El aroma de una flor, la corteza de un árbol, el crecimiento de una plantación: las cualidades de los productos son una combinación entre el trabajo de la mano de obra y las características innatas de la especie. Estas particularidades, fenómenos propios de la genética, en relación con la geografía y con el tipo de cultivo, son las bases de una investigación cuyos principales objetivos son establecer parámetros de conservación y preservar los recursos genéticos originarios de nuestro país, dentro de un ámbito dominado por empresas extranjeras.
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“El proceso usual es que una empresa tome un recurso, realice algún tipo de investigación o desarrollo, industrialice las cualidades de la especie o logre otras propiedades. Y cuando un productor nacional quiere usar ese recurso genético, que nos pertenece, debe abonar una patente”, explicó Patricia Hashimoto, directora de la investigación.
Nuestro país se encuentra en el puesto 25 de biodiversidad mundial, por lo que son evidentes las particularidades que presentan los productos en suelo nacional.
La iniciativa surgió en el Instituto de Floricultura y contó con financiamiento del gobierno japonés, a través de un grupo de trabajo que recopiló un informe sobre los recursos genéticos de las plantas con valor ornamental en el país.
“Recorrieron en más de treinta viajes casi toda la república, y pudieron observar las variedades en florística. Ese fue el primer paso, y nosotros continuamos con el análisis y la clasificación”, comentó Hashimoto.
La floricultura es la disciplina de la horticultura orientada al cultivo de flores y plantas ornamentales en forma industrializada para uso decorativo. Se diferencia de la jardinería en tanto que abarca emprendimientos de producción masiva de plantas. Según datos del INTA el 99% de la producción nacional de flores se consume en el mercado interno, que es el mayor de América del sur junto con el brasileño.
La investigación, que también cuenta con la participación de Alberto De Magistris y Fabiana Rodríguez, se halla en una etapa clasificatoria en la que los profesionales realizan un análisis exploratorio. “Se observan las características de la planta a nivel natural, se la pone en condiciones de cultivo y se observan los comportamientos. Es un trabajo que lleva muchos años”.
Más allá de tratarse de un proceso lento, ya se registraron casos paradigmáticos de biodiversidad, como el del jacarandá con dos floraciones al año, considerado una particularidad en floricultura. Al mismo tiempo, se realizaron caracterizaciones para el lapacho y se patentaron otras variedades que, según los docentes, representan beneficios para el productor local.
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Hashimoto destaca las consecuencias que puede tener en la producción de herbáceas y leñosas un estudio de estas dimensiones: “Con una domesticación se puede llegar a vender la muestra que se trae de un determinado lugar, pero no toda la especie. Por ahora, la táctica de cualquier especialista que trabaja en recursos genéticos del país es no revelar la ubicación geográfica de las muestras, para evitar la sobreexplotación”.