El estudio relativiza la premisa de que en estos tiempos internet lo absorbe todo. El sociólogo Marcelo Padilla, responsable de la investigación junto a Lucía Bagini, sostiene que indagar en la cultura ya no significa hablar de artistas, antropólogos o escritores: “No se trata sólo de mirar un proceso de cultura desde el ámbito de su producción o sus productores, sino además, analizar los espacios de circulación de los productos y, en este caso, este estudio se propone dimensionar el proceso de consumo de esos productos”.
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El trabajo, que fue realizado desde la Universidad para el ministerio de Economía de Mendoza, propone acciones para la creación de audiencias culturales locales y el desarrollo de emprendimientos culturales. La cultura como industria económica es el punto de partida para los investigadores.
El domingo es sagrado
El Estudio de Consumo Cultural se hizo a través de encuestas a personas de más de 14 años, de todos los niveles socioeconómicos, que viven en el Gran Mendoza y en los departamentos de Tunuyán, San Rafael y San Martín. Según las respuestas, el tiempo libre del que disponen los mendocinos se da fundamentalmente los domingos, aunque entre los jóvenes de 15 y 24 años también son importantes los días viernes y sábados.
Entre otros resultados relevantes, el estudio evidenció que 3 de cada 10 habitantes no gastan dinero en su tiempo libre; y el 50% de los que sí lo hacen gasta menos de 100 pesos por mes, lo que revela que sólo una minoría de la población considera o puede darse el gusto de “consumir” cultura en la provincia.
Los datos pertenecen a octubre de 2007 y dicen que el gasto promedio de la población de Mendoza en actividades de tiempo libre es de 129 pesos por mes, pero con fuerte variabilidad. Con respecto a los productos culturales, ese gasto baja a 89 pesos. “La población gasta en promedio mensual casi un 50% más de dinero en actividades de tiempo libre que en productos culturales”, concluyen Padilla y Bagini.
Otro resultado llamativo es que la mayoría de los encuestados mira televisión en su tiempo libre (93%), pero es importante también el porcentaje de los que escuchan radio (73%). En contraste, mucho menor es la proporción de los que asisten a conciertos y espectáculos: 36%, aunque no deja de ser importante si tenemos en cuenta que esta alternativa implica un gasto extra de dinero. Esto tiene mucho que ver con lo económico, y con el nivel de instrucción: las salidas a espectáculos, recitales y cine son alternativas de los niveles más altos. Lo mismo ocurre con la lectura: entre los que completaron el secundario, el 60% lee diarios y el 40% revistas.
El papel del Estado
Más allá de los números, Padilla diferencia en su análisis el consumo de cultura de la producción, para explicar por qué si el acceso a los productos culturales no es bajo sigue siendo problemática la creación de una industria cultural en la provincia.
“El público mendocino es consumidor de cultura, podemos corroborarlo en los datos del informe. Pero no sabe que aquí se puede producir cultura en términos de industria; desconoce la oferta, aunque tiende a valorar positivamente lo local”, explica el sociólogo a InfoUniversidades. Y defiende la visión de la producción cultural como un reflejo de la identidad de los pueblos, que debe contar con un incentivo estatal. “La cultura, lejos de ser un mero ‘regocijo del espíritu’, es también un proceso de producción material y simbólico. Las economías de los países más importantes así lo entienden, y por ello han desplegado una verdadera industria del entretenimiento y el tiempo libre”.
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Por eso en sus conclusiones, el trabajo formula una serie de propuestas de acción que podrían implementarse desde el Estado. Entre ellas, elaborar una legislación para regular las industrias culturales; crear un observatorio cultural del que participe la UNCuyo; la generación desde el Estado de áreas para la producción y difusión de expresiones artísticas; y hasta una feria anual de la industria cultural de Mendoza.