Así nació FUNGICOR, un proyecto de negocio que plantea transformar los residuos de cosecha forestal regional con agregados de valor para producir hongos comestibles con destino gastronómico.
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La propuesta de producción se focaliza en una especie puntual de hongo, la conocida como Gírgola (Pleurotus ostreatus), de alto valor nutricional por contener gran cantidad de vitaminas A y C. Además de ser comestibles, las gírgolas se alimentan en base a materia orgánica muerta, raíces y restos de pasto. El hongo transforma los restos de materia en insumos para desarrollar su ciclo de vida.
La idea y el plan de negocio pertenece a los estudiantes de Ingenería Agrónoma Sergio Rigueresman Vitarello, Daniel Pérez y Javier Pérez, la estudiante de arquitectura Paula de los Santos y el ingeniero agrónomo Mauro Gamarra.
De acuerdo a la investigación realizada por el equipo, el hongo en cuestión es uno de los organismos más eficientes para la degradación de celulosa de nuestras fuentes de madera. La producción de gírgolas ofrece al productor una serie de ventajas sobre otras alternativas. En primer lugar, realizará una diversificación de cultivo (en forma paralela a la forestal) con una serie de ingresos a lo largo del año y no de manera estacional.
Por otra parte, sería una tarea complementaria a realizar por el personal de la planta, de manera de evitar que esté abocado únicamente a ciertas actividades. Y lo más importante es que se estaría ofreciendo al mercado un alimento ecológico que amplía la oferta gastronómica. Está más que claro que los hongos no son de consumo masivo en la región ni en el país, pero la propuesta viene acompañada de un plan para generar un cambio progresivo en ese sentido. En lo concreto e inmediato el destino del producto sería el exterior.
Proceso
La producción de gírgolas surge de un protocolo elaborado por el equipo con una serie de pasos y teniendo en cuenta algunas consideraciones puntuales. Los residuos de la cosecha forestal son apilados fuera de la planta de procesamiento. De ahí son sometidos a un chipeado o triturado para reducir el volumen en el caso de que hubiese ramas.
Ese paso permitirá que el hongo aproveche mejor los nutrientes para su desarrollo. La materia orgánica reducida se esteriliza con vapor y presión en una autoclave. En el paso siguiente toman protagonismo lo que el equipo denominó “unidades cultivadoras” consistentes en un cilindro adaptado con capacidad de 5 kg.
Esas unidades contendrán el sustrato esterilizado al que se le inocularán las esporas del hongo que se desea producir. El sustrato sembrado con las esporas es trasladado a una cámara de incubación donde se le provee determinadas condiciones de humedad, temperatura y luminosidad.
En una primera etapa el hongo empieza a alimentarse creciendo e infectando el sustrato, en una segunda, y bajo otras condiciones, se desarrolla aún más y genera la parte que es comestible de sus cuerpos.
Todo el proceso hasta la cosecha de los hongos, lleva aproximadamente un mes. Tras la investigación realizada y comprobada posteriormente en laboratorio, este grupo de emprendedores universitarios determinó que es “factible producir gírgolas utilizando un proceso natural, eficiente y sin la necesidad de que el productor deba efectuar una gran inversión”.
Ahora bien, ¿por qué gírgolas y no producir otra especie de hongos? Por su rusticidad, plasticidad nutricional y el tipo de desechos de la zona, las gírgolas son las que mejor se ajustan a los criterios de producción. También podrían producirse hongos Champiñon (Agaricus bisporus), pero tienen la particularidad de ser más sensibles en su nutrición y hay que proporcionarle ciertas condiciones al sustrato que lo genere. El rendimiento promedio calculado es de 15-40 kg por cada 100 kg de sustrato húmedo utilizado.
FUNGICOR es una idea de negocio que tuvo como marco académico un concurso de innovación impulsado por la Agencia de Innovación y Desarrollo (AGENTIA) que la Universidad Nacional del Nordeste posee. Es una de las tantas actividades que la institución sostiene como política estratégica para introducir la formación emprendedora en el ámbito universitario. De manera lúdica en algunos casos, o también como parte de los programas de estudios, se ponen al alcance de los estudiantes los conocimientos necesarios para desarrollar emprendimientos innovadores a partir de sus intereses y capacidades.
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Este grupo de universitarios mostró su satisfacción por haber brindado una propuesta concreta que puede derivar en un plan de negocio que podrá ser implementado. Son conscientes de que están viviendo nuevos paradigmas en lo económico y en lo productivo. Hay demandas laborales para las cuales no hay una formación específica. Les espera un futuro en el que el trabajo en equipo, de manera interdisciplinaria, generará proyectos productivos y fuentes laborales. La universidad ya forma ese perfil de profesional haciendo más actual que nunca eso de que “el futuro es hoy”.