Las iniciativas en torno de estos recursos naturales intentan promover desde el espacio académico una formación en la temática. Participan de ésta docentes y estudiantes de la cátedra Introducción a la Enfermería y algunos profesionales de los Centros de Atención Primaria de la Salud de la ciudad de Rosario.
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En este marco, se realizaron cien consultas a asistentes de estos Centros, distribuidos en los cinco distritos en que está dividido el municipio de Rosario, y entrevistas en profundidad a informantes clave de los distintos barrios. De éstas surgió que la comunidad utiliza este tipo de plantas a partir de un saber que se transmite en el seno familiar y que circula en escenarios no convencionales como la escuela, el comedor, el vecindario.
Asimismo, es considerada una práctica más accesible, menos agresiva y que contiene una carga afectiva sanadora. “En la actualidad, esta práctica milenaria se está perdiendo o distorsionando, entre otras cosas, por la hegemonía del conocimiento científico y la complejidad de las prácticas tecnológicas”, afirma a Argentina Investiga la directora del proyecto, Mónica Tría y agrega que si bien los saberes tradicionales son reconocidos por la medicina para el cuidado de la salud, se requiere de una mayor profundización de los conocimientos sobre las propiedades de las plantas con valor medicinal.
Tría explica que las nuevas generaciones utilizan estas plantas pero de otra forma; las compran disecadas en la farmacia o las mezclan con otros medicamentos, lo que puede ocasionar algún daño. En este sentido, la investigadora cree que los equipos de salud deberían mirar y “aprehender” estos usos para un mejor cuidado de las personas.
Del relevamiento surge que la más utilizada es el “burrito”, para los trastornos digestivos, entendiendo como tales a los asociados con ingestas inadecuadas o por problemas de contaminación. En segundo lugar, aquellas que resultan agradables y producen satisfacción, ya sea en el mate o alguna infusión. En tercer lugar, aparecen las que cicatrizan heridas producidas por traumatismos y enfermedades sistémicas o metabólicas, así como alteraciones en la piel (infecciones, abscesos). Y, en cuarto lugar, las destinadas a problemas cardíacos (hipertensión, hipercolesterolemia, trastornos circulatorios).
“Las razones por las que la gente usa estas plantas están en estrecha relación con las condiciones de vida en las que se encuentran inmersos”, afirma Tría. Teniendo en cuenta este contexto, los médicos y enfermeros reconocen su importancia y las consideran prácticas de salud “más humanizadas” y que mejoran el vínculo con la naturaleza, pero no las prescriben. Entre los factores obstaculizadores mencionan la poderosa industria farmacéutica.
Los conocimientos que los profesionales de la salud poseen sobre las propiedades de estos recursos naturales no fueron adquiridos en su formación académica, sino a través de sus padres y abuelos como parte de un saber tradicional. Por esta razón, ellos mismos consideran necesario contar con una mayor capacitación sobre sus aplicaciones.
Un jardín medicinal
En este contexto surge la idea, desde la cátedra Introducción a la Enfermería, de curricularizar esos contenidos. En primera instancia, se elaboró un proyecto de extensión que consiste en el diseño de un jardín medicinal en la Escuela de Enfermería y en los centros de salud “Juan B. Justo” y “Esperanza”, de la ciudad de Rosario.
Los espacios fueron preparados por estudiantes y docentes de primer año, profesores de la carrera de Farmacia y el asesoramiento de un ingeniero agrónomo. El objetivo fue armar una especie de laboratorio, en el que se aprendan e incorporen saberes sobre diversas plantas y su correcto uso. Asimismo, los alumnos confeccionaron fichas técnicas y pósters con las características y valores de cada especie que plantan y los exhiben en la Facultad.
“No queremos que se pierdan esos conocimientos y que la acción de salud sea integral; que se pueda optar por un fármaco de la medicina científica, por una planta con valor medicinal o por ambos, pero que sean igualmente válidos”, sostiene la investigadora.
La Organización Mundial de la Salud apoya el uso de las medicinas tradicionales y alternativas cuando éstas hayan demostrado su utilidad para el paciente y representen un riesgo mínimo. Pero a medida que aumenta el número de personas que utiliza esas medicinas, “los gobiernos deben contar con instrumentos para garantizar que todos los interesados dispongan de la mejor información sobre sus beneficios y riesgos”, se afirma desde el organismo.
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Países como Brasil, Bolivia, México o Japón cuentan con legislación al respecto. En la Municipalidad de Rosario existe un Programa de Medicinas Tradicionales para capacitar a los equipos de atención primaria y que puedan incorporar estas prácticas.