La carne es uno de los principales alimentos que se comercializa en el país. Su consumo, además de ser necesario por su aporte nutricional, tiene un alto porcentaje de comercialización, ya que es uno de los ingredientes principales de una de las comidas tradicionales del país.
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Un grupo de investigadores de la Facultad de Química Bioquímica y Farmacia de la Universidad Nacional de San Luis estudia el control de la calidad en carnes argentinas que se exportan. La investigación apunta a analizar particularmente el pelo del vacuno para determinar el consumo de anabólicos. El pelo del animal mantiene mucho más tiempo los metabolitos (molécula utilizada, capaz o producida durante el metabolismo) y residuos de los anabólicos.
Realizar estos estudios es importante porque la mayoría de los anabólicos son perjudiciales para la salud de la persona que consume la carne. “Entre los síntomas de las personas se pueden detectar náuseas, taquicardias, efectos a nivel del sistema nervioso central y en algunos casos dependiendo de la droga, pueden afectar de manera cancerígena a la especie humana”, explicó a Argentina Investiga el codirector del proyecto, Franco Bertolino.
En la actualidad la industria bovina se ve intrínsecamente afectada por el estado de las carnes y la búsqueda por solucionarlo ocupa un lugar importante. En este contexto, los estudios científicos se suman a la tarea de producción y desarrollo alimenticio.
“Cuando los animales pasan a engorde, generalmente lo que se hace es ponerles anabólicos para que aumenten la masa muscular y a su vez hormonas para que (en el caso de los machos) dejen su instinto de reproducción, poniendo en primer lugar su ansiedad por alimentarse. Cuando la carne llega al mercado, el procedimiento que ha tenido anteriormente el animal, hace que estemos comiendo algo que no es natural”, explicaron los investigadores.
Todos los pasos que incluye la metodología de investigación se realizan en los laboratorios de la Universidad y del Instituto de Química San Luis (INQUISAL). Según explican los científicos, los ensayos de rutina que se hacen en forma convencional son a través de equipamientos altamente costosos.
Este grupo de investigación utiliza una metodología mucho más económica y sencilla como es el empleo de un biosensor (instrumento para la medición de parámetros biológicos o químicos). “Hacer nanotecnología y desarrollo son proyectos caros”, explicó el director, “nuestro objetivo es hacer investigación aplicada y con transferencia. Queremos sentir que somos útiles para la sociedad con nuestro aporte desde la ciencia”.
A mediados de 2014 el equipo obtuvo el primer puesto en los premios que otorga el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria a proyectos de Investigación, Transferencia y Comunicación en Sanidad, Calidad e Inocuidad Agroalimentarias, por su trabajo sobre biosensores electroquímicos nanoestructurados para la determinación de ultra trazas de drogas anabólicas en muestras de origen bovino.
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El grupo es dirigido por el doctor Julio Raba e integrado por los doctores Franco Bertolino; Germán Messina; Martin Fernández-Baldo; Sirley Pereira; Viviana Spotorno del INTA Buenos Aires y el Farmacéutico Matías Regiart.