mejorar la salud y la calidad de vida de niños que pertenecen a comunidades de escasos recursos. En este sentido, se implementan estrategias de control y prevención en sectores con una elevada prevalencia parasitaria y se analizan los factores de riesgo propios de la localidad.
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Muchos países en vías de desarrollo experimentaron un significativo descenso de la mortalidad infantil en las últimas tres décadas. Sin embargo, aún persisten problemas en la salud de los niños, tales como desnutrición, anemia e infecciones parasitarias que afectan su crecimiento y desarrollo.
Los habitantes de asentamientos precarios de de la región conviven con la contaminación de los recursos geohídricos, conductas higiénico-sanitarias inadecuadas y la alta densidad de caninos y roedores. Todos estos factores favorecen la transmisión de infecciones parasitarias, estableciendo un círculo vicioso entre estas enfermedades y alteraciones en el desarrollo físico e intelectual de los escolares.
Marta Minvielle, directora del proyecto, explicó que el trabajo se desarrolla en cuatro etapas: “primero se hace una evaluación del estado nutricional y parasitario de los niños, luego una intervención terapéutica en los escolares con alteraciones nutritivas y/o parasitados, una intervención terapéutica y educativa para evitar el retorno al estado de enfermedad y finalmente el control post-intervención”.
“Las parasitosis intestinales y la mala alimentación tienen consecuencias en el desarrollo físico e intelectual de los niños”. Por este motivo, el programa se enfoca, en primer término, en la detección de parasitosis en establecimientos escolares con el fin de que la unidad sanitaria más cercana le brinde el tratamiento más adecuado de forma gratuita”, detalló la profesional.
“Posteriormente se organizan talleres de prevención que tienen el objetivo de evitar posibles reinfecciones. Allí se les explica a los chicos cuáles son las medidas de higiene que deben adoptar, teniendo en cuenta los parásitos que se han detectado”, contó Minvielle.
Actualmente no existe ninguna institución nacional, provincial o municipal que ingrese a la comunidad para controlar la morbi-mortalidad asociada a las parasitosis y a los trastornos nutricionales de escolares que viven en situación de riesgo social.
El programa resulta de interés comunitario porque permite controlar la transmisión de parasitosis intestinales y mejorar las conductas alimentarias en comunidades vulnerables. La doctora destacó que su importancia también radica en que “se accede a niños que jamás fueron llevados a la consulta médica aunque presenten síntomas de enfermedad y, de esta manera, pueden ser atendidos por profesionales y recibir un diagnóstico”.
En esa región existe mucha gente a la que le resulta difícil viajar para llevar a los niños a una sala de atención primaria, y más aún cuando no se trata de un cuadro agudo sino de una enfermedad crónica que le permite al niño seguir asistiendo al colegio. Por esta razón, resulta muy importante el control sanitario que a través de Procopin se les puede brindar a las familias de los niños con este tipo de infecciones.
En el equipo participan docentes, no-docentes y estudiantes universitarios de distintas disciplinas, que aportan sus propios saberes al trabajo, e incorporan actividades para control de parasitosis. La diversidad en las profesiones de los investigadores les permite analizar la problemática desde distintos puntos de vista: las personas parasitadas/ anémicas/ con alteraciones nutricionales; el ambiente contaminado y la transmisión zoonótica (animales infectados).
Procopin: antecedentes y actualidad
Procopin comenzó trabajando exclusivamente con parásitos intestinales, y posteriormente con la anemia infantil y las alteraciones de desarrollo. Actualmente, a pesar de haber descendido el número de casos de desnutrición, también se ocupa de la obesidad infantil, por lo que se incorporaron al equipo de trabajo estudiantes de la Carrera de Nutrición.
Este año, el Programa trabaja con la comunidad de un asentamiento del Barrio Obrero, debido a que los profesionales sanitarios, educativos y miembros de la comunidad manifestaron su preocupación por la presencia de parasitosis y alteraciones de la nutrición, principalmente en niños.
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En años anteriores, el grupo de extensionistas desarrolló un proyecto de prevención y control de las infecciones parasitarias (IP) en General Mansilla, partido de Magdalena (2000-2005); en el asentamiento “4 de Junio” de Florencio Varela (2007-2008); en Berisso (2009-2011) y también con las comunidades de Villa Castells (2012), Abasto (2013), El Mercadito (2014) y Malvinas (2015). En todos los trabajos, la intervención terapéutica y educativa permitió descender las frecuencias de las morbilidades detectadas.