Todo cambio lleva consigo un proceso de adaptación. En el caso de la transmisión y construcción de saberes durante los ciclos lectivos, si bien no suele haber mayores inconvenientes en el paso del jardín de infantes a la escuela primaria y, posteriormente, de ésta a la secundaria, es en el ingreso a la universidad donde puede quedar expuesta la ausencia de un sustrato, un background como suele decirse, para asimilar nuevos conocimientos. Según un grupo de investigadores encabezados por el arquitecto Edelmiro Speranza, vicedecano de la Facultad de Planeamiento Socio Ambiental de la Universidad de Flores, los alumnos llegan a la educación superior, en términos generales, sin una profunda y acabada capacidad de conceptualización y síntesis previamente adquiridas.
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Atentos a estas carencias, y en virtud de investigaciones que se desarrollan desde años atrás en la Universidad de Buenos Aires y replicadas en diversas universidades del país y el extranjero, los especialistas formaron la Red Interuniversitaria Internacional Revitalizadora del Currículo Universitario (UnivRed), cuyo objetivo es acompañar a los estudiantes y docentes universitarios en ese periodo de transición. Si bien su campo de acción es la arquitectura, sus técnicas de trabajo tienden a generar metodologías aplicables a otras disciplinas. La UnivRed es dirigida desde UFLO y representada por integrantes de las universidades nacionales como UBA, La Rioja, Mar del Plata, junto a la Universidad de Mendoza, por el lado local; y las de Asunción (Paraguay), Técnico Federico Santa María de Valparaíso (Chile), Federativa de Rio Grande do Sul (Brasil) y originalmente de Porto-Portugal y Politécnica de Valencia (España), por el lado internacional (aunque posteriormente estas dos últimas han discontinuado su participación).
Según Speranza, líder de la red, profesor de la Carrera Docente de FADU-UBA y profesor titular del Área Proyectual del CBC, estas falencias provienen de una “estructura educativa enciclopedista” característica de varios colegios. “Los alumnos –afirma– egresan sin una conceptualización de la problemática planteada, con cierta carencia en abstracción, simbolismo y síntesis. Esto deriva en inconvenientes al momento de pensar el proyecto. No me refiero exclusivamente a un proyecto de arquitectura sino a todos los niveles de la vida, puesto que el hombre proyecta todo. Si uno no tiene una capacidad de abstracción adquirida en los estratos anteriores de su formación, toda esa responsabilidad luego es asumida por la universidad, lo cual no es lo correcto, ya que se dedica tiempo que va en desmedro de la producción en asignaturas para las especificidades de la disciplina universitaria que el alumno cursa”, señala.
Para identificar estas grietas, y como aplicación del método que el grupo de investigadores propone, Speranza suele sorprender a sus alumnos de arquitectura con preguntas extrapoladas de las disciplinas más diversas como la música, las matemáticas o la historia. “En el caso de la música, utilizar un monumento histórico como la quinta sinfonía de Beethoven es un ejemplo maravilloso para explicar conceptos tan importantes como la utilización de la ‘célula temática’ o el de ‘repetición’, al momento de volcar ideas al proyectar. O en el caso de la historia, yo les decía: ‘Ustedes van a ser arquitectos o urbanistas, ¿pero saben por qué se fundó Buenos Aires?’. Se acordaban de que en la escuela escucharon hablar del mercado de mulas de Salta o de la aduana seca de Córdoba, pero no sabían qué significaban. Entonces, una forma de mostrar análisis crítico relacional sería aclarar que se generaron por el recorrido del tráfico de metales preciosos del Potosí y sacarlos por un puerto seguro, por lo que surgió la necesidad de una ciudad que lo contuviera, que fue Buenos Aires”.
La tarea de la UnivRed pretende poner en crisis el sistema tradicional de enseñanza, aplicando consideraciones como el desarrollo de la práctica previa a toda teorización (práctica-teoría-práctica) e invirtiendo los esquemas. En las pedagogías y didácticas a desarrollar, el grupo pone en juego distintas dimensiones según procedencia del estudiante (social, económica, geográfica, sin agotarse en ellas), como así también planteos de la “dialéctica entre lo deseado y lo posible”, donde el concepto de error es suplido por un reconocimiento de “experiencia realizada”.
