Una noción general y aceptada del ruido lo define como “todo sonido no deseado”. Desde el punto de vista urbano, la presencia excesiva de fuentes emisoras de ruido es considerada como contaminación ambiental. La ciudad de Córdoba posee una población cercana al millón y medio de habitantes -la segunda en densidad poblacional después de Buenos Aires- pero nunca realizó ningún estudio metódico y sistemático de sus condiciones acústicas.
> Leer también: Ruido blanco.
Es por ello que la Defensoría del Pueblo de la provincia firmó un convenio con el Centro de Investigaciones Acústicas y Luminotécnicas (CIAL), de la UNC, para realizar un estudio cuyo objetivo, en esta primera etapa, es definir la situación acústica actual de la ciudad para impulsar actividades de gestión y control y, previamente, generar un marco normativo que regule la emisión.
Esta primera iniciativa -que contará con el asesoramiento de la Universidad Politécnica de Madrid- permitirá la generación de “mapas de ruido”. El proyecto integral implica mediciones objetivas (realizadas con instrumentos de avanzada tecnología en distintos puntos estratégicos de la urbe); evaluaciones por simulación (mediante un software que simula en base a determinadas variables); una evaluación “subjetiva”, efectuada por encuestas personales; elaboración de mapas, su verificación y validación en el campo y, finalmente, asesoramiento a las autoridades municipales para la generación de normas y ordenanzas. Se prevé que la etapa de recolección y confección de mapas sea completada en los próximos seis meses.
A bajar los decibeles
La metodología para llevar a cabo un estudio de este tipo en toda la ciudad requiere de instrumental y software de gran complejidad y costo. No obstante, los programas para simular las emisiones evitan que se hagan mediciones punto por punto, recogiendo datos “en el campo”, sobre las variables que intervienen en las emisiones de ruido, para luego simularlas y hacer proyecciones en el tiempo. Este tipo de trabajo será el primero en Argentina y uno de los pocos realizados en América Latina.
Arturo Maristany, director del centro universitario y uno de los autores del proyecto, explicó sus alcances a InfoUniversidades.
-¿Cuáles son las principales fuentes emisoras de ruido en las ciudades?
-Dependen del tipo de urbe. Pero en ciudades como las nuestras, las principales son el tránsito, fundamentalmente el transporte público. Sin embargo, la gente se queja más por fuentes particulares, como puede ser un vecino, una industria o los lugares de esparcimiento.
-Porque se naturaliza el ruido, aunque sea excesivo...
- Sí, y esto tiene que ver con el aspecto subjetivo y la costumbre. El ruido del tránsito es visto como inevitable, la gente lo admite. Y acostumbrarse es malo, porque es contaminante. Según los decibeles y la frecuencia, se puede pasar de una simple molestia a un daño auditivo, estrés, trastornos de sueño, entre otros problemas.
-¿Cómo están previstos los efectos del ruido en la población?
-El aspecto subjetivo está contemplado en términos de cómo reacciona la gente frente a emisiones que superan las normas y criterios nacionales e internacionales. Es decir, desde el punto de vista de la “molestia”. Cómo afecta a nivel físico y psíquico es un tema más complejo. Lo que detectamos es la cantidad de ruidos molestos. La Municipalidad tiene una base de reclamos que nosotros canalizamos y lo mismo ha hecho la Defensoría.
-¿De qué manera se inserta la problemática del ruido ambiental en la planificación urbana?
-Se relaciona con la zonificación y los usos del suelo. En relación a las zonas receptoras de ruido, las zonas emisoras y la compatibilidad entre ellas. Por ejemplo, en la planificación urbana se definen determinadas zonas destinadas a locales bailables, pero pegadas a ellas hay residenciales. Desde un punto de vista acústico, esto requiere una zona de transición que actúe para apantallar la zona emisora. Es decir, aparecen elementos nuevos. Lo que estamos intentando hacer es incluir una variable más en la planificación urbana, que se incorpore un aspecto adicional.
-¿Cuál es el marco legal para regular la emisión de ruidos?
-Normalmente son los municipios los que tienen que dictar este tipo de ordenamientos y, en el caso de Córdoba, no es muy amplio. Es uno de los hechos que motiva este trabajo. Actualmente existe una ordenanza que fija niveles máximos en un emisor particular que molestó a otro, pero no en la problemática general urbana. Por ejemplo, cuánto ruido puede emitir a la vía pública un comercio, industria, o el tránsito. En esto no hay control. Se podría generar un marco reglamentario a priori, copiándolo, pero no serviría, porque se requiere un diagnóstico para generar normas, las que deben ser progresivas, que vayan poniendo restricciones hasta llegar a un punto óptimo.
-Luego de la generación del mapa, ¿cómo continúa el monitoreo?
-El mapeo está relacionado con los recursos con que se cuente, porque en un primer momento realizaremos mediciones más o menos simultáneas, desarrolladas en el tiempo, verificaremos puntos, y luego se realizarán simulaciones.
-¿Qué parámetros se consideran para realizar las simulaciones?
-Todas las variables que pueden influir: densidad de población, densidad de edificado, tipo de calzada, números de vehículos, tipo de transporte, etc.
En el campo se verifican estos datos y luego se realiza la simulación, que indica una determinada situación. Pero después se debe validar esta información y medir cómo cambia según los días de la semana y las estaciones del año. Si los márgenes de error de esta comparación están dentro de lo razonable, significa que la simulación se adapta a lo real. Esto nos permite tomar una base de simulación y, de acuerdo a cómo se modifiquen las variables, proyectarla a un año, dos o veinte.
> Leer también: Software educativo sobre resistencia a herbicidas.
Esta metodología requiere muchos menos instrumentos e infraestructura. Pero como toda acción en planificación urbana, los resultados se visualizan en el largo plazo.