“Aproximaciones a los nuevos dispositivos coreográficos diseñados en interacción social” es el nombre del proyecto creado en 2009 en el departamento de Artes del Movimiento del IUNA. Dirigido por Miguel Ángel Baquedano e integrado por los docentes investigadores Susana Temperley, Susana Szperling y Valeria Martínez, el proyecto se propone analizar la forma en que a partir de un cambio en el lenguaje de la danza, producto de la incorporación de nuevos métodos compositivos, se produce un encuentro comunicativo entre bailarines y sujetos ajenos al mundo de la danza.
> Leer también: Restauraron la obra “Chacareros”, de Antonio Berni.
Estas modificaciones en el lenguaje de la danza suponen, por un lado, su expansión a nuevos rincones del campo social y, por otro, la incorporación a la disciplina artística de nuevos agentes, morfologías y movimientos. En ese sentido el proyecto buscó indagar de forma sistemática las modalidades de participación de personas no formadas en la danza y dar cuenta de la posible transformación social producto de esta incorporación, así como proveer a los coreógrafos de un corpus de información que pudiera inspirarlos en la creación de nuevas composiciones artísticas.
Para dar cuenta de los efectos del encuentro comunicativo entre artistas y otros sujetos no artistas, los investigadores han analizado cuatro trabajos realizados por distintos bailarines y coreógrafos cuyo eje común es el vínculo de la danza con lo cotidiano. El primero de estos trabajos llamado “Cita con el coreógrafo” fue realizado por la coreógrafa Favela Vera Ortíz (Finlandia). Consiste en un encuentro de tres horas en el que un participante convocado por distintos medios crea un solo junto a la coreógrafa, luego el participante podrá mostrar ese solo en donde guste, eventualmente, lugares públicos o centros artísticos.
Lo novedoso de este trabajo reside en la idea de la danza contemporánea como un servicio, en tanto que cualquier persona puede juntarse con la coreógrafa para llevarse su danza a un lugar elegido. A su vez proponen a quienes acuden a tomar ese servicio la posibilidad de ser protagonistas en la construcción del hecho artístico.
Otro de los trabajos analizados lleva como título “Danza contemporánea a domicilio” y fue creado por la coreógrafa y bailarina brasileña Claudia Muller, quien ofrece un servicio de “delivery” de danza contemporánea a domicilio. La muestra consiste en una “Solo performance” de diez minutos en el espacio deseado. En relación al trabajo anterior se observa que también comparte la idea de servicio, a su vez que integra a quien contrata a la bailarina en el rol de co-autor en tanto que puede elegir dónde y cuándo se produce el encuentro.
“Disculpe usted ¿por favor podría coreografiarme?”, es el nombre del tercer trabajo investigado, creado por la bailarina coreógrafa L. Kalauz de Alemania. El trabajo consiste en interpelar a los transeúntes de la vía pública preguntándoles si están dispuestos a coreografiar algo para la bailarina en ese preciso momento. Esto es registrado por un camarógrafo y editor y luego presentado en distintos centros culturales. En este trabajo el “factor inesperado” es de gran peso, el transeúnte que probablemente no tiene ningún tipo de experiencia en danza genera las consignas que la bailarina luego interpretará.
El cuarto trabajo investigado se llama “Mi familia también baila y Dúo de especialidades”. La convocatoria oficial fue realizada por el IUNA para docentes y alumnos del departamento de Artes del Movimiento. Consiste en dúos co-creados e interpretados por alguien perteneciente al ámbito de la danza y algún compañero o familiar de otra ocupación. En este trabajo se genera una yuxtaposición entre el lenguaje del/la bailarín/a y la profesión del/la compañero/a.
Todos los trabajos analizados pueden considerarse como fenómenos interaccionales, ya que reúnen a sujetos con diversas destrezas para crear una situación de comunicación corporal y verbal. En relación a esto, Susana Szperling explicó a Argentina Investiga que “es muy rico lo que ocurre en el proceso creativo, es un aprendizaje para ambos lados, es una búsqueda que tiene un crisol de distintas respuestas”. Se trata de un sistema de intercambio de múltiples dimensiones: entre cuerpos (en tanto se patentizan las técnicas de un cuerpo con formación en danza y las propias de cuerpos con otra formación) entre subjetividades (se conjugan técnicas sociales, intercambios de roles, por ejemplo artista/ciudadano) y entre sistemas (academia de danza/galería de arte/ámbito público/vida cotidiana).
Entre los resultados de esta interacción los investigadores destacan la capacidad reflexiva que posee la danza para “abrir puertas” a otras esferas de la vida, como la conexión entre danza y prácticas sociales cotidianas, lo que invita a pensar la danza desde un punto de vista político. Observan un gran interés por parte de las personas ajenas al mundo de la danza por formar parte de estas experiencias comunicativas. Comenta Szperling: “Hay bastante agradecimiento de hacer posible esta sorpresa, a su vez surge algo interesante sobre la continuidad entre lo público y lo privado”. Tanto el bailarín experimentado como la persona que ingresa por primera vez a la danza se sumergen en un universo con nuevas pautas, reglas propias que los sujetos deben ir descubriendo.
> Leer también: Performance, nuevas tendencias de un arte del presente.
En la actualidad la primera etapa del proyecto de investigación ha finalizado, los investigadores se proponen continuar una segunda etapa con vistas a profundizar los conocimientos adquiridos, se integrarán al equipo Gabriel Nardacchione, Erica Koleff y Marina Tampini, además de Susana Szperling y Valeria Martínez. Entre algunos de los objetivos propuestos para esta segunda etapa se encuentran la posibilidad de proveer a los coreógrafos de un material de información que pueda funcionar de inspiración para nuevas creaciones artísticas; establecer intercambios entre artistas nacionales e internacionales e indagar en las modalidades de producción y consumo de las obras donde prima la interacción social.