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Universidad Nacional de Córdoba - Facultad de Filosofía y Humanidades

27 de Junio de 2022 | 7 ′ 57 ′′

Ausencias con fuerza propia: contar la desaparición de personas desde el registro arqueológico

Un artículo del Instituto de Antropología de Córdoba recupera las experiencias del trabajo realizado en ex centros clandestinos de detención de Córdoba. El texto reconstruye el registro arqueológico aplicado a la búsqueda de vestigios: desde manchas de sangre, grafitis y mensajes ocultos en las paredes bajo capas de pintura, hasta el análisis de las remodelaciones edilicias. Técnicas de estudio del arte rupestre, uso de reactivos químicos, entre otros métodos, convergen para colaborar en la construcción de memorias y aportar pruebas a la Justicia.

“La cuadra”, en el ex centro clandestino de detención La Perla. Fotografía de Niamfrifruli, vía Wikimedia Commons.

“¿Qué sucede cuando accedemos a las desapariciones sin cuerpos?”, se pregunta Andrés Laguens, investigador del Instituto de Antropología de Córdoba (Idacor – UNC/Conicet). En un artículo científico publicado meses atrás, el antropólogo reflexiona acerca de sus experiencias de trabajos arqueológicos en ex centros clandestinos de detención de Córdoba.

“Está claro que la presencia de esos cuerpos ausentes se vuelca en otros planos materiales”, adelanta el especialista a Argentina Investiga y remarca la importancia de los “vestigios” –lugares de encierro, de tortura, manchas de sangre, marcas en las paredes–, que son más que memorias y significados. “Son la materialidad concreta de desapariciones y, desde esta materialidad, el registro arqueológico de las desapariciones también puede o tiene algo que contar”, afirma.

Sobre su artículo, Laguens aclara que “el interés está en reflexionar acerca de cómo esos contextos físicos, sus huellas de un pasado inmediato, las experiencias sensoriales de dichos espacios y las distintas subjetividades puestas en relación, logran que esas ausencias forzadas se tornen en presencias y se reconviertan en un aquí y ahora con efectos en el presente”.

Arqueología del terrorismo de Estado

Entre 2004 y 2008, junto a diferentes equipos de investigación, Laguens llevó a cabo trabajos arqueológicos por pedido de la Justicia Federal. El objetivo fue aportar pruebas materiales –necesarias para reforzar los testimonios orales de sobrevivientes– y contribuir al conocimiento en términos de la búsqueda de memoria, verdad y justicia.

La primera de esas intervenciones fue en el ex Centro Clandestino de Detención La Perla. Allí la tarea consistió en corroborar el relato de sobrevivientes acerca de la práctica de torturas en dos espacios concretos del predio: la sala de torturas y la sala de interrogatorios.

“A partir de testimonios de sobrevivientes pudimos identificar esos espacios y proceder a realizar una micro-arqueología de paredes y pisos en busca de vestigios. Tras descascarar sucesivas capas de pintura, logramos alcanzar el nivel original de las paredes de ese momento y, mediante el uso de un reactivo químico, detectamos la presencia de manchas de sangre en paredes y pisos”, detalla el antropólogo.

La segunda experiencia se llevó a cabo en el ex Departamento de Informaciones de la policía provincial, la D2. Este sitio, que funcionaba como comisaría, fue lugar de detención temporaria e interrogatorio forzado de personas detenidas-desaparecidas, en tránsito hacia La Perla u otro centro de detención.

“En este caso –apunta Laguens–, las tareas arqueológicas consistieron en un estudio de grafitis de ex detenidos y detenidas realizados en dos calabozos y en la recuperación de estructuras edilicias de la época en que funcionó como centro clandestino de detención, y que habían sido alteradas”.

En este caso, el trabajo se realizó a pedido de la Comisión Provincial de la Memoria de Córdoba. El fin fue identificar el paso de personas por el lugar, así como contribuir a la construcción de memorias y a la realización de muestras museográficas para el público, en tanto Sitio de Memoria.

