Investigadores buscan conocer el impacto de los distintos programas de promoción de la lectura en la región a través del relevamiento de distintas experiencias. El objetivo es brindar herramientas que permitan planificar “políticas educativas, socioeconómicas y culturales” para “mejorar la participación ciudadana y combatir la exclusión de las comunidades más vulnerables”.
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“El resultado de estos programas en la comunidad se evalúa a través de las expresiones de los participantes, su adhesión a este tipo de actividad y el número reciente de personas que participa y a la vez multiplica la experiencia en otras comunidades”, explica a Argentina Investiga Nélida Mosquetto, quien lidera el proyecto.
El estudio se realiza desde 2010 en ámbitos de lectura no formales. Los espacios de lectura tradicional se encuentran en las casas y la escuela, donde los jóvenes desarrollan gran parte de la interacción con los libros, los espacios de lectura no tradicionales están compuestos por lugares como las sociedades de fomento, las plazas, las cárceles, los paradores, los clubes o los lugares que promueven actividades no relacionadas con los libros.
La experiencia toma en cuenta lo que se denomina contexto social complejo. Estos espacios se caracterizan por su escasa disponibilidad de oportunidades para desarrollar la lectura. Es un ambiente cerrado tanto cultural como socialmente, el cual está marcado por la falta de capacidad de innovación de los propios actores sociales que lo habitan, producto del abandono o la exclusión por parte de los organismos de control. Según la investigadora, “la palabra escrita estaba orientada a grupos sociales vinculados con el poder, mientras el pueblo era mantenido al margen del proceso alfabetizador. Con esta investigación buscamos romper con ese precepto”.
El equipo de trabajo realiza una investigación de acción participativa. “Pudimos relevar las diversas experiencias a través de visitas donde entrevistamos a los participantes, también llevamos adelante registros de observación y narrativos, como fotografías y filmaciones”, detalla la investigadora.
La importancia de esta iniciativa radica en que este tipo de investigaciones y relevamientos permiten generar “hipótesis que remiten a la revisión de la política educativa de los contenidos curriculares, las estrategias y técnicas didáctico-pedagógicas utilizadas para la enseñanza de la lengua y la formación de los docentes para que las mejoras se puedan llevar a cabo”.
En ese sentido, Mosquetto destaca que para estimular la formación de una cultura lectora “se deben crear las condiciones necesarias”. “Para que un niño se forme como lector, el aula y la escuela misma deben transformarse en comunidades de lectores. Se debe ofrecer variedad de material que le permita conocer diferentes géneros, autores, editoriales”, sostiene y agrega: “Es necesario que se creen distintas situaciones: escuchar leer al maestro, leer solo, en silencio o con un compañero, y respondiendo a distintos propósitos: para estudiar, informarse, por placer”.
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A partir de este proyecto, las cátedras participantes, correspondientes a las carreras de Psicopedagogía y Ciencias de la Educación, realizan talleres, seminarios y encuentros con docentes de la región en los cuales se comparten experiencias orientadas a la comprensión lectora.