Hijo de un actor amateur y de un ama de casa, Midón nació en Valentín Alsina en 1944 y debutó en el teatro infantil en 1970 con “La vuelta manzana”. Luego siguieron otros éxitos como “Cantando sobre la mesa”, “Narices”, “Vivitos y coleando 1, 2 y 3”, “Locos Re-cuerdos”, “El imaginario”, “El Salpicón”, “Stan y Oliver”, “Huesito Caracú”, “Derechos torcidos”, “La trup sin fin” y “Playa Bonita”, su última creación. Trasladó algunas de estas obras al cine y a la televisión e incursionó en el teatro para adultos, con obras como “Hotel Oasis” y “Graves y agudos”.
Hugo Midón transformó y marcó un camino alternativo en la escena infantil con obras que ofrecían una alta calidad artística, era un maestro, un poeta que regalaba a su público una lírica cargada de belleza y de valores éticos como la honradez, la amistad, el compañerismo y la solidaridad.
En “Narices”, de 1984, y la saga de “Vivitos y coleando 1, 2 y 3”, que subió a escena por primera vez en 1989, incorporó a su teatro la entrañable troup de payasos por la que pasaron talentos de la escena como Andrea Tenuta, Roberto Catarineu, Carlos March, Ana María Cores, Favio Posca, Divina Gloria y Diego Reinhold. Así, contando con una alta calidad interpretativa, un repertorio de íntegro contenido ético y social y las extraordinarias melodías de Carlos Gianni, su socio desde 1970, Hugo Midón logró dignificar la clásica figura chata del payaso que aparecía en los espectáculos infantiles.
“Midón le dio al pequeño espectador la medida de espectador, nunca lo minimizó. La mayor de sus lecciones fue nunca subestimar a los niños”, explica a InfoUniversidades la crítica teatral Ana Seoane, y agrega: “Hugo era un discípulo de Artaud, en el sentido del teatro pobre. Él tenía el poder de transformar los objetos. En sus obras los objetos cotidianos se transformaban en objetos de arte. Hacía teatro con casi nada, en sus obras no había efectos especiales. Su gran don era mirar cómo jugaban los chicos y aprender de ellos. Sus espectáculos estaban llenos de una poesía de gran belleza”.
Osqui Guzmán, egresado del Conservatorio Nacional de Arte Dramático que dio origen al IUNA, formó parte del elenco de Hugo Midón en “El Grito pelado”, y protagonizó “Derechos Torcidos”, una de las últimas puestas del director. “Nos quedó la fuerza de su creación, su impronta. A sus obras vamos a poder recurrir siempre para volver a ver cómo se juega, cómo se piensa libremente. Los valores que nos enseñó son inmortales. La mejor manera de recordarlo va a ser volviendo a poner en escena sus textos, seguir levantando las casas que él levantaba para construir la sociedad que queremos construir. Su obra es una canción que necesitamos volver a escuchar” dice Guzmán.
En 1982 Midón creó el Centro de Formación Teatral Río Plateado para niños, adolescentes y adultos. A lo largo de su carrera recibió importantes premios como el Molière, el Konex, el Premio Nacional de Teatro, el Argentores, el ACE, el Premio Ollantay y el Florencio Sánchez. Y en 2010 se crearon en su homenaje los premios “Hugo” a la comedia musical. “El que se va nunca se va, porque se queda en un rincón del corazón de lo demás”, escribió Midón una vez. Hoy, las generaciones de artistas, niños, jóvenes y adultos que pudieron conocerlo y disfrutarlo se lo cantan a él, extrañándolo.