La investigación “Las granjas avícolas de Entre Ríos, cambio tecnológico y reconversión: su análisis económico” estuvo a cargo del licenciado Néstor Domínguez y contó con la colaboración del licenciado Manuel Cavia. El trabajo da cuenta de las características globales del sector avícola y hace hincapié en su evolución y relevancia económica. Se analizaron los frigoríficos, agentes dominantes en la cadena, las granjas avícolas como actor social sustancial en el proceso, las zonas productoras en que se dividen y las modalidades de gestión y empleo que se dan en cada una de ellas.
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El impulso que logró el complejo avícola, no sólo se dio por las modificaciones producidas a escala mundial, sino también por la base sustancial que ofreció el mercado interno. Estas acciones hicieron que el sector avícola desempeñe para la provincia de Entre Ríos un peso sustantivo tanto en términos económicos como en la funcionalidad productiva. Además adquirió relevancia local a partir del desarrollo de la producción primaria (pollos) y como generador de empleo industrial y de servicios (transporte, servicios técnicos, entre otros). Estos movimientos le permitieron a la Cámara que agrupa al sector gestar nuevos espacios de negociación con autoridades gubernamentales y fijar formas y pautas de crecimiento, implementar innovaciones tecnológicas y obtener inversiones sustanciales.
Gracias a las innovaciones tecnológicas y a las mayores inversiones, Entre Ríos se convirtió en la principal productora de pollos vivos y eviscerados y genera la mitad de la producción de carne avícola de Argentina. Además, las plantas de faena medianas y grandes localizadas en la provincia son las principales exportadoras del país. Las exportaciones de pollo, en especial a la Unión Europea, cumplen un papel relevante en la reactivación del complejo. Las expectativas empresariales son favorables a mediano plazo ya que este sector cuenta con un “plan de crecimiento”, 2004/2010, que prevé un aumento de la producción de carne de pollo eviscerada del 70%. Desde 2005, el consumo de pollo promedio por habitante superó los niveles de precrisis (2001) debido tanto al aumento de los niveles de ingreso de la población como al incremento del precio de la carne bovina.
Estas estadísticas, sumadas a los estándares sanitarios con que cuenta la provincia por encontrarse fuera de la influenza aviar, permitieron una gran inserción en los mercados internacionales. Sin embargo, esta situación no se distribuyó en forma homogénea entre los distintos agentes sociales ya que la rentabilidad del sector de las granjas avícolas integradas es muy baja. En Entre Ríos la actividad está concentrada en la zona tradicional (departamentos Colón, Uruguay, Gualeguaychú y Gualeguay) donde las siete plantas frigoríficas más grandes (del total de 15) faenan el 82% del total provincial. Allí se localizan el 80% del total de las granjas, que engordan el 82% de los pollos. En cuanto a la zona no-tradicional (Zona Crespo integrada por los departamentos Paraná, Diamante, Nogoyá y Rosario del Tala), se están expandiendo las granjas de engorde del pollo que participan del 14% de la producción de aves vivas del total de la provincia.
A partir de las nuevas tecnologías incorporadas (galpón con techos de zinc, bebederos lineales a canaleta, comedores automáticos con sistemas de lluvias-rociadores, cortinas manuales plastilleras y uso de ventiladores) y a los estrictos controles genéticos y sanitarios del engorde del pollo, se logró una significativa reducción en el tiempo de crianza y en el de la mortandad. Esto generó mayores inversiones por parte de los granjeros y una reducción en los costos de producción. De mantenerse las actuales condiciones del producto “pollo” la cadena avícola prevé una especialización creciente en la región, dado que no se evidencian limitaciones para incrementar la producción.
Sin embargo, las mayores exigencias del mercado externo producirán dificultades para los productores primarios debido al volumen de inversiones que se requieren y a los márgenes de ganancia con que cuentan. A su vez, éstos tienen escasa capacidad para estructurar formas colectivas de reclamos y puntos de vista, y poca participación e influencia en las decisiones del sector avícola. Esta situación determina la debilidad de los granjeros frente a los frigoríficos, “nosotros somos criadores de pollo mientras el frigorífico nos dé pollos para criar”, señaló un productor. Cualquier tipo de experiencia asociativa, de fundación de alguna cámara que agrupe a los productores, siempre recibió el desaliento por parte de los miembros dominantes de la cadena. En contraposición, los frigoríficos no sólo se han agrupado en cámaras desde hace muchos años, sino que también se ocuparon de la organización de diferentes eventos y contactos con el sector gubernamental, como así también de promover la presencia en los medios de comunicación.
Tal vez, una de las mayores dificultades radique en los mecanismos y estrategias que deberán desplegar los frigoríficos para dinamizar el entramado productivo de los agentes primarios en pos de que éstos realicen inversiones tendientes a desarrollar mayor capacidad de crianza y mejores estándares de calidad y tecnología.
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El sistema agroalimentario argentino tuvo en los últimos veinte años un gran desarrollo, que se tradujo en una contribución significativa al ingreso de divisas al país y al empleo. En la actualidad, se lo considera uno de los sectores más dinámicos de la economía.
La incorporación del cielo raso, de cortinas laterales, ventiladores y campanas de gas favorece el manejo de la temperatura tanto en invierno como en verano, lo que posibilita aumentar la carga animal y disminuir la mortandad.