“La cultura de cada escuela no determina la violencia pero sí influye en sus modos de presentación", dicen los investigadores.
La autora del proyecto, Leticia Muné, del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario, concibe a la violencia como efecto de una fragmentación generalizada del lazo social que tiene como uno de sus posibles escenarios la escuela.
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“Las características de las instituciones, los modos de relación de sus miembros, su intercambio con la comunidad, las reglas para su funcionamiento, es decir, los aspectos que conforman la cultura institucional de cada escuela, hacen que la violencia se presente de modos diversos”, afirma la psicóloga y aclara: “La cultura de cada escuela no determina la violencia, pero sí influye en sus modos de presentación”.
El trabajo incluyó entrevistas semiestructuradas a docentes de distintos cargos, observaciones de clases, reuniones plenarias y de padres y grupos focales con alumnos de segundo año de tres escuelas públicas del gran Rosario. Las instituciones que formaron parte del estudio pertenecen a municipios de diferente magnitud, con poblaciones heterogéneas entre sí.
La primera es una escuela técnica de una ciudad cercana a Rosario, cuya población es de 45.000 habitantes. La segunda es la única escuela secundaria pública de una ciudad formada por 15.000 personas. La tercera es la única escuela media de un pueblo de 3.000 habitantes.
Para analizar la influencia de la cultura institucional sobre los modos de socialización y las características de emergencia de la violencia en las tres escuelas, se identifican tres aspectos estructurales y dinámicos de las organizaciones escolares: la estructura edilicia, las estrategias para mantener, retener o disminuir la matrícula escolar y los vínculos con la comunidad.
Los hallazgos del trabajo indican que “la conexión empática del adulto para con el joven, necesaria para sofrenar culturalmente las manifestaciones de la agresividad pulsional, está sobredeterminada por la cultura institucional de cada escuela que inventa y reinventa estrategias de abordaje de la violencia social”.
El estado edilicio de las escuelas marca el vínculo con la comunidad y está determinado por el intento de retención o disminución de la matrícula escolar, según expone el informe.
De las escuelas estudiadas, “la puerta de la técnica sólo se abre para quienes tocan timbre, para quienes tienen buenos modales, condiciones de civilización que parecen buscarse en el control de la matrícula escolar y en el fuerte disciplinamiento y cuidado de la imagen institucional”, explica a Argentina Investiga Muné. En consonancia, “la violencia, siempre entre pares, sucede afuera”.
En cuanto a la puerta de la escuela del pueblo “la abren quienes la conocen, quienes son “de la casa” y “en casa”, los adultos se resisten a que los chicos se vayan, cuestión que éstos no sólo vislumbran, sino de la que usan y abusan, siendo fenómenos usuales la violencia física y simbólica dirigida al edificio escolar.
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En el colegio de la ciudad portuaria, “la posibilidad de control de las entradas o salidas se produce sólo en el cambio de turno, lo cual muestra la estigmatización y discriminación hacia la cultura del pueblo y, particularmente, de los alumnos del turno tarde”, comenta la psicóloga. De esta forma “la violencia emerge como afrentas y amenazas a los profesores”.