En 2013 en Argentina se aplicaron más de 300 millones de litros del herbicida. (Foto: noticias.exactas.uba.ar)
El uso del glifosato es promovido a escala global por su inocuidad, sin embargo en la actualidad existe un amplio debate sobre las consecuencias biológicas de su aplicación, en función de distintas evidencias que demuestran efectos nocivos para el desarrollo animal y humano. Estudios científicos recientes revelaron que las formulaciones que contienen glifosato producen efectos citotóxicos y alteran la constitución del ADN a dosis menores a las que el ser humano se halla expuesto. Sin embargo, hasta el presente no existen estudios con respaldo científico que demuestren el potencial efecto de herbicidas a base de glifosato sobre el sistema nervioso de mamíferos durante períodos tempranos del desarrollo.
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Este es el punto de partida para el trabajo que dirige Silvana Rosso, investigadora adjunta de Conicet y profesora del Área Toxicología de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario, del que participa la licenciada en Biotecnología Romina Coullery, becaria de Conicet. En su trabajo, buscan evaluar los efectos tóxicos del glifosato específicamente sobre el desarrollo y función del sistema nervioso de mamíferos expuestos durante el período de gestación.
“Para llevar a cabo este proyecto realizamos estudios in vivo en modelos animales que se exponen al herbicida y experimentos in vitro directamente con neuronas del cerebro de embriones de ratas y los tratamos con distintas dosis”, explica Rosso a Argentina Investiga. Para esto, utilizan dosis que están por debajo de la graduación a la que se expone el ser humano en los espacios donde se aplica el herbicida, y dichas graduaciones están 100 veces debajo de la dosis letal 50, que es el índice de referencia cuando se lleva a cabo un estudio de toxicidad.
En una primera etapa, las investigadores realizaron un estudio in vivo -que ocurre o tiene lugar al interior de un organismo determinado- en animales para poder identificar si existían signos de neurotixicidad. “Lo que hicimos fue exponer a ratas durante el período gestacional, tratamos a las madres preñadas en contacto con el glifosato y después evaluamos los signos de toxicidad en los neonatos que fueron expuestos durante la gestación”, detalla la investigadora.
Los primeros resultados arrojaron que los neonatos presentaban signos de toxicidad a nivel del sistema nervioso, dado que manifestaron alteraciones en las respuestas reflejas, alteraciones en la capacidad locomotora y en la capacidad de aprendizaje. “A partir de estas evidencias, nos interesó poder identificar el mecanismo de toxicidad, saber por qué se producen estas alteraciones a nivel del sistema nervioso”, para lo cual recurrieron a cultivos aislados de células neuronales obtenidas del cerebro de embriones y dieron paso al estudio in vitro.
Esas neuronas en cultivo fueron tratadas con el herbicida para luego ser estudiadas sus características morfológicas a través de técnicas bioquímicas y de microscopía. Lo que pudieron observar fue que “las células tratadas con el herbicida muestran un desarrollo más lento que las células no tratadas, pero no son células que se mueren. El glifosato en las dosis estudiadas no produce letalidad, por lo menos en los tiempos de tratamiento estudiados. Sin embargo, las células muestran un retraso marcado en su desarrollo, están como detenidas en el tiempo. Una neurona que tiene cuatro días de cultivo, morfológicamente es una neurona de uno o dos días, y eso es muy importante para tener en cuenta”.
La alteración en el desarrollo de esas células no es menor porque, según las investigadoras, la funcionalidad del cerebro depende del grado de madurez de las ramificaciones de las neuronas, de la capacidad de hacer contacto una neurona con otra. “Si una neurona tiene el desarrollo alterado, si no madura, no va a ejercer su función sináptica y entonces la integridad de los circuitos neuronales -que son los que regulan la función del sistema nervioso- va a estar marcadamente afectada”.
“Esa afectación se traduce en efectos a nivel de la polarización neuronal, que es la generación del axón, lo que permite la transmisión de los impulsos nerviosos, de información de una neurona a otra. Lo que vemos en una neurona tratada con glifosato es que tarda en desarrollar ese axón y cuando lo desarrolla, éste es muy corto y muy poco ramificado”. Además, en neuronas tratadas con el herbicida durante cuatro días observaron que generan un árbol dendrítico pobremente desarrollado, con un bajo nivel de complejidad.
En una etapa siguiente, y atendiendo a otro de los objetivos que se propone la investigación que dirige Rosso, se busca examinar la relación que podría existir entre el mecanismo de acción de este herbicida y las vías de señalización de factores de crecimiento que son esenciales para el desarrollo embrionario. “Nos pusimos a estudiar la vía de señalización de los factores que cumplen un rol clave durante el desarrollo embrionario, que se denominan proteínas Wnt, y lo que pudimos ver fue que el glifosato afecta la expresión y función de estas proteínas”.
Extrapolar la experiencia al ser humano
El interrogante central que emerge a la luz de estos resultados es si esos efectos pueden ser similares en grupos poblacionales en contacto con herbicidas a base de glifosato. Para Rosso, “es muy complejo extrapolar, porque la situación en la que está un ser humano es muy diferente a la que puede estar una neurona, un animal de experimentación que tenemos en un laboratorio. Siempre tratamos de usar dosis que se puedan extrapolar, pero esto es muy complejo porque una persona en el campo junto a la amplitud de variables que allí tienen lugar, es inmensa”.
Sobre esto, la investigadora remarca la necesidad de ser rigurosos en el estudio de estos procesos, sin alimentar una polémica que muchas veces se aleja de aquello que los estudios científicos aún no han podido demostrar, pero conociendo que muchos están en ese camino.
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“Lo que se hace es tener cuidado con las dosis a usar, porque si uno hace un estudio y aplica dosis inmensas habrá efectos tóxicos. Lo que podemos saber, a partir del empleo de dosis menores a las letales es si el contacto con el herbicida en neuronas de ratas expuestas durante el período gestacional resulta potencialmente neurotóxico, nada más. Por eso, en este momento no podemos decir que una determinada patología humana es consecuencia de la exposición al glifosato. Se pueden hacer estudios epidemiológicos sobre poblaciones expuestas, pero vincularlos directamente con el herbicida es muy difícil y no es correcto, tiene que haber evidencias claras” concluye Rosso.