En función de esto, el grupo realiza múltiples seminarios y talleres por instituciones educativas, destinados tanto a docentes como alumnos. En esos encuentros, el grupo hace hincapié en tres ejes pedagógicos. Uno de ellos es la transposición de la objetivación a la subjetivación. “No nos interesa tanto el objeto que produce el alumno como el sujeto productor; ver qué pasa por su mente y no corregir solamente el trabajo. Claro que el trabajo es evaluado, lo corregimos, pero en ese momento vemos lo que está haciendo. Y escuchando sus palabras también estoy leyendo su mensaje, sus conceptos”, sostiene el investigador.
“Entonces –señala Speranza–, el segundo paso tiene que ver con la lingüística, es decir, que el alumno sepa armar un discurso explicativo del planteo que hace. En general leen poco, lo que genera una reducción lingüística-terminológica muy grande. Y un tercer elemento es la evaluación: si yo pienso lo de la trasposición de la objetivación a la subjetivación, cuando evalúo a un estudiante trabajamos sobre el concepto de juzgar. El docente se convierte en juez”. Pone, como ejemplo, el caso de la materia Diseño, en la carrera de Arquitectura, que es práctica y anual, donde el alumno tiene una entrega final. “Esto es enciclopedismo puro: los alumnos entregan una pila de carpetas, el docente se las lleva y les da la nota después de un proceso, a solas, de evaluación. Eso es analizar el objeto. A nosotros nos interesa que el proceso de corrección se dé durante todo el año”, agrega el arquitecto. La Red propone que la evaluación comience con el análisis de la consigna y se haga un seguimiento permanente (por ejemplo, con “colgatinas” de trabajos todos los días), permitiendo el intercambio de ideas entre docente y alumnos.
Si bien el proyecto hace pie en la arquitectura, su finalidad es trabajar en pos de la multidisciplinaridad, aunque el investigador reconoce que encontró algunas reticencias al intentar aplicar su metodología en otras áreas. “En un congreso en la UBA donde se discutía la enseñanza en la escuela media, presentamos nuestra ponencia ante profesores universitarios y secundarios. Cuando planteé la problemática, me decían: ‘¿Qué sabes vos de lo que yo hago en mi escuela?’. Y en realidad no estaba criticando a nadie en particular, sólo me estaba refiriendo al material humano que recibía, ya que el cien por ciento de los ingresantes a la universidad es producto de la escuela media. Lo que planteamos es generar apertura mental, pensamiento dialéctico, aptitud crítica”, dice Speranza. Según el investigador, estas falencias no son exclusivas de Argentina: “En Europa la escuela media es de muy buen nivel, aunque con características tecnocráticas: son muy fuertes en matemática y en historia, pero en términos de pensamiento dialéctico no superan nuestros niveles”.
Los recientes encuentros de la UnivRed abordaron los siguientes ejes: la aplicación de nuevas tecnologías en los análisis morfológicos durante el ciclo introductorio al área proyectual; la importancia del concepto de abstracción y su aplicación en la gestación de símbolos generadores de pregnancia en los proceso proyectuales; la aplicación del criterio de conceptualización en el proceso de diseño; y, por último, se introdujo el meta-proceso como análisis de su propio proceso. En la última jornada, realizada en la Universidad de Mendoza, se llevó a cabo un workshop con estudiantes de 2º y 5º curso, en el que hubo un ejercicio de cruces de trabajos entre estos dos niveles y posteriormente un trabajo colectivo donde se aplicaron las propuestas pedagógicas de la Red.
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Alejadas del rigor metodológico de la didáctica y la pedagogía tradicionales, se trata, en definitiva, de claves para que el estudiante pueda navegar en ese océano, a veces turbulento, que es la universidad.