En Mendoza, un 10% de la población tiene algún ancestro africano, un dato singular si se tiene en cuenta que, en la actualidad, la población de raza negra es nula en la provincia. Así lo determina un estudio del doctor Miguel Marino quien, con las herramientas que le brinda la biología molecular, se propuso determinar la composición genética de la población de Mendoza, el primer estudio de este tipo en la provincia.
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Debido al desarrollo exponencial que ha tenido el área de la Genética de Poblaciones en los últimos 20 años, hoy es posible determinar cuál es el aporte de los grupos originarios a una sociedad. Además de precisar el aporte de las diferentes etnias a la actual sociedad mendocina, el trabajo que lleva adelante Marino tiene como propósito confeccionar bases de datos útiles para estudios de determinación de vínculos biológicos y casos forenses.
Marino, quien desde hace dos años en su laboratorio de la facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo comenzó su tarea, explica a InfoUniversidades que “los africanos llegaron como esclavos y cuando se abolió la esclavitud muchos se fueron, pero el acervo genético quedó. Entre el 2 y el 5% de los argentinos tiene algún ancestro africano”.
“En Mendoza ese número es más grande porque es un lugar de paso. Ha sido un paso hacia Chile y el norte de América, de venta de esclavos. Cuando liberan a todos los esclavos, los que tenían no querían dejarlos sueltos, los querían vender. Entonces, los vendían vía Chile hacia EEUU”, señala el genetista. Mendoza no es la población con más antepasados africanos. Según Marino, lo son Santiago del Estero y Córdoba, porque es donde más esclavos hubo. “En algún momento, allí los negros fueron la población mayoritaria”, grafica.
Cinco siglos de mestizaje
Nuestro país, al igual que toda Latinoamérica, recibió aportes de dos grupos étnicos mayoritarios: los nativos americanos que llegaron a estas tierras hace alrededor de 12 mil años y el aporte europeo, que se dio a partir de la conquista española a principios del siglo XVI y luego con las sucesivas olas migratorias de fines del siglo XIX y principios del XX. A estos componentes mayoritarios que hacen a la realidad poblacional argentina debe sumarse el aporte de africanos, que fueron traídos a nuestro país como esclavos.
En los últimos años, los análisis genéticos permitieron conocer que entre el 30 y el 50% de los argentinos, según la región, tiene un ancestro indígena. En mayor o menor proporción, el dato se repite en Mendoza. Se sabe que la región de Cuyo fue habitada principalmente por la etnia huarpe y en menor medida por pehuenches. Estas comunidades habitaron estos territorios prácticamente solos durante 10 mil años.
A partir del siglo XVI, con la llegada de los conquistadores, al componente nativo se agregó el europeo. “A partir de este momento comenzó el proceso de sometimiento y aculturación de los huarpes, debido al asentamiento de los encomenderos, que usaban a los nativos como correo entre Mendoza y Chile”, señala Marino. La mayoría de los indígenas murió o fue llevada del otro lado de la cordillera, por lo que su presencia disminuyó mucho en Mendoza. Aún así, hoy subsisten algunos integrantes de la etnia en el norte de la provincia. Además de indígenas y europeos (que volvieron a llegar en masa durante la gran inmigración de 1900), el tercer componente -aunque minoritario- de la población mendocina es africano.
Con el objetivo de establecer el porcentaje de influencia que tiene cada etnia en la población actual, el investigador utilizó marcadores polimórficos nucleares, tomados de muestras de ADN de individuos no relacionados de diferentes regiones de la provincia, incluidos integrantes de la comunidad huarpe como grupo ancestral. “Nosotros estudiamos marcadores genéticos que heredamos del padre y la madre, o sea que tienen herencia biparental, y marcadores que tienen sólo herencia uniparental. En esta parte del proceso, estamos estudiando marcadores nucleares, que heredamos tanto del padre como de la madre” explica Marino.
Como se sabe, los varones reciben el cromosoma “Y” de su padre y se lo pasan a sus hijos varones y así sucesivamente. En tanto, el ADN mitocondrial, una organela que tenemos en las células, lo heredamos de la madre. Y a ella se lo pasó su madre. “Así se puede reconstruir la historia de la humanidad. Por eso, se sabe que los primeros pobladores humanos de la Tierra estuvieron en África y de ahí se expandieron”, dice el investigador.
Un siglo de estudios genéticos en las poblaciones ha logrado por ejemplo, saber cuáles son los marcadores frecuentes en los africanos y en los caucásicos, así como en los asiáticos y en los indígenas americanos. A partir del conocimiento de estos marcadores, Marino (que ya tiene unas 500 muestras en su laboratorio) calcula que no más del 50% de los mendocinos tiene ascendencia europea, mientras que la otra mitad se reparte en un 40% para los indígenas y 10% para africanos.
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En general, no se trata de muestras puras, puesto que el mestizaje fue muy fuerte durante varios siglos. “Cuando llegaron los europeos en la conquista, eran todos varones, entonces sometían a las indígenas y mataban a los hombres. Esos hijos eran mestizos, que se mezclaron después con los europeos llegados con la gran inmigración de fines del siglo XIX. Por eso, está probado que por lo menos el 50% de la población argentina tiene algún ancestro indígena”, agrega Marino.