La Revolución de 1810 rompió con el antiguo orden colonial y dejó abierto el difícil problema de su reemplazo por uno nuevo. La proclamación de la república no trajo aparejada sujetos que la encarnaran, y la guerra contra España derivó en otra peor entre los mismos actores rioplatenses.
En 1837 surgió un grupo de pensadores que se autodenominó la Nueva Generación Argentina. Ellos señalaban que el ciclo revolucionario no había terminado ya que sus ideales de igualdad y de libertad no se habían cumplido. A sus ojos, las dos facciones que dirigieron el país se habían equivocado: los unitarios, cuyo objetivo era establecer una república liberal, no comprendieron la realidad que los rodeaba. Las provincias, con sus caudillos, no admitían someterse a una república unitaria y perder los atributos de su soberanía. Los federales rosistas -que sí comprendieron esta lógica política acerca de la necesidad de pactar con los hechos- llegaron al poder por segunda vez en 1835 e inauguraron un régimen autoritario.
Los jóvenes, que se presentaron públicamente en un Salón Literario, proponían recomponer esta situación y su tarea se resumía en el propósito de completar la revolución haciendo cumplir sus ideales de igualdad y de libertad. Es decir que aspiraban a construir un proyecto político adecuado para salir del régimen despótico de Rosas, sin que esto implicara reabrir el ciclo de las guerras civiles.
Los federales calificaban, en forma despectiva, de afrancesados a estos jóvenes. La descripción era acertada, más allá del tono en que se la formulaba. Los integrantes del Salón Literario estaban convencidos de que conocían muy bien las últimas novedades de Francia (nación cultural por excelencia) y se sentían, por esta razón, preparados para dar respuesta a los problemas argentinos. La pregunta que se hacían era la misma que se formulaban los pensadores políticos franceses. Los liberales, y entre ellos los más clásicos como Constant o los doctrinarios como Guizot, Rossi, Jouffroy, o los saintsimonianos como Leroux, Chevalier o Lerminier, ofrecieron una respuesta al problema que les preocupaba y lo planteaban de la siguiente manera: ¿cómo completar la Revolución de 1789 construyendo un orden político estable y moderno sin recaer en los excesos del igualitarismo?
El objetivo del proyecto de investigación consiste en estudiar el diálogo productivo que realizó la Nueva Generación Argentina y en particular Juan Bautista Alberdi -una de las principales figuras del Salón Literario- con este horizonte de propuestas ideológicas de la cultura política francesa. La idea de “diálogo productivo” se vincula con el uso particular que hizo la Nueva Generación de los discursos de los diferentes grupos franceses con el fin de elaborar un proyecto alternativo para la Confederación Argentina, ya que compartían muchos conceptos.
En 1838 organizaron lo que llamaron la Asociación de Mayo, cuyo programa fue el célebre Código o Dogma Socialista. Se trataba de un nuevo partido político que basaba su propuesta en el reemplazo de las dos facciones existentes. Pero esto duró pocos años porque hacia fines de los ‘40, sus miembros se distancian de modo tal que cada uno compone su propio proyecto alternativo al de Rosas.
Si bien se estudia la recepción del pensamiento político francés en el primer grupo romántico argentino, se dedica especial atención a J. B. Alberdi. La elección se debe a que la figura de Alberdi diseñó -dicho por la mayoría de los estudiosos de su obra- el programa que finalmente se encarnó en el cuerpo de la nación en la segunda mitad del siglo XIX. La trayectoria alberdiana se estudia insertada en su grupo de pertenencia, es decir, estableciendo sus semejanzas y diferencias con los demás integrantes del Salón Literario.