Dr. Oscar Bottasso
La vida moderna no siempre resulta ventajosa para el hombre. El estrés con el que se convive, en muchos casos, debilita el mecanismo defensivo del ser humano.
Cuando un ser humano se enferma moviliza el sistema inmunológico en respuesta a esa infección. Pero, además, pone en funcionamiento otro mecanismo que es el endocrino, que se traduce en cambios hormonales.
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“El cuerpo advierte que hay una emergencia frente al virus, entonces alerta a varios mecanismos de resistencia. Luego de que el cerebro percibe procesos inflamatorios surgidos como consecuencia de una infección, surge la respuesta endocrina y las modificaciones hormonales”, grafica Oscar Bottasso, director de la investigación.
La investigación apunta a ver cómo los cambios hormonales modifican la respuesta inmunológica y viceversa, es decir, cómo las hormonas alteran el sistema inmune y cómo este último afecta la respuesta endocrina.
El estudio del vínculo entre la inmunología y el Sistema Nervioso Central comenzó a analizarse hace muchos años, incluso antes de Cristo, Galeno demostró que las pacientes que sufrían de depresión presentaban más cáncer de mama que las que no padecían esta patología. Luego, diversos autores demostraron que las lesiones del Sistema Nervioso Central producían cambios en la resistencia inmune del sujeto. Hacia 1920 se observó que los factores psicológicos podían influir en los parámetros de respuesta inmune, pero fue recién en 1969 que se desarrolló el concepto de que existe una integración entre el Sistema Nervioso Central, el sistema endocrino y la respuesta inmune.
Si bien este trabajo está enmarcado en los estudios de las enfermedades de Chagas y Tuberculosis, “servirá en el futuro para el entendimiento de otras afecciones de naturaleza infecciosa”, explica Bottasso.
“El desafío es tratar de ver de qué manera este estrés modifica buena parte de la respuesta hormonal con repercusiones sobre los mecanismos de defensa.”
Para realizar la investigación se estudian muestras de sangre de pacientes que concurren a los hospitales públicos de la ciudad. Luego se analizan los linfocitos de la muestra, células de gran jerarquía en el sistema inmune, y se los enfrenta a productos derivados de los gérmenes que producen las enfermedades, para después analizar cómo reaccionan ante el microorganismo. El análisis permitió comprobar que muchas células inmunológicas se vuelven resistentes al efecto de las hormonas. La respuesta inmune va de la mano de la reacción inflamatoria y ambas tienen a su cargo la misión de defender al organismo. Para atenuar la inflamación, actúa una hormona llamada cortisol. A veces, las células inmunes son rebeldes a la acción antinflamatoria y el cortisol no puede cumplir su función.
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Está comprobado el efecto nocivo del estrés. Las personas estresadas tienen chances de presentar mayores niveles de cortisol. Esta hormona disminuye la respuesta inflamatoria pero también la inmunológica, con lo que el mecanismo defensivo ante la infección no es el más adecuado. “Es un camino largo y no lo vamos a resolver sólo nosotros”, reflexiona el investigador. Y remarca la importancia de estudiar integralmente al cuerpo humano y lo atractivo de realizar un enfoque psico-inmuno-endocrino en dichos estudios.