Los galardonados y sus mentores probando los modelos.
“Marco Polo describe un puente, piedra por piedra. Pero '¿cuál es la piedra que sostiene el puente?', pregunta Kublai Khan. 'El puente no está sostenido por esta piedra, o aquella, sino por el arco que forman todas las piedras'. Kublai permanece silencioso, reflexionando; después añade: '¿Por qué me hablas de piedras entonces? Lo único que importa es el arco'. Polo responde: 'Porque sin piedras, no hay arco…” (Ítalo Calvino, Las ciudades invisibles).
“Elegimos un diseño muy particular, que es una viga de alma calada”, contó Herman a InfoUniversidades. “Los jurados no podían creer que le agregáramos tanta carga en tan poco tiempo sin que se rompa. Incluso, al modelo que finalmente colapsó lo miraron por todos lados para ver si no tenía nada ‘raro’ adentro”, agregó.
La primera piedra de este puente fue puesta por los ingenieros José Distéfano y Oscar Andrés. Distéfano fue el precursor en las décadas de 1950 y 1960 de los “paraboloides hiperbólicos”, modelos únicos en el mundo por su forma, que se materializaron -por ejemplo- en la cubierta del Club Estudiantes de Bahía Blanca. Años más tarde, finalizó su carrera en la universidad californiana de Berkeley, como uno de los principales ingenieros estructurales del mundo. Por su parte, Andrés sigue en actividad en la Universidad como profesor extraordinario consulto. Fue reconocido recientemente por el Instituto Internacional de Estructuras Espaciales, donde sus estudios fueron comparados con los del genial arquitecto catalán Antonio Gaudí.
“La idea de motivar a los alumnos a que se presenten en estos concursos la tuvimos con el ingeniero Rodolfo Serralunga, porque permitía medir resultados concretos de un trabajo, pero también estimular su creatividad y dedicación al diseño. La ingeniería tiene, además del análisis, otro pilar: la creatividad. Estos trabajos prácticos estimulan el ingenio en base a la competencia", explica Distéfano.
Es un orgullo, un sueño, saber que este puente quizás se llegue a construir”, revela Ariel. “Fue de locos, porque tuvimos que trabajar mucho, hacer muchos ensayos y cálculos. Afortunadamente, todo ese trabajo tuvo su premio”.
Ariel, Herman y Jesús saben que sostienen un puente. No el modelo que realizaron para el concurso, sino el que une varias generaciones: las de los ingenieros dedicados a la excelencia, e interesados en construir cosas creativas y que den resultado.
Los alumnos posan con la medalla obtenida y los modelos construidos