“Con técnicas arqueológicas usuales del estudio del arte rupestre se recuperaron las inscripciones grabadas en las paredes de los calabozos. Ninguna de ellas hacía referencia a un nombre en particular, sino que la mayoría eran expresiones de ayuda, religiosas o afectivas, en clara respuesta a la angustia de la situación de encierro forzado” describe el especialista.

En otro lugar del edificio logró encontrarse las marcas de antiguas banquetas de concreto en un angosto pasillo donde, según testimonios de sobrevivientes, las personas detenidas aguardaban sentadas con los ojos vendados y sin poder hablar para ser interrogadas.

Las modificaciones arquitectónicas posteriores dificultaron el reconocimiento del lugar. Esto no sólo generaba angustia, sino la posibilidad de descrédito de los testimonios de quienes habían logrado sobrevivir al horror. “Fue muy interesante cómo el hecho de corroborar materialmente sus narraciones afectó positivamente a ex detenidos y detenidas que habían estado en este lugar”, remarca Laguens.

Otros sitios donde se llevaron a cabo tareas de relevamiento arqueológico por solicitud de la Justicia Federal de Córdoba fueron La Casa Hidráulica y la D2 Mariano Moreno, conocidos como sitios de funcionamiento eventual o puntos de apoyo.

Materialidades más allá de los cuerpos

Laguens se centra en las experiencias referidas al registro arqueológico de las prácticas y los eventos asociados a las ausencias forzadas y no en los cuerpos de las víctimas, como una forma de contar las desapariciones desde otras dimensiones de su propia materialidad.

“Trabajamos con una materialidad particular, que no solo participó y participa en ensambles mayores llenos de sentidos, sino que tiene una fuerza propia de por sí y que no solo está en lugar de otra cosa (evidenciando, significando, rememorando), sino que es la cosa misma en sí”, define el antropólogo.

Para él, en un vestigio, en un resto recuperado, la causa y su efecto son inseparables. “Hay una inseparabilidad entre quienes inscribieron sus sentimientos en las paredes, el acto de hacerlo, su persona, su contexto. No sólo se trata del contenido de los mensajes, sino también de una nueva materialidad que trasciende el tiempo. Las víctimas vuelven a hacerse presentes al relacionarnos con esos vestigios”, asegura.

El investigador también destaca la capacidad de “afectar” que tienen estas materialidades en torno a las desapariciones forzadas de la última dictadura militar.

“Desde el principio hay una fuerza afectiva en la sensibilidad de quienes entran en relación al tema del terrorismo de Estado y visitan los ex centros clandestinos de detención. Se le suma luego la fuerza afectiva de la materialidad de estos mismos lugares, expresada en actitudes, como el silencio o el respeto de quienes visitan, la emoción o incluso el llanto”, afirma.

Aportes desde la experiencia

Pasaron más de diez años para que Andrés Laguens decidiera publicar un artículo académico en torno a sus experiencias de trabajos arqueológicos en distintos centros clandestinos de detención.

“En su momento, fue una decisión personal no publicar trabajos sobre las investigaciones hechas en relación a las desapariciones. Entendía que esa tarea era un compromiso social, y no una tarea que pudiera canalizar académicamente, para esto tengo mis otras líneas de investigación. Para mí, los resultados pertenecían a familiares de personas desaparecidas, en primer lugar, y a la sociedad en general, en segundo”, revela el antropólogo.

Hace poco tiempo, en ocasión de un simposio al que fue invitado, Laguens decidió que, ante la posibilidad de nuevos hallazgos, era importante compartir la experiencia y reafirmar criterios.

“Todavía hay cosas por recuperar de estas materialidades, entonces, si esto puede ayudar a que otros y otras enriquezcan y profundicen aún más esta línea de trabajo, significa que de alguna forma estoy contribuyendo a la ciencia, al conocimiento en general y, en definitiva, a la sociedad”, anhela el antropólogo.

Imagen de portada | “La cuadra”, en el ex centro clandestino de detención La Perla. Fotografía de Niamfrifruli, vía Wikimedia Commons.

Producción Periodística:
María José Villalba

Responsable Institucional:
Edgardo Litvinoff
Universidad Nacional de Córdoba

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