Argentina Investiga se reunió con la investigadora y miembro del equipo de trabajo, Natacha Cerny, quien destacó algunos de los objetivos propuestos en el inicio del proyecto. “En este trabajo nos propusimos contribuir al desarrollo de estrategias terapéuticas, capaces de inducir una respuesta inmune que contrarreste el daño cardíaco causado por Trypanosoma cruzi. Evaluamos en ratones infectados con el parásito, la administración del ADN que codifica para Cruzipaína, su principal proteína, una cisteín proteasa. Observamos que en los ratones disminuyó la carga de parásitos en sangre, aumentó la sobrevida y se redujo el daño en músculo cardíaco y esquelético característico de la enfermedad; mientras que esto no se observó en los ratones que se usaron como controles, los que no recibieron el tratamiento”.
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Las últimas estimaciones de casos de la Organización Panamericana de la Salud indican que en Argentina hay 1.600.000 personas infectadas y más de 300.000 afectadas por cardiopatías de origen chagásico. En la actualidad, existen distintos planes y estrategias para erradicar la vinchuca, el insecto vector que trasmite el parásito, principalmente en la zona norte. Sin embargo, el único tratamiento que existe sólo es efectivo durante la etapa aguda de la enfermedad; en este sentido, Cerny señala que “la investigación y el desarrollo de una vacuna terapéutica es especialmente importante cuando nos referimos a la enfermedad de Chagas, si se considera la característica crónica de esta infección y la cantidad de personas infectadas con este parásito desde hace décadas en América”. Además, “los agentes quimioterapéuticos utilizados hoy en día en el tratamiento poseen efectividad limitada y presentan alta toxicidad, así como graves efectos secundarios, no siendo efectivos durante la etapa crónica que se puede desencadenar 20 o 30 años luego de la infección. Es por ello que el desarrollo de vacunas imnunoterapéuticas es importante para contribuir al tratamiento de la infección”.
La enfermedad lleva el nombre del médico brasileño Carlos Ribeiro Justiniano Chagas, quien la descubrió en 1909. Esta patología consta de dos fases: la llamada aguda, que dura dos meses aproximadamente, luego de contraerse la infección y suele ser asintomática. En la fase crónica, los parásitos permanecen ocultos principalmente en el músculo cardíaco y en el digestivo. Hasta un 30% de los pacientes sufre trastornos cardíacos y hasta un 10% presenta alteraciones digestivas (agrandamiento del esófago o del colon), neurológicas o mixtas. Con el paso de los años, la infección puede causar muerte súbita o insuficiencia cardíaca por la destrucción progresiva del músculo cardíaco.
La investigación y el desarrollo de la vacuna está en proceso desde hace varios años, explica la investigadora “en nuestros laboratorios se trabaja desde hace 15 años bajo la dirección del Dr. Malichiodi en la búsqueda de distintas proteínas inmunodominantes del parásito, para el desarrollo de vacunas preventivas y terapéuticas, que puedan ser administradas solas o en conjunto, en modelos murinos (con ratones), así como también se estudia el uso de distintos adyuvantes y sistemas de ‘delivery’ que mejoren la respuesta”.
-¿Cómo funciona la vacuna?
-La Cruzipaína es una proteína presente en todos los estadios del parásito y cumple un rol clave en su internalización, por lo que es un blanco útil para la generación de vacunas contra el T. cruzi. Previamente demostramos que la Cruzipaína logra generar una respuesta preventiva como vacuna. En este trabajo se buscó probarla como terapia en ratones previamente infectados. Se evaluó la administración intramuscular del plásmido que codifica para cruzipaína y se usó también una bacteria modificada como un “delivery” de nuestro plásmido.
-¿Cuál fue el resultado obtenido de las pruebas?
-En ambos modelos obtuvimos muy buenos resultados al tratar ratones infectados con el parásito causante de la enfermedad de Chagas. Redujo el daño muscular característico causado por la infección con T. cruzi observado en los cortes histológicos de músculo, incluso en ratones tratados durante la etapa crónica. Observamos que los ratones tratados tenían menor número de parásitos en sangre y tuvieron una sobrevida del 100%. Más importante aun, se disminuyó la inflamación en los tejidos y el daño en el corazón, característico de la enfermedad. El tratamiento plasmídico sería efectivo tanto al ser administrado en etapas tempranas como tardías de la infección; lo cual sería de suma utilidad para los pacientes que muchas veces son diagnosticados en forma tardía, donde los quimioterapéuticos tienen menor efectividad.
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Respecto del recorrido futuro de la investigación y la terapia, la investigadora explicó que “estos resultados colaborarán en el diseño de un tratamiento multicomponente que incluya antígenos parasitarios clave para la inmunoproteción, que permitan disminuir las dosis empleadas en la actualidad de agentes quimioterapéuticos”. Además, “para una futura implementación faltarían pruebas más lejanas de los ratones y más cercanas a los humanos y, luego de eso, pensar en la producción y la comercialización”.