El trabajo es parte de un proyecto interdisciplinario y se realizó en el Laboratorio de Prototipado Rápido de la carrera de Diseño Industrial de la UNVM en el CRES San Francisco. Para su producción se utilizó como modelo la silla para adultos con basculación espacial Focus CR, de KI Mobility. Acompañaron a los diseñadores en el desarrollo del producto profesionales de terapia ocupacional, fonoaudiología, kinesiología, entre otras disciplinas relacionadas a la salud.
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El equipo de profesionales que trabaja con parálisis que afectan a las extremidades hizo foco en el caso particular de Diego, un paciente con diagnóstico de cuadriplejía espástica. No obstante, el diseño deja abierta la posibilidad de adaptarse a otras situaciones similares. El modelo surgió a partir de la experiencia de cada uno de los asistentes que se vincula con la persona por medio de la Tablet. De esta manera, se convirtieron en fuentes importantes para el diseño a partir de las sugerencias para adaptar el brazo a todos los ejercicios que hace el paciente en las diferentes terapias. Por otra parte, como también debe llevar la Tablet a otras actividades la idea fue darle independencia para el traslado.
El diseño fue encabezado por Matías Bordese y Pablo Ambrosino, quienes destacaron que la iniciativa “surgió de la necesidad de un paciente que se comunica a través de una Tablet, en la que escribe y desde donde sale la voz”, para quien la silla es el medio de movilidad y el dispositivo electrónico, el medio de comunicación.
“A partir de su necesidad buscamos la vinculación directa entre la Tablet y la silla para no estar atado a una superficie de apoyo y, si bien existían antecedentes, nosotros vinculamos el tipo de silla con el tipo de Tablet que utiliza porque hubo propuestas que no se adecuaban por la estabilidad, o por el espacio”, señaló Ambrosino a Argentina Investiga.
En el proceso de elaboración utilizaron maquetas funcionales con caños, piezas impresas en 3D y planchas de hierro, entre otros materiales de los que disponían en el taller. “Después incorporamos material más noble y un proceso productivo más firme con tratamientos para obtener más rigidez, de las cuales algunas piezas son estándares y otras fabricadas en el taller”, añadió.
Además de la interdisciplinaridad en la elaboración de “propuestas colaborativas”, se trató de un resultado abierto. Sobre este punto precisó: “las necesidades ingresan al taller y todos formamos parte del proyecto para resolver los problemas, entonces decidimos que sea de código abierto porque lo que hacemos es subido a una plataforma con los planos técnicos y el desarrollo para que, si esa necesidad la tiene otra persona, pueda ser fabricada de manera gratuita en cualquier parte del mundo”. De esta manera quedó abierta “la posibilidad de que cualquier persona pueda hacer uso de los archivos, tanto sea para realizar una mejora como para implementarlo directamente”.
Asimismo, sostuvo que están recibiendo “otras demandas y necesidades de la sociedad para dar respuestas y generar una plataforma digital en la que estén todos los proyectos que puedan descargarse y llevarse a cabo”.
Las y los diseñadores se relacionan con las necesidades del medio a partir de la publicación de los proyectos y eso despierta mayores demandas. En ocasiones la respuesta es un asesoramiento y búsqueda de productos, para “no generar un diseño nuevo si puede adaptarse otro producto o conseguirse lo que se necesita”. Según Ambrosino, el diseño industrial “siempre está en contacto con otras disciplinas que aportan los datos para hacer una traducción y una propuesta que se hace presente en el producto”.
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Participaron del proyecto la fonoaudióloga Cecilia Alberto; el kinesiólogo y fisioterapeuta Juan Pablo Fernández; el enfermero Marcelo Olmos; la acompañante terapéutica Daiana Martínez; las y los terapistas ocupacionales Silvina Galliano, Jeremías Olmos, Natalia Manassero, Susana Biancotti y Luis Saldivia.