Nota

Universidad Nacional de La Plata - Facultad de Ciencias Veterinarias

09 de Agosto de 2010 |

Ataque a las bacterias más resistentes

La presencia de residuos medicamentosos veterinarios en productos como la leche o la carne configura un riesgo para la salud pública. En La Plata, el doctor en veterinaria Jorge Errecalde trabaja en el estudio de bacterias resistentes a los antibióticos, para mejorar su efectividad.

Investigación al servicio de la salud pública.

A comienzos de la década del ‘80 se iniciaron investigaciones con el método microbiológico en la cátedra de farmacología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNLP. Estos estudios consisten en medir la capacidad que tiene el antimicrobiano de inhibir el crecimiento de bacterias en una placa de petri (recipiente que se utiliza en los laboratorios para el cultivo de bacterias). Este método requiere de poco equipamiento y recursos. En esos años, se trabajaba sólo con la parte farmacocinética, es decir, la medición de concentraciones de antibióticos en plasma y tejidos.

El doctor Jorge Errecalde, profesor titular de Farmacología, recuerda que “con el tiempo nos metimos de lleno en la investigación de la resistencia de los microorganismos a los antibióticos. Esto permitió diseñar planes de administración más eficaces y con menor aparición de resistencia bacteriana. Estos planes son en la actualidad referentes de la Organización Mundial de la Salud, de la Organización Mundial de Sanidad Animal y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación”.

En general, se cree que al administrarse antimicrobianos, la bacteria se vuelve resistente, esto es falso porque puede sobrevivir como puede morir. En toda población bacteriana siempre hay unas más resistentes y otras más susceptibles. El antimicrobiano actúa como un selector: mata a las más susceptibles y deja vivas a las resistentes. El punto negativo es que un antibiótico mata a todas las bacterias y las que resisten quedan sin competencia. La bacteria sin competencia tiene amplias posibilidades de desarrollarse. Además, puede ocurrir que en el curso de una terapia una bacteria mute y se transforme en resistente. Pero sucede algo peor aún, ya que existe una resistencia de transferencia vertical, es decir, la bacteria pasa su resistencia a su descendencia.

Transferencia horizontal de resistencia

Las bacterias diferentes se comunican entre sí a partir del intercambio de fracciones de ADN. En esa interrelación de información, una bacteria resistente puede transferir su resistencia a otra bacteria diferente. Este es un fenómeno grave, ya que en poco tiempo una población bacteriana puede transformarse rápidamente en resistente. Esta es la causa de la necesidad de una actualización permanente en materia de terapias antimicrobianas, para utilizar los antibióticos en forma correcta.

En referencia a la detección de una bacteria resistente, el doctor Errecalde expresó a InfoUniversidades que “las resistencias bacterianas sólo pueden diagnosticarse en el laboratorio. Se pone la bacteria en una placa de petri y se aplican distintos antimicrobianos para saber a cuál es resistente. El problema es que existen bacterias resistentes a varios antibióticos, llamadas multirresistentes. El ejemplo típico es el de las infecciones hospitalarias. En estos casos, si el ser humano no tiene capacidad inmunológica suficiente para rechazar el ataque de la bacteria, indefectiblemente muere porque no hay antimicrobiano para combatirla. Desde 1928, cuando Fleming descubre la penicilina, se da una carrera entre el hombre que produce antimicrobianos y las bacterias que se vuelven resistentes”.

Cuando los antimicrobianos se usan como promotores del crecimiento en animales, se recurre a bajas concentraciones de antibióticos para promover el desarrollo rápido de cerdos, pollos, vacas o peces. Desde lo económico, esto trae resultados favorables ya que crecen mucho más rápido que con la alimentación tradicional. Pero, al suministrar antibióticos en concentraciones bajas durante mucho tiempo, se mata a muchas bacterias del animal, mientras que a las resistentes se les deja el camino libre para seguir desarrollándose.

Errecalde es defensor de emplear los antimicrobianos como promotores del crecimiento hasta tanto se den las condiciones de higiene, vacunación y capacitación de los productores, dado que si se utiliza en forma prudente y se siguen normas explícitas, el uso de antimicrobianos no es peligroso.

El uso descontrolado de antimicrobianos

En los países donde no existe un adecuado y estricto control de antimicrobianos, los productores, con el objetivo de bajar los costos, pueden convertirse en un riesgo para la salud pública. En este sentido, Errecalde cita un ejemplo: “Hay quienes pueden llegar a comprar antibióticos sin el sello del Senasa, o vencidos, o los utilizan sin seguir las instrucciones y sin saber cómo se aplican. Esto es grave, porque así se generan más resistencias microbianas, hay peligros de intoxicación de los animales y de los humanos que los consumen”.

Existe la posibilidad de enfermarse por consumo de carne con bacterias resistentes. Hay distintas probabilidades de transferencia de bacterias de los animales al hombre. Lo más simple es que una bacteria zoonótica se haga resistente en un animal y pase al consumidor a través del producto, como, por ejemplo la Escherichia coli, presente en el intestino de los animales. Al respecto, el especialista puntualizó que “también una bacteria patógena de un animal puede transmitir su resistencia por vía horizontal a una bacteria patógena del hombre. Pero, lo más grave es que una bacteria se haga resistente en un animal, transfiera la resistencia a muchas bacterias del animal y luego el hombre consuma la carne e incorpore bacterias resistentes que luego afectan a bacterias patógenas humanas”.

Producción Periodística:
Programa Bitácora - Radio Universidad Nacional de La Plata

Responsable Institucional:
Eduardo Spinola
Universidad Nacional de La Plata

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