La doctora Gabriela Balogh.
Demostrar el efecto bioquímico de la inteligencia emocional en la salud es el objetivo de un equipo de expertos del Centro de Recursos Renovables de la Zona Semiárida (CERZOS). Por esta razón, analizarán cuáles son los genes y qué cambios se producen en ellos para revertir los procesos destructivos del cáncer mediante terapias cuerpo-mente basadas en el sistema psico-neuro-endocrino-inmunológico (PSEI). Este tipo de terapias, complementarias a la medicina convencional, ha llegado a desencadenar la remisión completa de la enfermedad en cientos de pacientes.
> Leer también: Invertirán $ 20 millones para estudiar el cáncer.
La psico-neuro-endocrino-inmunología (PSEI) estudia el comportamiento y las relaciones entre el sistema nervioso, el endocrino y el inmune desde el surgimiento y el tratamiento de las enfermedades. Forma parte de la psicología oncológica que se ocupa de analizar los vínculos entre el comportamiento y los estados de enfermedad y de salud, así como la prevención y el tratamiento de la patología.
Desde hace más de 20 años y a partir de los mecanismos del sistema PSEI, la licenciada Stella Maris Maruso, directora de la Fundación Salud de Buenos Aires, logró cambiar los pronósticos desfavorables de la medicina convencional en pacientes oncológicos, resignificando su calidad de vida mediante la estimulación de su “laboratorio interior” -como lo ha denominado la especialista-. Este sistema también es aplicado a personas que atraviesan patologías severas como el SIDA, enfermedades autoinmunes, cardiovasculares, como así también depresiones, adicciones y crisis existenciales.
Según explicó a InfoUniversidades Gabriela Andrea Balogh, directora del Grupo de Oncología Integrativa (GOIN) del CERZOS, se comprobó, a partir de la aplicación de la terapia de Maruso, la remisión de cientos de pacientes oncológicos, aún en los pronósticos médicos más adversos, en base a un trabajo integral sobre el sistema psico-neuro-endocrino-inmunológico (PSEI). Es por esto que el equipo de científicos analizará cómo es el proceso biológico que desencadenan estas terapias que llevan al cambio en el proceso de la dolencia, enfocándose en los casos de cáncer de mama y ovario.
Balogh indicó que “la mente y el cuerpo están ligados de manera intrínseca y su interacción ejerce una profunda influencia sobre la salud y la enfermedad, la vida y la muerte”. Actitudes, hábitos y estados emocionales desde el amor hasta la compasión, y desde el miedo hasta el resentimiento y la rabia, pueden derivar en reacciones que afectan la química interna y optimizar o debilitar nuestro estado funcional”. Para el análisis se aplicará una moderna tecnología capaz de determinar la expresión genética (microarrays) e identificar cuáles son los genes y las proteínas del sistema PSEI, responsables de este cambio “sanador”.
“No cabe duda de que el desarrollo del cáncer no es un evento en el que interviene sólo un factor; el objetivo del estudio es evidenciar la importancia del sistema inmune y su conexión con la mente”, destacó, y agregó que el sistema inmune puede ser controlado de manera consciente con las llamadas estrategias psico-neuro-inmuno-endocrinológicas.
“Todos disponemos de un potencial bioquímico para crear salud y está en nuestras manos desarrollarlo. Desde la PSEI, las neurociencias, la epigenética, la biología de las emociones y las creencias es posible activar ‘el laboratorio bioquímico interior’ y lograr la sanación de una enfermedad considerada incurable para la medicina convencional”, acotó.
Los efectos de la mente sobre el cuerpo están demostrados en muchos casos. Como ejemplos, Balogh citó que “el intestino está repleto de receptores, la excitación y el enojo aumentan la motilidad intestinal y la contención la reduce. El cerebro está bien integrado con el resto del cuerpo a nivel molecular. Es una red con el sistema neuronal, hormonal, gastrointestinal e inmune para comunicarse entre ellos vía péptidos o receptores específicos de los péptidos. Cada segundo ocurre un masivo intercambio de información en el cuerpo”.
“¿Cómo explicar que alguien, a quien le han dado un diagnóstico condenatorio, se haya curado logrando una remisión total de la enfermedad? ¿Cómo explicar que una persona con un 80% de discapacidad física pueda ser feliz y experimentar plenitud? ¿Cómo explicar que personas que están atravesando situaciones adversas, incluso la más dramática como es la pérdida de un hijo, puedan resignificar su dolor y dar las gracias, porque transitando el dolor se han tornado mejores seres humanos?”, se
preguntó.
> Leer también: Tumor cerebral: innovadoras posibilidades terapéuticas.
“Este nuevo paradigma promueve la toma de conciencia individual y colectiva sobre el potencial bioquímico que poseen todas las personas para crear salud a través de la incorporación de patrones saludables y de la motivación para dirigir el auto-cuidado. No se trata de un programa alternativo, sino complementario a los convencionales”, concluyó la investigadora.