A partir de actos sencillos como crear un meme, improvisar un logo o bajar un programa, el acceso a herramientas digitales hizo que cualquiera se sienta en condiciones de trabajar con imágenes. En otras palabras, parece que de un tiempo a esta parte todos podemos ser diseñadores gráficos. Sin embargo, lograr una comunicación eficaz mediante imágenes requiere de un proceso previo de investigación y creatividad, muchas veces invisibilizado. Y de ahí a la precarización laboral hay un solo paso.
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Tomando nota de una época dominada por el giro pictorial, es decir, de la centralidad de la imagen como medio para transmitir mensajes, un proyecto de UFLO Universidad busca relegitimar al diseño gráfico como profesión y destacar su importancia histórica en el mundo de las artes, la esfera política y la cultural.
“Lo masivo de la comunicación y el facilismo que permite la imagen, porque no hay posibilidad de lo traducible, propiciaron la creación de plataformas que hagan de esto una usabilidad más veloz –señala a Argentina Investiga Valeria Semilla, licenciada en artes y codirectora del proyecto–. Todos podemos trabajar con la imagen en todo sentido; desde armar una clase hasta que uno crea que puede diseñar y ganarse la vida con eso. A partir de la difusión que se hace de esas plataformas, surge la precarización de la disciplina y una pauperización salarial. Esto está armado de esta manera para tener mano de obra muy barata”.
Agrega la especialista: “El logro de una buena imagen requiere elaboración y densidad conceptual, metodología y conocimiento del campo del diseño. Hay autodidactas con una interesante caja de herramientas, que pueden crear una buena síntesis con dichas plataformas digitales. Que estén al alcance de la mano sólo muestra resultados en términos cuantitativos contrarrestando lo cualitativo, de inmediatez resolutiva, evadiendo el tiempo que conlleva el diagnóstico, la investigación y el análisis contextual”.
La aparición de internet, sitios web, blogs, redes sociales, la difusión de rudimentos técnicos para la elaboración, la simultaneidad en el registro, la reproducción y la difusión de imágenes, impulsaron la ilusión de que editamos, componemos y todos podemos ser creadores de diseño. Pero la posibilidad de ofrecer y contratar servicios concretos a través de plataformas, sin importar la cualificación académica o gremial del prestador del servicio, muestra que no existe ninguna relación laboral entre la plataforma y los profesionales, quienes pueden tenerla como su mayor, o incluso única, fuente de ingresos, precarizando el mercado laboral.
De todas maneras, en nuestro país soplan algunos vientos de cambio. Entre 2013 y 2017, La Fundación IDA (Investigación en Diseño Argentino) creó el primer archivo de investigación de diseño argentino, con el objetivo de poner en valor la producción local. Esta iniciativa, de alguna manera frenó el avance de instituciones o coleccionistas extranjeros que compraban los acervos personales de artistas o diseñadores. Esta decisión implica para la institución considerar criterios de catalogación, de conservación preventiva y de digitalización, para que ese material tenga acceso público y pueda ser investigado.
La Fundación IDA, dedicada a la investigación no sólo del diseño gráfico sino también de otras ramas como el industrial, el de indumentaria o el de paisajes, funciona como un bastión para albergar todo ese material disperso. Se trata de una institución que se propone generar conciencia sobre el valioso patrimonio cultural que hay en el diseño argentino y aspira a transformar su archivo, en crecimiento, en el primer Museo de Diseño en ls Argentina. Como antecedente de ingreso de esta tipología en un museo está la pieza de Gonda, que se dona en 2001 al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, simiente para lo que, años más tarde, conllevaría una propuesta de una primera colección de diseño gráfico e industrial realizada por el reconocido arquitecto Ricardo Blanco.
Es en estos espacios donde el equipo actualmente se encuentra realizando su trabajo de campo. Los integrantes del proyecto, que provienen del diseño gráfico, la historia del arte y las ciencias de la comunicación, evalúan los materiales disponibles desde un recorte sistémico relacionado con la memoria, en el mundo y en la Argentina en particular. Allí advirtieron que, por ejemplo, ya comienza a abordarse al diseño gráfico desde una perspectiva de género, como el libro que publicó la Fundación IDA sobre la historia del diseño gráfico en la Argentina, con un capítulo específico sobre las diseñadoras de la década del ‘50. En esa misma línea, el estudiante de UFLO Leandro Deamiches Rizzo realizó una pasantía en el Museo de Arte Moderno, relevando las diseñadoras argentinas en una colección de cuatro mil piezas, investigando sus datos biográficos y procedencias, para incluirlas en fichas técnicas de un software de gestión y así facilitar la tarea de futuros investigadores.
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Este año, el diseñador Fabián Muggeri realizó una compilación del diseño gráfico argentino desde 2000 a 2020, que ha sido declarada de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación y está por editarse. Y, posiblemente, el año que viene el Museo de Arte Decorativo destine una sala específica de investigación y exposición de diseño gráfico, y hasta se anuncia un museo del diseño, por lo que de a poco la disciplina parece ganar territorio. “Ahí se va a ver el trabajo detrás de escena que implica mantener estas memorias. Creo que somos bastante avanzados en la concientización de la importancia de los diseñadores gráficos argentinos, que son muy buenos. Queremos que la disciplina despierte el interés en los investigadores”, concluye Valeria Semilla.