Históricamente, la luz natural fue la principal fuente de iluminación interior. Pero el desarrollo de la iluminación fluorescente marcó el fin de esta era y el nacimiento de otra, dependiente de la energía eléctrica. Desde el punto de vista del diseño y la ergonomía ambiental, un grupo de especialistas de la UNCuyo lo explica así: de una dependencia de la distancia a las ventanas para la realización de cualquier tarea diurna en un interior, se pasó a la total independencia del emplazamiento del edificio con el ambiente exterior, lo que redunda en importantes consumos energéticos y tecnológicos.
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Pero en un momento crítico en materia energética como el que vivimos hoy, es necesario aprovechar la luz del sol. Y para ello, el equipo de investigadores diseñó un sistema de iluminación natural que utiliza principios ópticos para que los materiales transmitan, redirijan o difundan la luz solar y la luz del cielo al interior de una habitación con el objetivo de iluminarla durante el día.
“Necesitamos revisar las prácticas y las teorías de diseño de iluminación del hábitat ya que actualmente la respuesta tecnológica masiva para iluminar es la luz artificial. Esta realidad se ha transformado en un hecho culturalmente aceptado: durante el día, cuando tenemos que utilizar nuestra vista en un espacio interior, accionamos un interruptor”, comenta a InfoUniversidades Andrea Pattini, directora del equipo de investigación.
Los profesionales diseñaron dos sistemas de iluminación natural: uno que aprovecha la luz que ingresa por las ventanas exteriores, pero que controla el sol directo que incide sobre el vidrio y, evitando el deslumbramiento, redirige los rayos solares hacia el interior produciendo una iluminación natural difusa y otro que tiene como función llevar luz natural a un interior que no posee ventanas mediante el uso de lumiductos, es decir, tubos que por un sistema de captación de luz natural en su interior, la transmiten al espacio por medio de un difusor.
“Los sistemas de control de luz solar de uso actual no prevén un análisis previo de su rendimiento lumínico, por lo que queda claro que no se estima con anterioridad a su diseño, selección e instalación, cuál podría ser el porcentaje de ahorro energético”, dice Pattini. Y esto es clave en regiones como Cuyo, donde el clima luminoso diurno tiene un máximo de días de cielo con sol. Este sistema se puede aplicar a cualquier tipo de construcción, pero el equipo de Pattini lo pensó para los edificios públicos que se usan durante el día. “La iluminación natural permite una mejor calidad de luz y ahorros en energía eléctrica”, sentencia.
Más luz y “confort térmico”
“Consideramos que generar respuestas desde el sector científico-tecnológico para iluminar más eficientemente un espacio de uso diurno con luz natural es por completo pertinente en países periféricos”, reflexiona Pattini. La investigadora recuerda que su propuesta es acorde a la del Estado, que incentiva la reconversión de las lámparas incandescentes por las de bajo consumo en los hogares. “Estamos preparándonos para proponer la reconversión de la luz artificial por sistemas de iluminación natural. No desaconsejamos las lámparas de bajo consumo, sólo que aseguramos que durante el día no son necesarias, ya que la cantidad de luz natural en nuestra región es suficiente como para iluminar en cantidad y calidad un espacio interior con un buen diseño de iluminación natural”.
Además de reducir el consumo de electricidad, los científicos encuentran otra ventaja con este sistema: si las ventanas de un espacio se diseñan adaptando su posición y orientación teniendo en cuenta el clima de la región, pueden proveer “confort térmico” en invierno y en verano. Como la luz del día sólo tiene un tercio de contenido del calor que genera la luz eléctrica, Pattini dice que controlando esa luz natural en el verano se disminuirá la temperatura en los interiores durante la estación más calurosa, ya que no se usa la luz eléctrica. En tanto que en el invierno, proponen redirigir la radiación solar para calefaccionar mejor los ambientes.
Luego de su análisis en laboratorio con mediciones luminotécnicas, la propuesta se convirtió en un modelo de edificios bioclimáticos que se aplicó en algunas escuelas de la provincia, a través de un convenio con el gobierno de Mendoza. Ahora, se espera que pueda ser aplicada en otras dependencias públicas en las que es urgente disminuir el consumo energético.
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“Es importante mencionar que la tecnología propuesta debe estar acompañada con una campaña de educación en temas energéticos ambientales, ya que el hábito de ingresar a un espacio e inmediatamente encender la luz artificial, aún en presencia de luz natural, está hoy en día incorporado en nuestra cultura”, concluye Pattini.