“Se trata de un ámbito fértil para la circulación de la producción visual actual, siendo una alternativa y complemento al circuito institucionalmente instalado” señala a Argentina Investiga Agüero, quien además de dirigir la investigación, es decano del departamento de Artes visuales del IUNA y director de la cátedra de Grabado y arte impreso.
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Desde el siglo XX la cultura y los procesos sociales vienen determinados por las formas de las ciudades y, en la última década, anclaron en el entorno urbano una amplia red de prácticas artísticas políticamente articuladas. Estas manifestaciones de la cultura moderna exceden el marco de concepción, producción y distribución acotado al campo del arte. Un arte que confluye y acciona en el espacio urbano dejará en evidencia algunas especificidades de su contexto, a partir del lugar de emplazamiento.
Los creadores de estas obran actúan impulsados por los estímulos del entorno cotidiano y emergen por la necesidad de incidir en la ciudad definiendo nuevos lugares. Intervenir significa para ellos proyectar hacia el exterior informaciones individuales, particulares y sociales. De este modo, estos artistas imponen sus convenciones e intereses sobre el entorno.
Los artistas urbanos son productores de acontecimientos que se introducen en el paisaje, apoderándose de las calles para modificarlas de manera contundente. Algunas de sus obras buscan perdurar; otras son efímeras, pero (por sobre todo) son prácticas generadoras de situaciones que alteran las formas convencionales de vincular a la gente con su entorno y sus semejantes.
En esa dirección los investigadores señalan que, lejos de ser generadas sólo por el artista, estas manifestaciones apelan a procesos de producción más amplios, provocan o invitan el accionar de los transeúntes, “podemos decir que el arte urbano se propone como una forma de interrogar, alertar y cuestionar al espectador” sostiene Alejandra Bocquel, una de las codirectoras del proyecto.
Hoy en día las distintas manifestaciones del arte urbano constituyen una forma de comunicación ya incorporada al entorno. Todas estas voces constituyen un vasto material de análisis para reflexionar sobre el estado actual de la sociedad, la estética y los desdibujados límites del arte contemporáneo. En ese sentido, plantear el espacio público como escenario para la producción artística lo convierte en un acontecimiento social, político, comunicacional y, a la vez, plástico. Es esta condición de “espacio-soporte” que ofrece lo público, la que subraya y hace que el arte despliegue toda su razón de producto de comunicación.
Para José Martínez, otro codirector del equipo, continuar investigando estas praxis “permitirá ‘leer’ algo acerca de la identidad individual y colectiva del contexto, haciendo foco en el aspecto social del espacio urbano”. Ya que las prácticas transdiciplinares en el espacio urbano proponen un nuevo modo de productividad y experiencia estética, se debe considerar no sólo las poéticas, sino los contextos de articulación social y políticos como propios de las obras.
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Al respecto Martínez aclara “estas nuevas formas de arte dejan huellas que debemos observar para comprender todo aquello que afecta el espacio físico de la ciudad. Una ciudad que debe pensarse también como receptora de emociones e intereses afectivos. Rastreando estas marcas del arte ‘en la calle’, pretendemos indagar de qué modo la cultura y los procesos sociales articulan el paisaje contemporáneo”.