Ante el fenómeno del cambio climático y el aumento de las lluvias intensas que en los últimos meses afectaron seriamente a distintas ciudades del país, un equipo de científicos de la Facultad de Agronomía se aboca al estudio de las terrazas verdes como una alternativa para controlar el escurrimiento del agua en la ciudad, que ayuda a mitigar el impacto de las inundaciones y, en algunos casos, permite retener hasta el 100% de los milímetros caídos.
> Leer también: Software que anticipa las inundaciones.
Héctor Rosatto, docente del departamento de Ingeniería Agrícola de la Facultad de Agronomía, destacó a Argentina Investiga la alta capacidad de retención que posee este tipo de tecnología, al mostrar los resultados de tres años de estudios, en los cuales los techos verdes lograron retener entre el 70 y el 100% con precipitaciones de alrededor de 20 mm. Cuando alcanzaron entre 35 y 40 mm, los porcentajes máximos de retención se ubicaron en el 65%. Si bien con 90 a 100 mm ese porcentaje cayó del 25 al 35%, el investigador afirmó que continúa siendo un número importante, frente al escurrimiento total.
Además de contribuir con la disminución del agua que fluye por los desagües fluviales y desemboca en los ríos (estén o no entubados), las terrazas verdes también impiden que el sol impacte directamente sobre la loza de los edificios y, por lo tanto, permiten reducir la temperatura de las viviendas. Esto se traslada a una baja en el consumo de energía que, a largo plazo, también llega a compensar la inversión que demanda la construcción del sistema. Otros de los beneficios que tienen las terrazas verdes o eco terrazas residen en que duplican o triplican la vida útil de una terraza al eliminar la contracción y expansión de la superficie por la exposición al sol y los cambios de temperatura. Además, aumentan el valor de la propiedad, filtran el polvo y la contaminación, reducen el efecto de la isla de calor y mejoran la calidad del aire, afectada por el tránsito.
“Estudiamos dos profundidades de sustratos, con parcelas de poca altura, diseñadas para edificios que no previeron la sobrecarga de una terraza verde, y otro modelo con un sustrato mayor, que permitiría establecer un mejor desarrollo de la vegetación, para edificios que fueron construidos contemplando en su loza la incorporación de estos sistemas”, explicó Rosatto.
Los estudios de la Facultad de Agronomía comenzaron hace tres años, en el marco de una línea de trabajo que incluye el manejo de suelos y aguas en cuencas mixtas (rurales y urbanas). Las investigaciones también involucraron el estudio de la calidad del agua que se drena desde las terrazas verdes al desagüe pluvial, y la pérdida de nutrientes en las parcelas.
Marta Bargiela, otra de las investigadoras que participó del estudio, señaló que “la filtración de partículas en suspensión (otro beneficio atribuido a las terrazas verdes) también influye en la calidad del agua, porque puede incluir contaminantes como metales pesados que están en el aire y que, con la lluvia, pueden trasladarse a los cursos de agua”.
El grupo de estudio también evaluó cómo las lluvias lavan los nutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas, y encontró que las parcelas con mayor profundidad lograron retener más los coloides orgánicos. Como contrapartida, los sustratos menos profundos tuvieron un mayor escurrimiento y, en los casos de parcelas tratadas con agroquímicos, afectaron la calidad del agua drenada.
Al respecto, Rosatto afirmó que las concentraciones que se obtuvieron en el agua de drenaje con componentes de un hormiguicida aplicado fueron superiores a las tolerables para la vida acuática. “Para mitigar este impacto pensamos implementar un tanque de retención para el tratamiento del agua, que degrade ese componente tóxico antes de que llegue al río”, dijo Bargiela.
Bajo la dirección de Rosatto, el equipo de investigadores estuvo compuesto por Daniel Laureda, Maia Meyer, Damián Pérez, Laura Cazorla y Gustavo Villalba, egresados de la licenciatura Planificación y diseño del paisaje (dictado entre las facultades de Agronomía y Arquitectura de la Universidad), Nadia Mazzeo, licenciada en Ciencias Ambientales de la Facultad de Agronomía, y Marta Bargiela, investigadora de la cátedra de Química analítica, entre otros. Si bien son una novedad en la Argentina, las terrazas verdes llevan varios años de historia en otros países, y algunas de las experiencias son muy cercanas, como la de México, por ejemplo, adonde Maia Meyer viajó recientemente para capacitarse y presentar los trabajos generados en el marco del proyecto UBACyT (financiado por la Universidad) en congresos internacionales, con muy buena recepción.
En la ciudad de Buenos Aires existen algunas experiencias de edificios que emplean estas tecnologías y sistemas de certificación que avalan construcciones sustentables. Según los investigadores de la Facultad de Agronomía, aquí las terrazas verdes podrían instalarse de manera planificada y vincularse con otros espacios verdes en corredores urbanos que conectan parches de vegetación, sobre todo en zonas céntricas urbanas, donde no se pueden implantar nuevos árboles.
> Leer también: Físico de la UNNE estudiará el cambio climático.
“Creemos que esta tecnología tiene un futuro muy interesante en nuestro país, pero que debe hacerse sobre bases sólidas” aseguró Rosatto, y agregó: “Es necesario desarrollar nuevos materiales, como los que se utilizan para la impermeabilización, y ampliar el conocimiento en el ámbito académico para transferirlo con éxito a la sociedad”.