El sector hortícola cumple un rol importante en nuestro país, que incluye la satisfacción de la demanda interna de alimentos para una dieta equilibrada hasta la generación de trabajo genuino. Esencialmente, las hortalizas son valoradas por su gran contenido en vitaminas, minerales y fibras que favorecen una dieta equilibrada. Es por esto, que los alimentos que ingerimos deben estar aptos para el consumo sin la presencia de agroquímicos que perjudican la salud.
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Actualmente, en los sistemas de producción intensivos se utilizan insumos químicos, como fertilizantes y fitosanitarios. Estos agentes son usados por los productores por su capacidad de proteger a los cultivos contra cualquier tipo de plaga que los pueda dañar durante su crecimiento. Sin embargo, la aplicación incorrecta representa un riesgo para la salud de los ecosistemas y de las personas, principalmente si no se respetan los tiempos de carencia. El tiempo de carencia de un fitosanitario es el tiempo mínimo que debe transcurrir entre la última aplicación del producto y la cosecha del cultivo para su comercialización.
Como alternativa a los productos químicos, han aparecido pequeños productores dedicados a la horticultura agroecológica y la orgánica ofreciendo un diferencial para un público creciente. A grandes rasgos, estas prácticas buscan prescindir parcial o totalmente de los insumos químicos, acercándose a un modelo de producción que sintonice con los procesos naturales.
Estas nuevas tendencias abrieron el camino al desarrollo de insumos innovadores, entre los que se encuentran los inoculantes microbianos. Estos son productos basados en microorganismos vivos e inocuos que estimulan el crecimiento y sanidad de las plantas, convirtiéndose en una alternativa ecológica para el sector hortícola.
Investigadores del Instituto de Tecnología de UADE aislaron y seleccionaron hongos del género Trichoderma, que funcionan como biofertilizantes para especies hortícolas de hoja como la rúcula. Ensayos de plantas realizados en condiciones de vivero demostraron que la inoculación con estos hongos estimula la germinación e incrementa el peso fresco de las plantas hasta un 75% en comparación con plantas no inoculadas. Esto se debe a la capacidad de estos hongos de actuar como biofertilizantes y bioestimulantes, favoreciendo el crecimiento de las plantas.
Los resultados sugieren que inoculantes en base a cepas nativas de Trichoderma representarían una opción ecológica y económica para incrementar la productividad de estos cultivos reduciendo el uso excesivo de agroquímicos.
En tiempos donde se busca la generación de medios sustentables para evitar la contaminación del medio ambiente, la inoculación de microorganismos nativos que mejoran la nutrición de la planta sin el uso de agroquímicos puede llegar a ser una verdadera opción. Más todavía, si las universidades comienzan a investigar y explorar en la temática. El potencial que el sistema científico y de educación superior le pueden dar a la identificación de inoculantes nativos va a mejorar el rendimiento de la producción agropecuaria sin la utilización agroquímicos. De esta manera, se podrá producir en condiciones ecológicas más sustentables y amigables sin resignar alta productividad.
El sector hortícola cumple un rol importante en nuestro país, que incluye la satisfacción de la demanda interna de alimentos para una dieta equilibrada hasta la generación de trabajo genuino. Esencialmente, las hortalizas son valoradas por su gran contenido en vitaminas, minerales y fibras que favorecen una dieta equilibrada. Es por esto, que los alimentos que ingerimos deben estar aptos para el consumo sin la presencia de agroquímicos que perjudican la salud.
Actualmente, en los sistemas de producción intensivos se utilizan insumos químicos, como fertilizantes y fitosanitarios. Estos agentes son usados por los productores por su capacidad de proteger a los cultivos contra cualquier tipo de plaga que los pueda dañar durante su crecimiento. Sin embargo, la aplicación incorrecta representa un riesgo para la salud de los ecosistemas y de las personas, principalmente si no se respetan los tiempos de carencia. El tiempo de carencia de un fitosanitario es el tiempo mínimo que debe transcurrir entre la última aplicación del producto y la cosecha del cultivo para su comercialización.
Como alternativa a los productos químicos, han aparecido pequeños productores dedicados a la horticultura agroecológica y la orgánica ofreciendo un diferencial para un público creciente. A grandes rasgos, estas prácticas buscan prescindir parcial o totalmente de los insumos químicos, acercándose a un modelo de producción que sintonice con los procesos naturales.
Estas nuevas tendencias abrieron el camino al desarrollo de insumos innovadores, entre los que se encuentran los inoculantes microbianos. Estos son productos basados en microorganismos vivos e inocuos que estimulan el crecimiento y sanidad de las plantas, convirtiéndose en una alternativa ecológica para el sector hortícola.
Investigadores del Instituto de Tecnología de UADE aislaron y seleccionaron hongos del género Trichoderma, que funcionan como biofertilizantes para especies hortícolas de hoja como la rúcula. Ensayos de plantas realizados en condiciones de vivero demostraron que la inoculación con estos hongos estimula la germinación e incrementa el peso fresco de las plantas hasta un 75% en comparación con plantas no inoculadas. Esto se debe a la capacidad de estos hongos de actuar como biofertilizantes y bioestimulantes, favoreciendo el crecimiento de las plantas.
Los resultados sugieren que inoculantes en base a cepas nativas de Trichoderma representarían una opción ecológica y económica para incrementar la productividad de estos cultivos reduciendo el uso excesivo de agroquímicos.
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En tiempos donde se busca la generación de medios sustentables para evitar la contaminación del medio ambiente, la inoculación de microorganismos nativos que mejoran la nutrición de la planta sin el uso de agroquímicos puede llegar a ser una verdadera opción. Más todavía, si las universidades comienzan a investigar y explorar en la temática. El potencial que el sistema científico y de educación superior le pueden dar a la identificación de inoculantes nativos va a mejorar el rendimiento de la producción agropecuaria sin la utilización agroquímicos. De esta manera, se podrá producir en condiciones ecológicas más sustentables y amigables sin resignar alta productividad.