Grandes ríos, extensos humedales, lagunas, agua que sube y baja, humedad, mosquitos y bichos varios todo el año hacen de Santa Fe el espacio ideal para que habiten los anfibios, el grupo de animales vertebrados que tiene dos vidas, una dentro del agua y otra fuera de ella.
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Pero salvo para los expertos, las características de este grupo de organismos es una incógnita para la mayoría de las personas. Para revertir esta situación y difundir y preservar la importancia de los anfibios locales, un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Limnología (INALI), de doble dependencia Universidad Nacional del Litoral (UNL) - Conicet, está por concluir un proyecto de divulgación llamado “Conociendo y valorando los anfibios de nuestros humedales”.
“El proyecto tiene tres grandes partes”, indica a Argentina Investiga la doctora Romina Ghirardi, investigadora de Conicet que desarrolla sus actividades en el INALI, dentro del equipo de herpetología, y es la directora del proyecto. “La primera es que toda la información que se viene recopilando desde hace quince años en el grupo de anfibios se pueda divulgar y llevar a la sociedad con charlas y seminarios abiertos. La otra pata del proyecto tuvo que ver con un taller para docentes, para trabajar la temática de los anfibios en el aula, y la tercera pata es la publicación de una guía de reconocimiento de anfibios de la provincia de Santa Fe”.
El libro estará publicado en breve y tendrá información detallada sobre las especies de la provincia, con fotos y datos sobre la conservación, coloración, tamaño, forma y demás detalles que permitirán reconocer a los anfibios en el campo.
Sapos, ranas y escuerzos
A pesar de que popularmente se divide a los anfibios entre sapos, ranas y escuerzos, la doctora Ghirardi explica que la clase anfibia tiene tres órdenes: “el orden Gymnophiona, que son las cecilias o viboritas ciegas, el orden Caudata, que son por ejemplo las salamandras, que parecen lagartijas pero no tienen escamas, y el orden Anura al que pertenecen las ranas, sapos y escuerzos. En la provincia de Santa Fe hay una especie del orden Gymnophiona y 51 especies del orden Anura”.
Cada especie difiere en color, tamaño y espacios donde se mueve, entre otras cosas. Ghirardi destaca que muchos anfibios de esta zona comparten el hecho de encontrarse en el límite sur de la distribución geográfica para su especie. “Nosotros compartimos muchísima anfibiofauna con los países limítrofes, principalmente Uruguay, Paraguay, Brasil y Bolivia que por lo general entran a Santa Fe por el río Paraná. Otras especies llegan hasta Venezuela y Santa Fe es el límite más sur de su distribución”.
Por suerte, lo que no compartimos con el norte es la toxicidad de los anfibios. La investigadora destaca que en Santa Fe no hay ranas tan venenosas como las temidas Phyllobates terribilis, la famosa rana dardo que habita las selvas húmedas de Colombia y Panamá, con un alcaloide venenoso en la piel capaz de matar a un humano en segundos. “La especie que tenemos acá es Trachycephalus typhonius, a la que llaman ‘rana lechosa’. Es un anfibio de mediano tamaño -puede llegar a medir hasta 7 cm- y si uno la agarra o le toca la piel, la rana libera un líquido lechoso, pegajoso, que irrita muchísimo a las mucosas. Pero no mata”.
Parte de los objetivos de este proyecto de divulgación es, además, ayudar a desterrar los mitos alrededor de los anfibios, como el que afirma que si se los toca pueden salir verrugas o que son venenosos. Por eso Ghirardi destaca el valor de la información correcta sobre estos animales. “Acá la gente puede tocar a las ranas, simplemente después debe lavarse bien las manos y no tocarse los ojos o las mucosas -ni más ni menos que lo que se debe hacer cuando se manipula cualquier animal-”.
La crecida del Paraná y los anfibios
Tanto para los anfibios como para otros grupos de organismos, la crecida del Paraná ofrece la oportunidad de explotar nuevos ambientes gracias a la ocupación de la planicie aluvial por parte del agua. Para el doctor Javier López, investigador del INALI y docente en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL que realizó su tesis doctoral en este tema, las variaciones en el caudal del río son parte integral y fundamental del sistema y permiten mantener su diversidad.
“Una de las variables de las crecidas que afecta a los anfibios es la conectividad de los cuerpos de agua. Por ejemplo, hay ambientes que se conectan sólo en crecidas extraordinarias, otros que se conectan todos los años en los dos picos de crecidas ordinarias, y después hay lagunas que se conectan aún en períodos de aguas bajas. Esa graduación de ambiente es lo que permite que distintas especies puedan explotar los diferentes nichos disponibles, por ejemplo para la reproducción, y puedan prosperar”.
López destacó que si bien hay años que son mejores para algún grupo de especies con alguna estrategia adaptativa, la longevidad de los anfibios y la cantidad de eventos reproductivos permite equilibrar las especies locales. “Entonces, si bien hay años que pueden ser malos para la reproducción en un lugar determinado porque necesitan que la laguna se inunde, o al revés, porque se inundó y hubo mortandad de renacuajos, al año siguiente o la segunda reproducción de una temporada puede ser exitosa y vuelve a repoblarse”.
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El grupo está dando los pasos finales en este proyecto y sólo resta editar el libro y publicarlo. “La guía tiene una sección donde se habla de generalidades de anfibios y se expone la reproducción, el modo de vida, la dieta y el hábitat, otra parte donde se habla del origen y evolución de las especies de anfibios actuales, y otra donde se informa sobre el estado de conservación de este grupo”. El libro se completa con fichas individuales por cada especie donde se dan datos para reconocerlos y que permitirá hacer una especie de avistaje de anfibios. Habrá que esperar hasta la primavera y la llegada del calor para salir al campo a buscarlos.