Las 300 especies de peces que viven en el Río Paraná sufrieron en los últimos años la quema del humedal, pero también la bajante, sequía y crecida del río. Para estudiar cómo afectaron estos cambios, un equipo de investigadores conformaron el grupo “Biodiversidad en ambientes acuáticos”, dentro de la Plataforma de Estudios Ambientales y Sostenibilidad de la UNR y comenzaron a realizar un monitoreo luego de los incendios.
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La Dra. en Ciencias Biológicas, Vanina Villanova, explica que para estudiar la diversidad acuática utilizan la técnica de ADN ambiental, que analiza el material genético liberado por individuos que transitaron o habitan en el medio. Este tipo de muestreo no es invasivo y, por lo general, identifica un mayor número de individuos con menores tasas de error en comparación con otras técnicas. El trabajo analiza la diversidad de peces, bacterias, plancton y organismos bentónicos, que son los que habitan en el fondo. “Logramos estandarizar esta metodología, es decir, saber cómo tomar las muestras, cómo extraer el ADN del agua y cómo medir a través de ciertos marcadores la diversidad presente en el ambiente”.
El equipo hizo muestreos en la Isla de los Mástiles desde fines de 2020, durante dos años, y actualmente están analizándolos. Para la investigación eligieron dos lagunas afectadas por los incendios y otras dos que no. A su vez, una de ellas se secó durante la bajante del río y ahora, con la crecida, aparece unida a las otras. Estos cambios ambientales permitieron observar modificaciones, no sólo en el paisaje sino también en los organismos que lo habitan.
La hipótesis inicial es que el fuego afectó la biodiversidad de especies, principalmente de bacterias, plancton y organismos bentónicos, claves para garantizar la alimentación y el equilibrio de todo el sistema. En general, estos organismos son los primeros en verse afectados ante perturbaciones en el medio, disminuyendo la diversidad y variando la abundancia relativa de los mismos.
Por otra parte, el fuego aumenta la temperatura del agua, lo que disminuye los niveles de oxígeno, afectando a todos los seres vivientes. Las cenizas pueden afectar a los peces al obstruir sus branquias y contaminar el agua, así como también a los organismos bentónicos. Sobre los parámetros del agua pueden existir cambios en el pH por el transporte de cenizas y nutrientes a través de procesos de erosión del terreno circundante hacia los cursos de agua.
Laboratorio del Acuario
Paralelamente, realizan estudios de la diversidad genética de algunas especies de importancia comercial, como por ejemplo el sábalo, el que más se pesca en la zona y se exporta. El trabajo se lleva a cabo desde el Laboratorio de Biotecnología Acuática, que funciona en el Centro Científico y Educativo Acuario del Río Paraná, en Rosario, bajo la dirección de Villanova. Allí trabajan investigadores del Conicet y docentes de la UNR que desarrollan este proyecto en colaboración con otros investigadores de las Universidades del Litoral, La Plata y Tierra del Fuego.
Poseen muestras tomadas en el año 2011 y otras de este último año, con la intención de comparar si se vieron afectadas. “Conocer la diversidad genética de una población permite saber su estado de salud y cómo va a poder responder a cambios ambientales”, explica la investigadora. Es decir que “cuando una población tiene una alta diversidad genética se espera que haya capacidad de respuesta al impacto ambiental; en cambio, cuando la diversidad es baja, las chances son menores”.
La investigadora afirma que en esa zona la especie más explotada por la pesca es el sábalo y por la acuicultura, el pacú. El pacú es un pez herbívoro de agua dulce con hábitos migratorios ya que se desplaza para reproducirse. Se lo llama pez redondo por la forma que tiene y prefiere los climas templados a cálidos. Otra de las características es que es una especie autóctona y está adaptado a la zona en que se lo cultiva.
El cultivo de especies como esta fue acompañado y beneficiado en los últimos años por el desarrollo de tecnología basada en el conocimiento de su genoma y sus características genéticas.
En 2018, Villanova obtuvo el Premio Ilumina, que consistió en la financiación de su proyecto para la secuenciación del genoma del pacú: “Secuenciamos un genoma de macho y uno de hembra, lo que nos permitió desarrollar una herramienta para la determinación de sexo del pacú desde los primeros estadios larvales del pez”.
La especialista explicó que esto puede utilizarse para hacer selección de individuos de un sexo u otro cuando un productor quiere conservar un grupo para una próxima generación. Por otro lado, también permite caracterizar genes relacionados a la respuesta inmune de estos peces.
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Cabe destacar que el pacú es la especie número uno en producción en Argentina. “En nuestro país somos pocos los grupos trabajando en genética de peces y no se conoce mucho sobre las características de las poblaciones de peces de la región, menos aún sobre sus genomas”, expresó Villanova y aclaró que las nuevas tecnologías desarrolladas en este proyecto pueden ser utilizadas por los productores de pacú, promover así la piscicultura, disponer de un producto accesible y estimular el consumo de peces de agua dulce, sin detrimento de los recursos naturales. Este proyecto es un trabajo conjunto entre los investigadores del Acuario, expertos del Centro Internacional Franco Argentino de Ciencias de la Información y de Sistemas de Rosario, en colaboración con investigadores de Chile, Brasil y España.