La formación orquestal, un ámbito donde se construye subjetividad.
Para que la existencia humana no se transforme en un conjunto coherente de acontecimientos es necesario movilizar a los sujetos hacia actividades que promuevan la autoestima y la autonomía. Como se explicita en el Informe UNESCO para la Educación en el Siglo XXI, se trata de lograr “el despliegue completo del ser humano en toda su riqueza y en la complejidad de sus expresiones y de sus compromisos: individuo, miembro de una familia y de una colectividad, ciudadano y productor, inventor de técnicas y creador de sueños”.
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La experiencia del arte permite el reencuentro con la belleza, la creatividad y la espiritualidad, y construye un camino de comprensión de uno mismo y del mundo. En ella se desarrolla y afianza un pensamiento individual, pero a la vez solidario y responsable.
La Conferencia Interamericana de Políticas Culturales con y para la Infancia y la Juventud señala la importancia de que la región iberoamericana incluya espacios y estímulos necesarios para fomentar la creatividad, la participación y el disfrute por parte de los chicos.
En este contexto se implementa el proyecto “Prácticas artísticas y experiencia humana”, en el que intervienen prestigiosas universidades y centros, como la Universidad Charles De Gaulle de Lille 3, la Universidad de París 8, la Universidad de Rennes, la Universidad de Nice-Sophia-Antipolis, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad Nacional de Lanús y el Centro Andino para la Educación y la Cultura (Tilcara).
En nuestro país, la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación propone “contribuir a la integración de los niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad mediante la formación de orquestas infantiles y juveniles orientadas a favorecer el desarrollo de las capacidades creativas y el acceso a los bienes simbólicos”.
Como afirma el Dr. José Antonio Abreu, presidente y fundador del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, “la orquesta es una sociedad, una comunidad. Participar en ella es vivir una experiencia social y, por lo tanto, ética; porque la relación con el otro refleja valores y conceptos que se refieren al sujeto en interacción con los demás, en el seno de una sociedad modelo, cuya esencia es la concertación; porque orquestar es precisamente concertar”.
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La observación de las orquestas infanto-juveniles de Argentina, como espacios culturales y sociales, permitirá identificar la práctica artística, en este caso el “hacer música”, como impulsora del desarrollo del hombre.