Moscas, escarabajos, larvas y mariposas dejan pistas en los restos humanos que pueden ayudar a la investigación criminal. El trabajo de la entomología forense es estudiar estos insectos y otros artrópodos para determinar el momento en que murió una persona, si su cuerpo fue movido de lugar e incluso las posibles causas del deceso.
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Analizar estos “bichos” y estudiar la descomposición de los cuerpos no parece ser el tipo de trabajo que cualquiera quisiera tener. Sin embargo, el Dr. Néstor Centeno trabaja en la Universidad Nacional de Quilmas como entomólogo forense desde hace diez años.
Centeno relata que comenzó a desempeñarse como biólogo “analizando moscas. Cuando me enteré que existía esta especialidad y que una de las moscas que estudiaba integraba la fauna cadavérica, me enganché con el tema. Era una manera de aplicar mis investigaciones.” Además, el biólogo explica que este tipo de profesión otorga un plus de conocimiento: “No puedo negar que me apasionó meterme en el mundo de la investigación criminal y jugar a ser investigador o detective. La posibilidad de trabajar con los forenses en las hipótesis del homicidio, aunque sea en forma colateral, fue algo que me motivó”.
Los insectos que integran la denominada fauna cadavérica detectan un cuerpo en descomposición durante el primer día del deceso. Colocan huevos, de los cuales nacen larvas, colonizan el cadáver y se alimentan de éste. La entomología forense estudia esas larvas para tratar de establecer su edad, lo cual da una idea del tiempo de descomposición.
En su investigación, Centeno trabajó con cadáveres de cerdos. “Utilizamos cerdos porque es el modelo más cercano al hombre: su piel se utiliza en implantes para casos de personas quemadas, es un animal omnívoro, su distribución de grasa y músculos es parecida a la nuestra.” En otros países, como Estados Unidos, el trabajo de campo es realizado con cadáveres humanos donados por la morgue.
Desde 1998 hasta 2003, el entomólogo realizó investigaciones en un campo de Lomas de Zamora y en los fondos de la UNQ. Allí, los cerdos eran sometidos a diferentes ambientes para analizar, por ejemplo, las diferencias en cuerpos expuestos al aire libre o encerrados en un cuarto. Cada día, Centeno y su equipo analizaban las variaciones de temperatura y la fauna cadavérica.
La recolección de moscas, escarabajos y larvas no es una tarea fácil. Centeno utilizaba varias estrategias para evitar planes de fuga: “Para atrapar las moscas usaba redes, trampas especialmente diseñadas y hasta una aspiradora. Las larvas las tomaba con pinzas y recolectaba ácaros (arañas muy pequeñitas) con pinceles. Los escarabajos son muy rápidos y escurridizos, por lo que directamente los atrapaba con las manos.”
El trabajo proseguía en el laboratorio, donde Centeno analizaba el material recolectado para su clasificación. Las larvas eran conservadas en una incubadora, hasta que se convertían en moscas. “De esta manera, sabemos que determinada larva corresponde a determinado tipo de mosca, ya que clasificar larvas es muy dificultoso.”
Actualmente, el grupo analiza las variaciones de la fauna cadavérica entre las diferentes regiones del país, realizando experimentos de descomposición en la zona de Cuyo y el Noroeste. También estudia los ciclos biológicos de las especies más importantes.
Además de los estudios entomológicos, se ha agregado un nuevo área: la Tafonomía Forense, es decir, el estudio de la modificación de los restos por agentes naturales. En particular, se está investigando el accionar de los vertebrados carroñeros sobre los cadáveres para obtener información útil para los forenses. Por otra parte, Centeno brinda charlas y cursos sobre el tema y coopera en peritajes forenses con los distintos poderes judiciales del país.
Sitios relacionados:
http://ncenteno.blog.unq.edu.ar
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http://www.entomologiaforense.unq.edu.ar/