Cada tanto suenan voces de alarma por el uso excesivo de anglicismos en el idioma español. La de la Real Academia Española es una de ellas. La Universidad Nacional de San Juan editó algunos videos de defensa del idioma, por ejemplo, ante el bombardeo de palabras en inglés en la publicidad. “Lengua madre hay una sola”, reza el video (http://bit.ly/1sVdgJh). En esa institución de aquel lado del Atlántico tal vez exista razón en preocuparse. Calles de cualquier ciudad argentina se maquillan con carteles, marquesinas, anuncios, señales, todo en inglés, que las asemeja a arterias de Nueva York, Los Ángeles, Londres, Manchester…
“Mi outfit” de hoy es…”, así empieza la conductora Maru Silva a describir su ropa cada tarde en el programa DQE, de Canal 8 de San Juan. “Siempre lo digo así. Creo que los términos en inglés son más abreviados y por eso se hicieron más que comunes”, justifica la periodista, para rematar: “El público que mira el programa no es siempre joven, también hay gente mayor y me entiende. En una boutique una señora de unos cincuenta años me dijo ‘Me encantó tu outfit de ayer’”. Otro ejemplo: “Tengo un negocio de venta de lámparas de sal y artículos decorativos que se llama “Black Cat” (Gato Negro). Lo bauticé así porque consideraba que fonéticamente sonaba mejor que en castellano”, explica Mónica Castro, a cargo de la gestión de Redes Sociales en la Universidad Nacional de San Juan.
> Leer también: “El capitalismo está en jaque”.
Un equipo de investigación del Departamento de Lengua y Literatura Inglesa de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ realizó el proyecto denominado “Anglicismos en San Juan: usos y actitudes”, en el que aborda la notable presencia de palabras inglesas en el habla de San Juan y las actitudes que ellas provocan entre sus hablantes.
Luego de la II Guerra
“Después de la II Guerra Mundial se incrementó notablemente el fenómeno lingüístico-cultural de la difusión global del inglés, que es la segunda lengua más hablada, sumando los hablantes nativos y los que la hablan como lengua extranjera. Entre las causas figuran la extendida colonización que llevó a cabo Gran Bretaña, el surgimiento de EEUU como potencia mundial, la globalización y el avance en las comunicaciones”, analizan en el equipo de investigación formado por Rosa María Sanou, Graciela Albiñana Graciela Galli y Claudia Castañeda.
Preferencias
En el trabajo analizaron la capacidad del habla para trasmitir significados sociales, es decir, ese proceso por el que los sujetos toman el modo de hablar de sus interlocutores como un síntoma de información social sobre ellos. Y también observaron esa propiedad del habla de convertirse en un emblema o símbolo de identidad sociocultural: a través de sus usos lingüísticos los hablantes intentan proyectar una determinada imagen de sí mismos. Las investigadoras aplicaron 126 encuestas a mujeres y varones sanjuaninos, tanto jóvenes como adultos y mayores, y pertenecientes a tres niveles socioeducativos: bajo, medio bajo y medio alto. Los sujetos indicaban si usarían un vocablo español o su equivalente en inglés en cada una de las 60 situaciones propuestas en la encuesta. De todas las respuestas, un elevado 56% le corresponde a la opción de emplear palabras inglesas, “lo cual revela una notable preferencia por ese idioma en los mensajes, preferencia que sigue la tendencia mundial observada en las últimas décadas”, agregan.
De los factores sociales analizados, el de más peso por la frecuencia de uso de los préstamos fue la edad de los encuestados: “Los jóvenes y adultos optan por ellos en el 62% de sus respuestas, proporción más elevada que el 44% que arrojaron los mayores. Esto se relaciona con que las dos primeras generaciones ya crecieron en contacto con los anglicismos y con el prestigio lingüístico del que goza actualmente el inglés, en tanto lengua internacional, más ligada a lo moderno, lo juvenil, la tecnología de punta”, indican.
Cuestión de actitud
En lo concerniente a las actitudes lingüísticas se les preguntó a los sujetos directamente si les gusta que se usen palabras inglesas en las conversaciones, y si opinan que quienes las emplean dan la impresión de ser modernos, cancheros y/o personas de mundo. En relación con las técnicas indirectas para estudiar las actitudes, se les dio a leer dos textos muy similares, excepto que uno incluía doce anglicismos y, el segundo, sus equivalentes en español. Los encuestados debían contestar preguntas sobre la personalidad que parecía tener el autor de cada texto. Con las técnicas directas, sólo el 16% de los consultados reconoció gustarle la inclusión de palabras inglesas, y el 48% de ellos opinó que quienes emplean anglicismos parecen ser personas modernas, cancheras y/o personas de mundo.
Lo sorprendente fue que con las técnicas indirectas –en las que nunca se los interrogó abiertamente sobre el uso del inglés– la gran mayoría evidenció una franca actitud positiva hacia el autor del texto que utilizó anglicismos. “Según la impresión que le dio al 84% de ellos, se trata de una persona de mundo, con una mirada más amplia e internacional de la realidad; moderna, que tiene onda y está actualizada; y canchera, que se comporta con desenvoltura y seguridad. Pero, interrogados sobre el autor que no optó por ningún préstamo inglés, únicamente un 25% opinó que parecía ser una persona con dichas características.
“Lo que explica la aparente incongruencia entre el bajísimo 16% de los sujetos que admite abiertamente que les gusta el uso de esos vocablos y el elevado 84% que opina favorablemente sobre el autor que los empleó, es el concepto de prestigio lingüístico”, refieren las investigadoras. Y concluyen diciendo que los resultados evidencian que “en el imaginario social de nuestra comunidad, los anglicismos parecen estar ligados al mundo de la tecnología de avanzada; a la realidad internacional; al cine, la música y la televisión con sus producciones y celebrities; a las últimas modas o tendencias y, por todo ello, también a la posibilidad de intentar proyectar una imagen de persona de mundo, juvenil, canchera, con onda, actualizada”.
> Leer también: Un lugar para la bioética.
En “Blues de la libertad”, Patricio Rey y sus “Redonditos de Ricota” alertan que la libertad no es esa suerte de “tormenta mental que da el prestigio loco”. But evidently, los anglicismos, tormentas mentales o no, sí lo dan.