En el marco de un proyecto de investigación de la Licenciatura en Ciencias del Ambiente, co-dirigido por el doctor Diego Birochio y del que también participan el doctor Sergio Abate y la licenciada Marina Winter, se alcanzaron resultados preliminares que coinciden con varias publicaciones en el resto del mundo, según las cuales debiera controlarse y estudiarse el jabalí como reservorio de diversas enfermedades contagiosas. Los investigadores, quienes trabajaron en conjunto con diversos organismos oficiales (SENASA, INTA) pudieron observar que los jabalíes son portadores de especies bacterianas responsables de enfermedades como la brucelosis y la leptospirosis.
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El jabalí –cuyo nombre científico es Sus scrofa– es un suido originario de Europa, introducido en la provincia de La Pampa con fines cinegéticos a principios del siglo XX; en 1924 y 1926, algunos individuos fueron trasladados a la provincia de Río Negro. Desde entonces, con la fuga de algunos animales, su presencia se ha registrado en gran parte del territorio nacional. Los efectos del jabalí sobre el ecosistema original son negativos; se lo considera responsable de la transmisión de enfermedades que pueden afectar al hombre y otros animales, incluso a los de importancia pecuaria, generando así graves perjuicios en la salud pública y el sector productivo. Según señalaron los especialistas a Argentina Investiga, entre las enfermedades con las que S. scrofa tendría alguna vinculación se encuentran la trichinelosis, la leptospirosis, la brucelosis, la tuberculosis, la aftosa y la enfermedad de Aujeszky.
La brucelosis es la zoonosis bacteriana de mayor distribución mundial, causada por diferentes especies del género Brucella, que además de afectar al hombre, genera abortos, partos de cachorros débiles y trastornos reproductivos varios en los cerdos domésticos y silvestres. En la actualidad, se encuentra incluida en un programa nacional de control y erradicación a cargo del SENASA, por lo que resulta de utilidad conocer el papel epidemiológico del jabalí en mantener y transmitir esta patología a otros animales susceptibles de interés productivo como el cerdo doméstico. En este sentido, y considerando el marco del Plan Estratégico Alimentario Nacional, conocer la prevalencia de brucelosis en jabalíes resulta de suma importancia.
La leptospirosis es una enfermedad producida por una bacteria que puede ingresar al hombre principalmente por el inadecuado manejo sanitario de desechos metabólicos de animales de producción, silvestres y mascotas; y/o contaminación de efluentes con desechos animales: orina y heces. Por lo tanto, el punto de partida para la diseminación de la leptospirosis es la presencia de un portador. Entre los mamíferos, los roedores, los porcinos y los caninos son sus reservorios más importantes. En consecuencia, contar con información válida representa un aporte sustancial para la comprensión de la persistencia de la enfermedad en el ámbito silvestre. En el mismo sentido, resulta relevante el logro del aislamiento y el análisis de las características genotípicas de los aislamientos para construir un mapa de la distribución de la variabilidad genética de Leptospira spp., a partir del examen de la diversidad genética y las relaciones de los brotes que surgen en el sur argentino.
Finalmente, cabe mencionar a la trichinelosis, enfermedad zoonótica causada por nematodos parásitos del género Trichinella que circulan entre los cerdos domésticos y los animales silvestres; el ser humano contrae la enfermedad por el consumo de carne poco cocida o embutidos. En Argentina, la trichinelosis representa un problema importante para la salud pública, con infecciones reportadas en 18 provincias. En la provincia de Rio Negro existen zonas donde la prevalencia de trichinelosis es tan elevada que ha generado la toma de medidas sanitarias puntuales para preservar la salud pública. Con el empleo de la técnica de digestión artificial (1%pesina/ 1%HCl), por el que se somete entre 10 y 100 gramos de tejido muscular, aún no se han registrado casos positivos por parte de esta investigación. Sin embargo, se ha obtenido una prevalencia del 8,33% en sueros analizados (la serología no se considera un método confirmatorio).
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Dado que se trata de una especie valorada como presa de caza mayor en la Patagonia norte y que si bien no se cuenta con datos cuantitativos, la carne de jabalí es consumida con bastante frecuencia, lo que puede contribuir en forma significativa a la economía de algunas familias de escasos recursos. Este es otro de los motivos por lo cual es importante aportar al conocimiento de la circulación de estas y otras enfermedades infecciosas y parasitarias en la población de jabalíes de la Patagonia noreste.