Nota

Universidad Nacional de Santiago del Estero - Facultad de Agronomía y Agroindustrias

02 de Mayo de 2011 | 4 ′ 10 ′′

Los campesinos: ¿un problema o una fortaleza?

Un análisis de la realidad del campesinado en Argentina revela la invisibilidad en la que a veces recae su diversidad. La valoración a la que los grupos de agricultura familiar están sometidos, en general, oscila entre el pensamiento mítico y su consideración como categoría residual frente a lo moderno y urbano. La propuesta del análisis reside en que el desarrollo regional debe contemplar una nueva perspectiva sobre los diferentes estilos de producción.
Los campesinos: ¿un problema o una fortaleza?

El trabajo de investigación parte del planteo de que, cuando se trata de analizar el fenómeno de la agricultura familiar, suelen observarse miradas contrapuestas sobre el tipo de apoyo que debe darse y, en consecuencia, sobre el desempeño que este sector debería cumplir en el desarrollo regional.

Ahora bien, dentro de la llamada “agricultura familiar”, deben considerarse diversas figuras sociales: el pequeño productor, el minifundista, el campesino, el chacarero, el colono, el productor familiar y, también, los campesinos y productores rurales sin tierra, así como las comunidades de pueblos originarios.

El ingeniero Raúl Paz, docente de la Facultad de Agronomía y Agroindustrias de la UNSE, señala a InfoUniversidades que “algunas reflexiones acerca de la pequeña agricultura son presentadas como axiomas o dogmas y expresan el inmenso poder del pensamiento mítico sobre la realidad campesina. De esta manera, suelen perfilar un modelo conceptual preestablecido que se proyecta en el mundo científico y caracteriza el presente para determinar el futuro”.

Una de esas reflexiones se basa en que “la desaparición de las explotaciones más pequeñas, como tendencia general, constituye un rasgo bastante común de la lógica de desarrollo del capitalismo agrario, tanto en el ámbito internacional como en Argentina”, indica el investigador y agrega: “Se puede suponer entonces que la desaparición de las pequeñas explotaciones en Argentina se encuentra correlacionada con la eliminación de las explotaciones campesinas”, con lo cual “puede llegar a pensarse que el agro pampeano orientado hacia la exportación de granos y carnes no está demasiado distante del existente en las economías centrales, en especial, si se consideran sus procesos de trabajo, los niveles de producción y productividad, su competitividad internacional y la infraestructura presente, entre otros aspectos”.

“Cuando uno compara la agricultura familiar con las explotaciones de corte capitalista, la principal característica que las diferencia es que, en la primera, el trabajo de quienes la conforman no suele ser asalariado. Contrariamente, en la sociedad capitalista moderna, el precio, los salarios, el interés y la renta son categorías económicas funcionales y dependientes.

Una de las cuestiones más debatidas entre los economistas agrarios ha sido, y continúa siendo, si las explotaciones capitalistas modernas son más eficientes que las más tradicionales, las que comprenden el sector al que se le ha dado el nombre genérico de agricultura familiar, es decir, las que son intensivas en el uso de la mano de obra familiar, poseen bajos niveles de inversión y estrategias que buscan bajar los costos monetarios a partir de la disminución de insumos externos a las explotaciones” explica el especialista.

Y concluye que estas disquisiciones llevan a pensar que “una propuesta de desarrollo regional debe prever una nueva perspectiva acerca del territorio y de la diversidad de estilos de producción generados dentro de éste. Así se hace necesaria la inclusión activa de los actores sociales agrarios tradicionales, es decir, los campesinos, en un marco donde la diversidad cultural, económica y las formas de producir se constituyan en más que un problema a resolver. Es necesario un nuevo estilo de desarrollo que hay que potenciar a partir de políticas asistencialistas, con el incremento de su eficiencia y la ampliación de sus efectos positivos en el entorno. Sin embargo, para ello hay que modificar la valoración que se tiene del espacio rural, dejar de considerarlo como una categoría residual frente a lo moderno y urbano”.

Producción Periodística:
Liana Chazarreta, Area de Periodismo Gráfico y on line, Dirección de Comunicación y Medios Audiovisuales - UNSE

Responsable Institucional:
Liana Chazarreta
Universidad Nacional de Santiago del Estero

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