Nota

Universidad Nacional del Sur - Departamento de Economía

11 de Enero de 2016 | 7 ′ 43 ′′

Política energética en Argentina, hacia un desarrollo sustentable a largo plazo

Qué tipo de fuentes de energía, para qué y para quiénes; y el rol de las universidades en la generación de conocimientos que permitan formular políticas energéticas de largo plazo son algunas de las cuestiones que aborda la doctora Carina Guzowski, especialista en economía de la energía. La investigadora señaló que “si bien Argentina cuenta con un elevado potencial para el desarrollo de fuentes renovables de energía, no ha logrado avanzar hacia un aumento en la capacidad instalada de generación”.

“Para formular la política energética de un país es necesario concebir al sistema energético como un sistema abierto que genera impactos socioeconómicos y ambientales, y también se encuentra altamente expuesto a los cambios que se suceden en los contextos institucionales y políticos”, señala a Argentina Investiga la doctora Guzowski.

Según reseña la investigadora de la Universidad Nacional del Sur, que también pertenece al Conicet y al Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur, “las políticas energéticas en Argentina han variado en forma significativa en las últimas cinco décadas, en el marco de cambios respecto de la concepción del modelo de Estado. Sin embargo, cuando se estudia la evolución energética se ve que en todos los períodos se propulsó la inserción del gas en los usos residenciales, industriales y de generación eléctrica, principalmente por ser una fuente energética segura y de menores impactos ambientales respecto de otros combustibles fósiles. Sin embargo, esta política no estuvo acompañada en los últimos 20 años por el diseño de medidas eficaces para expandir las reservas de gas y lograr que sean suficientes para sostener una demanda creciente”.

Guzowski, además, tuvo a su cargo en la UNS el proyecto de investigación “Políticas públicas aplicadas a los sistemas energéticos ambientales”, dedicado a analizar el rol de las mencionadas políticas en lo que respecta al consumo de energía y sus implicancias sobre el desarrollo socioeconómico y el medio ambiente, y realizó su doctorado bajo el tema “La gestión de los mercados de generación eléctrica en la región sudamericana: la especificidad del caso argentino”.

“En los noventa el sector energético en Argentina estuvo dominado por decisiones tomadas en forma exclusiva por el mercado. Sin embargo, a partir de 2002, se evolucionó hacia una mayor intervención del Estado en la planificación y gestión de los recursos energéticos”. Aun así, explica que “esto no ha resuelto los problemas del sector porque esa solución se encuentra íntimamente relacionada con las características que presentan las cadenas productivas en Argentina, muy vinculadas entre sí (cadena productiva eléctrica imbricada con la del gas y la de los hidrocarburos) y a problemas institucionales sistémicos de difícil resolución en el corto plazo, ya que implica la discusión de nuevos marcos regulatorios e institucionales”. También, señala que algunas condiciones del entorno se han mantenido a lo largo de los períodos analizados, lo cual dificulta el éxito de las políticas energéticas: debilidad y fragmentación institucional, quiebre en las condiciones contractuales, falta de acceso al crédito o falta de estabilidad en los marcos regulatorios.

“En la actualidad, Argentina tiene una matriz energética fuertemente sostenida por los hidrocarburos (88%), y una importante dependencia del abastecimiento de gas importado que se ha sostenido con una política de subsidios focalizada en el sector transporte y el sector energético”, explica la especialista. “Como señalaba, lo anterior es el resultado de una política energética que impulsó la penetración del gas en la oferta primaria de energía y que ha conducido a que el 60% de la capacidad instalada de generación eléctrica provenga del equipamiento térmico que quema en su mayoría gas”, agrega la economista.

Según detalla, esta situación tiene implicancias sobre el desarrollo económico y hace necesario replantear la situación actual, la estructura del sector y realizar un diagnóstico y cuantificación de las posibles consecuencias. Este tipo de análisis requiere comenzar por estudiar la relevancia de los sistemas energéticos en las estrategias de desarrollo nacionales y los elementos principales que afectan dichos sistemas, así como de la comprensión de los factores determinantes de las políticas energéticas.

Desde su enfoque, “un sistema energético se encuentra conformado por cadenas energéticas altamente vinculadas entre sí, donde el impacto de una determinada política sobre una cadena genera repercusiones inmediatas sobre otros eslabones de la misma cadena y sobre otras cadenas productivas energéticas. Desde esta perspectiva quien elabora y ejecuta la política debería tener en cuenta entonces esta interdependencia intrínseca, característica distintiva del sector”.

Por otro lado, analiza que el mundo se encuentra iniciando una transición energética en la cual el cambio climático aparece como un factor diferencial, y se suma a los factores tecnológicos y de precios presentes en otras transiciones energéticas. Esto es lo que impulsa hoy el desarrollo de las fuentes nuevas y renovables de energía (FNRE), que requieren de un gran apoyo de los Estados. Según dice Guzowski, éstas deben ser diseñadas en el marco de políticas energéticas globales que las enmarquen y que se proyecten teniendo en cuenta las condiciones específicas del entorno.

“Concretamente, las fuentes renovables de energía vinculan a las políticas de eficiencia energética y si bien Argentina cuenta con un elevado potencial para su desarrollo, no ha logrado avanzar hacia un aumento en la capacidad instalada de generación”. En este contexto, sostiene que “las políticas de promoción de renovables han tenido problemas de diseño y contextos no propicios. Los instrumentos puestos en funcionamiento para promocionarlas no lograron superar las barreras, y las condiciones del entorno no fueron favorables. Así, quedaron emplazadas en la generación distribuida para los mercados dispersos o aislados, donde también existen problemas de implementación. Puede decirse entonces que existen los instrumentos de promoción pero lo que falló es la ejecución. Por otro lado, se observa falta de sinergia entre la política energética y la política ambiental en el contexto de las políticas de mitigación de cambio climático”.

Por lo mencionado, “la elaboración y discusión de la política energética es fundamental para encontrar el camino hacia la elaboración de estrategias que promuevan el desarrollo integral del sector, teniendo en cuenta que la política sectorial forma parte de otra política más general y transversal a todos los sectores. Sin embargo, el establecimiento de la política energética es una condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo del sector. Se considera que debería darse como condición necesaria la estabilidad institucional y de los marcos regulatorios”, analiza.

Como conclusión, Guzowski detalla que “la formulación de la política energética en Argentina debería insertarse en una política de desarrollo nacional de largo plazo, en la que deberán responderse dos cuestiones clave: ¿energía para quién?, y ¿energía para qué? Para la resolución de estos dos interrogantes deberían impulsarse acciones interdisciplinarias orientadas a generar, vincular y transferir los conocimientos desde la universidad hacia el plano público- privado de manera de lograr un impacto significativo en los sectores sociales y productivos que se encuentren relacionados con el consumo, la producción, la distribución y la transmisión de energía y hacia quienes tienen la tarea de elaborar las políticas energéticas nacionales”.

Producción Periodística:
Marcelo C. Tedesco

Responsable Institucional:
Marcelo Tedesco
Karina Cuchereno
Universidad Nacional del Sur

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