Por
Roberto Kozulj
Vicerrector de la Sede Andina UNRN
El ARSAT-2 fue lanzado el pasado 30 de septiembre por medio del vehículo lanzador Ariane 5 de la empresa Arianespace, desde Kourou, en la Guayana Francesa. Su objetivo es transportar señales de radiofrecuencia en banda Ku y banda C para telecomunicaciones. De esta forma, funcionará como un complemento del ARSAT-1, ya que extenderá su espectro y cobertura al resto del continente americano. Cubrirá así, la segunda posición geoestacionaria asignada a nuestro país por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) que depende de la Organización de Naciones Unidas (ONU): la 81° longitud Oeste, a 35.786 km sobre el nivel del mar en la órbita que circunvala la Tierra en el plano del Ecuador.
El programa mediante el cual se desarrollan los satélites geoestacionarios implica mucho más que el diseño, la fabricación, la puesta en órbita y la operación de satélites propios con el fin de incrementar las capacidades de nuestro país en materia de telecomunicaciones y así garantizar la conectividad de igual calidad a todas las regiones del territorio nacional.
Con los proyectos ARSAT, el Gobierno nacional apuntó de este modo tanto al ahorro de gastos que irían a engrosar la facturación de empresas de telecomunicaciones extranjeras, como a lograr que el país no perdiera las posiciones orbitales 72 y 81 que le había asignado la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en tanto el Reino Unido aspiraba a ese slot geoestacionario que enfoca desde Estados Unidos hasta las Islas Malvinas.
Esta iniciativa del Estado nacional ha dado un protagonismo central a la empresa ARSAT, dependiente del ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, al tiempo que dio lugar a la creación del Centro de Ensayos de Alta Tecnología CEATSA, una sociedad entre ARSAT e INVAP y que se halla en San Carlos de Bariloche, ciudad de la Argentina con una de las mayores densidades de científicos y técnicos por cada mil habitantes.
Para comprender por qué dicho programa implica mucho más que el diseño, la fabricación, la puesta en órbita y la operación de satélites propios, donde alrededor del 50% de los insumos son de fabricación nacional -y además impactan en forma positiva sobre uno de los ejes de diversificación productiva local, en el caso de Bariloche y a nivel nacional-, es necesario abordar el potencial conjunto de las interacciones futuras entre telecomunicaciones, industrias culturales, economía de la información y economía regional y global. Es que el ARSAT-2 se halla equipado con 26 transpondedores en la banda Ku y 10 en banda C para proporcionar una amplia gama de servicios de telecomunicaciones, tales como la transmisión de datos, internet y televisión, sobre todo en el continente americano, desde Argentina hasta Canadá.
La dominancia del entorno móvil implica reconocer ciertos hechos vinculados con la inserción en cadenas globales de valor. Seis de las veinticinco compañías más valiosas del mundo están relacionadas con el negocio móvil. Un ocho por ciento de las asociaciones en nuevas inversiones globales son de negocios móviles y esta cifra crece en forma tan vertiginosa que se multiplicó por diez entre 2010 y 2014, con inversiones acumuladas de varios miles de millones de dólares. Se estimaba que en 2013, cerca de 11 millones de personas se hallaban ocupadas en esta cadena de valor.
Por otra parte, se ha proyectado que el tráfico móvil crecerá más de diez veces hacia 2020. El contenido publicado por usuarios finales en las principales redes sociales ha alcanzado en 2013 4 Z -Bytes y se calcula que esta cifra ya se ha casi triplicado o lo hará el próximo año. Según expertos, hacia 2018 el tráfico generado IP por las conexiones fijas y móviles alcanzará 1,6 Zettabytes anuales, una cifra superior a la suma de todo el tráfico de los años anteriores, puesto que entre 1984 y 2013 se generaron 1,3 Zettabytes.
La cantidad de nuevos servicios montados sobre redes de conectividad y las gigantescas capturas de rentas involucradas hacen que el insertarse activamente en la infraestructura de satélites y redes constituya una acción estratégica que ahora se halla en sus comienzos y que se espera fructificará en las próximas décadas, brindando numerosas oportunidades de empleos de grados de calificación muy amplia, lo que le permitirá a la Argentina hallarse inmersa en un ambiente por lo general dominado sólo por los países desarrollados.
En tal sentido instituciones como la Universidad Nacional de Río Negro desarrollan actividades de docencia, investigación, desarrollo y transferencia de tecnología en áreas estrechamente vinculadas a estas cadenas de valor en la zona andina de la provincia de Río Negro, precisamente en las ciudades de Bariloche y El Bolsón. Lo hace a través de las carreras de Ingeniería en Electrónica, Ingeniería en Telecomunicaciones, Licenciatura en Diseño Artístico y Audiovisual y el Centro de Producción de Contenidos Audiovisuales. Esto significa importantes articulaciones institucionales en tanto que la Universidad es miembro también de la UIT donde, junto a las comisiones de regulación y otras, se podrán instalar debates cruciales para una mejor articulación de actividades entre la Argentina y otros países para los futuros desafíos que implicará la regulación económica de esta actividad y sus impactos en las relaciones globales durante las próximas décadas.
Por lo tanto el Arsat 2 es otro hito para lograr que la Argentina continúe posicionada entre los 50 primeros países en el ranking del Índice de Desarrollo Humano -un indicador creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo con el objetivo de determinar el nivel de desarrollo que tienen los países del mundo-sobre un elenco de más de 185 naciones, un desafío de ingeniería tecnológica, económica, social, cultural y política.