En el siglo XIX las instituciones fueron concebidas como referentes de pautas y normas socializadoras pero las transformaciones del siglo XX cambiaron la naturaleza convencional de sus funciones sociales. Entre ellas se pueden mencionar la devaluación de la familia, la escuela, el trabajo, etc. Esto se debe al desempleo, el subempleo, el deterioro de la educación pública, la transformación de la familia y la crisis del Estado, todas cuestiones que influyeron en la percepción negativa de estos agentes socializadores.
> Leer también: Adolescentes, el grupo más proclive a contraer enfermedades de transmisión sexual.
Los jóvenes principalmente se convirtieron en un grupo en riesgo de exclusión, debido a que padecieron dificultades en la inserción en el mercado de trabajo, desigualdades educativas y concentración de la pobreza.
Por ello, los investigadores estudian los nuevos sentidos y las prácticas de los sujetos juveniles relacionadas con el proceso de construcción de identidades sociales. En este sentido, interesa indagar la forma en que la juventud percibe y representa la sociedad actual y de qué forma la construyen.
Este estudio se aplicó a un sector perteneciente a estratos medios y populares de la ciudad de Santiago del Estero, y puso énfasis en diversas dimensiones de análisis como las estructuras sociales, demográficas, económicas, los procesos actuales de integración y exclusión social, los diversos modos de percibir, pensar, valorar, actuar y el modo de identidades sociales que caracteriza a los adolescentes y jóvenes. Se indagó acerca del tipo de familia que buscan componer, los valores que consideran importantes, las perspectivas con respecto a la educación y el trabajo. Para ello se realizaron encuestas y entrevistas a personas de entre 15 y 24 años y también a dirigentes juveniles.
Como resultado se concluyó que existe una tendencia mayoritaria y marcada de achicamiento del número de integrantes de las familias nucleares y nuevas formas familiares, donde prima lo consensual y lo transitorio. Pero cuando se consultó sobre el tipo de familia que desean construir, se pudo establecer que consideran importante a la institución familiar tradicionalmente constituida, ya que la piensan como una institución fundante e insustituible para el buen desarrollo de la persona que los contiene afectivamente. Sólo un 12% de los entrevistados respondieron que la familia no es necesaria; y la entienden como un mero compromiso temporal hasta que se críen los hijos, un medio para mantenerse económicamente y que perdió vigencia como institución.
Respecto a los valores principales que orientan su vida, en primer lugar están los que tienen que ver con las cualidades personales, es decir, ser buena persona, sensible ante acontecimientos y personas. Luego siguen los valores relacionados con la capacidad, el esfuerzo, las habilidades, la conveniencia, la competencia y el tener cada uno los bienes que considera que le corresponden.
En último lugar se ubican los desvalores, como las actitudes de desinterés e indiferencia, buscar la mejor manera de pasar el tiempo y acudir a la violencia como forma de conseguir lo que les pertenece.
Con respecto al tema educación, se identificó en los jóvenes una gran falta de estímulo y realización de las tareas que los lleva al fracaso escolar. También se estableció que en los estratos socioeconómicos bajos no es importante la escolaridad, porque se prioriza el trabajo para satisfacer necesidades de subsistencia. En las clases sociales medias la importancia pasa por los estudios y el trabajo se deja para después.
> Leer también: Jóvenes, el sector más postergado del mercado laboral.
“Se pudo observar que si bien primero hay actitudes de los jóvenes de ruptura y alejamiento con respecto a la concepción de la representatividad de agentes sociales convencionales, luego se vio un acercamiento hacia valores estables con respecto a las instituciones”, afirmó el equipo de investigadores del proyecto, cuya directora es la Licenciada en Sociología María Luisa Araujodo Argibay.