Nota

Universidad Nacional de Cuyo - Instituto de Ciencias Básicas

03 de Septiembre de 2012 | 7 ′ 56 ′′

“Hay que humanizar la matemática”

El docente y matemático Gabriel Soto lleva a cabo una tarea titánica pero apasionante: difundir que la matemática es una ciencia social por excelencia, que es parte de la cultura y que sirve para construir ciudadanía. Pero, para ello, dice que hay que cambiar la forma en que se enseña en las aulas a alumnos y futuros docentes y reformular la presentación de los contenidos de manera que pueda evidenciarse el vínculo de la ciencia con los problemas de la actualidad.
“Hay que humanizar la matemática”

Gabriel Soto es matemático, pero ante todo es un docente apasionado por difundir las aplicaciones que tiene la ciencia a la que dedica sus días y a la que define como “una ciencia social por excelencia”. Se formó en su tierra, la Patagonia, se doctoró en Estados Unidos y después volvió al país a empezar con su “evangelización”, es decir, que sus alumnos aprendan a “hacer matemática” en el aula y, de paso, terminar con la “mala prensa” que esta ciencia tiene en la escuela. Soto está en el Instituto de Ciencias Básicas como profesor asociado y dialogó con Argentina Investiga.

“La matemática es hoy fundamental para construir ciudadanía, es parte de la cultura. Se trata de una herramienta fundamental para poder diferenciar información de propaganda, por la estructura mental que te da para procesar cuáles son los mecanismos de esa información. Pero es claro que en el sistema educativo ese objetivo no se está logrando” comentó el docente.

-¿Por qué tiene mala prensa la matemática?

-La matemática siempre resuelve problemas complejos y en tanto producto del trabajo intelectual del ser humano es una ciencia social. Y si la matemática es una construcción social, uno debería empezar a pensar en cuáles son los problemas o las cuestiones actuales que enfrenta la sociedad y mirar si la matemática que se enseña tiene algún aporte, algún efecto o aplicación. La mala prensa se debe a que la presentación de los contenidos no se ha ido actualizando. Por ejemplo, las secciones cónicas es un contenido matemático clásico, viene de los griegos, se desarrolla por un problema filosófico, una cuestión totalmente diferenciada de la realidad social. Después, estas mismas secciones cónicas tuvieron una aplicación directa en la óptica y eso permitió construir buenos lentes en los telescopios espaciales, y hoy la construcción de telescopios astronómicos parece no ser un problema.

Ahora, si uno piensa en las energías renovables descubre que esto sí es un problema actual, entonces empiezo a indagar dónde se mete la matemática. La energía natural sí tiene muy buena prensa y ahí descubrí que la forma parabólica sirve para construir cocinas solares y ¡oh sorpresa!, esa forma está presente en las antenas satelitales en los techos de las casas. Ambas tienen la sección cónica. Con este tipo de cosas, uno puede mejorar la prensa que tiene la matemática, modernizar un poco el tipo de problemas.

-Eso implica cambiar la pedagogía matemática en el aula…

-Un poco es eso. En la comunidad matemática, se dice que el conocimiento está despersonalizado, descontextualizado y destemporalizado. El tema es todo el proceso anterior para llegar a ese conocimiento, las frustraciones, las alegrías, toda esa cuestión personal no está presente en un paper o en una charla de media hora. Pero, probablemente, ese resultado que se presenta haya sido el trabajo de ocho meses, de noches enteras de desvelo.

Entonces, lo que hay que hacer en el aula es mostrar la trastienda, cómo se llegó a eso. La idea es humanizar la matemática, pero eso implica que los profesores que formamos a los futuros profesores también la deshumanicemos: no pensar que la matemática es sólo un proceso de teoremas y demostraciones, sino que se debe hacer que los chicos hagan matemática en el aula, esto es: frustrarse, alegrarse, comunicarlo a los pares, sentir esa adrenalina que pasa cuando uno resuelve algo. Estas cosas son las que tienen que empezar a cambiar. Yo no tengo que presentar el problema al revés, con el resultado, sino empezar a vivir el proceso que llevó a ese resultado.

-Si la matemática nació como una ciencia social, ¿cuándo se convirtió en una ciencia dura?

-Sigue siendo una ciencia social. Uno de sus problemas, la barrera que tuvo que superar para comunicar saberes de manera que no queden dudas de esa teoría, fue construirse un lenguaje propio. Es como la música: si cualquier persona va a leer música no entiende, pero si escucha música dice: “Qué bonito”. Con la matemática pasa lo mismo. Cuando uno mira las antenas satelitales debe saber que ahí hay matemática. Es decir, la matemática es una construcción social, en el sentido de que es un trabajo intelectual y colectivo a la vez, lo que no quiere decir que los únicos problemas que debería resolver son los que tengan una aplicación directa en el día a día.

-Pero insisto: ¿en qué momento perdió ese costado social la matemática?

-Es difícil de explicar. Newton tenía el problema de la gravitación universal y de cómo se movían los planetas. Y muchos pueden opinar que eso no es parte de la construcción social y otros que sí. Pero resuelve problemas de la gente; algunos son parte del día a día y otros son consecuencia del avance natural de estas preguntas en matemática. Es fundamental entender que las verdades en matemática son todas relativas, relativas a la premisa, es decir, dentro de un contexto bien determinado la teoría es irrefutable. Ahora, yo cambio el contexto y la teoría se cae.

-¿Por ejemplo?

-Un ejemplo claro es el advenimiento de la geometría neoeuclediana en el siglo XIX, cuyo quinto postulado establece que si yo tengo una recta y un punto que no pasa por la recta, por ese punto va a pasar una única paralela. Ese postulado, que se tomaba como una premisa para construir la geometría euclediana hizo ruido por mucho tiempo, había muchas dudas. Hasta que, a mediados del siglo XIX dijeron: “Qué pasa si uno toma un punto exterior a una recta por donde no pasa ninguna paralela, ¿se puede hacer una geometría diferente?”. Y la respuesta es sí, porque todo depende del contexto en el que se enuncia la teoría.

Otro ejemplo: si te pregunto cuánto vale la suma de los ángulos interiores de un triángulo rectángulo, me vas a responder 180°. En la geometría elíptica, que es el modelo de la esfera donde no hay rectas paralelas, la suma de esos ángulos es mucho mayor. Vos podés tener un triángulo cuyos ángulos interiores sumen 270°. Entonces, los resultados matemáticos son absolutos dentro de un contexto, yo cambio el contexto y algunas teorías dejan de tener validez.

-¿Qué le parecen los libros de divulgación matemática en auge como los de Adrián Paenza?

-Me parecen muy válidos porque han puesto otra vez la matemática en el centro de la atención, algo que es fundamental. Por la divulgación, es muy importante el doctor Paenza como referente porque explica que uno se puede divertir con la matemática. Lo que tenemos que hacer es tomar y convencer a la gente, en este caso a los alumnos, de que la matemática es divertida, que se la puede transformar en un cuento, pero que en el medio hay que trabajar en el aula.

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Rubén Valle
Universidad Nacional de Cuyo

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