En la Argentina no existe una fuerte tradición cultural sobre el consumo de hongos silvestres, debido a que no forman parte importante de la dieta de la población; aunque, en los últimos tiempos, muchas personas han comenzado a demostrar interés en su consumo.
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La región del nordeste argentino no escapa a esa realidad y, a pesar de ser una de las áreas del país con una gran riqueza de hongos, aún se encuentra poco explorada y son escasas las especies conocidas. La falta de aprovechamiento de los hongos está dada por las dudas respecto de su comestibilidad y al poco conocimiento disponible, sobre todo, de hongos silvestres comestibles. Es por esto que, desde el Instituto de Botánica se inició un trabajo para dar a conocer especies comestibles colectadas en los últimos años en diversas regiones del NEA. Para ello, se realiza un relevamiento de especies nativas e introducidas, que fueron colectadas en las provincias de Misiones, Corrientes y Chaco.
Los hongos o setas son, en realidad, sólo el aspecto visible de las especies fúngicas, es decir su “fructificación”, su cuerpo vegetativo está formado por una intrincada red de filamentos extremadamente finos llamados hifas, cuyo conjunto constituye el micelio que crece en el suelo o dentro de la madera de los que obtienen las sustancias nutritivas. La verdadera función del hongo es la de producir las diminutas esporas que permitirán la propagación de nuevas colonias.
“Los especímenes son analizados según la metodología convencional para el estudio de los hongos, por lo que fueron fotografiados y descriptos macroscópicamente in situ y luego, secados. En el relevamiento se ilustra cada ejemplar y se hacen comentarios sobre su utilidad. En algunos casos se los compara con especies semejantes consideradas también de importancia por ser comestibles o tóxicas” explicó a InfoUniversidades el autor del proyecto, Nicolás Niveyro.
Sobre los resultados logrados hasta el momento, comentó que de las más de 170 especies de hongos Agaricales o “con sombreros” identificadas en la región NEA, han sido encontradas 12 que son consideradas comestibles con diferentes valoraciones de palatabilidad, así como 2 especies tóxicas que pueden ser confundidas con especies comestibles. De estas últimas, cuatro ya eran conocidas en la región, dos han sido recientemente publicadas para Corrientes y Misiones, en tanto que seis especies no habían sido encontradas en el área, hasta el momento.
Niveiro explicó que las especies comestibles halladas revisten diferentes grados de calidad, desde Amanita caesareae, una de las setas mas codiciadas en el mundo, a otras de poca aceptación. Sólo algunos de los hongos identificados son bastante conocidos por los pobladores locales.
También se registraron cuatro especies nativas, aunque la gran mayoría de las comestibles que conocemos en la actualidad son cosmopolitas o introducidas desde Europa. Respecto de las dos especies tóxicas citadas en la investigación, “Chlorophyllum molybdites” produce trastornos gastrointestinales severos y puede ser confundida con especies comestibles de “Macrolepiota”. Otra de las especies tóxicas “Amanita muscaria” produce trastornos nerviosos y puede llegar a ser confundida con la especie comestible Amanita caesarea, al perder su coloración y las verrugas blancas que presentan. “Ambas especies tóxicas, según la cantidad ingerida y la persona, pueden llegar a ser mortales, lo cual se acentúa porque pueden confundirse con ejemplares que sí son comestibles” resaltó el investigador.
Es importante destacar el trofismo o forma de nutrición de cada una de las especies comestibles, ya que se encontraron especies creciendo sobre madera en descomposición, terrícolas, y especies micorrícicas que se nutren de plantas y, a la vez, les aportan nutrientes. Las especies micorrícicas, Lactarius deliciosus y Suillus granulatus, pueden ser consideradas un importante recurso para la región, porque a estos hongos se los inocula a los árboles de interés forestal para que los nutran y, de esta manera, mejore la calidad de la futura madera; aunque no es común que se aprovechen los hongos asociados a las especies que se implantan.
“La idea de conocer los hongos comestibles es potenciar su uso social como alimento, productivo y hasta comercial” señaló Niveiro, y ejemplificó que en el campo hay personas que insumen hongos como alimento y que en supermercados de la zona se consiguen algunos hongos de la región, como el hongo del Pino. En nuestro país se realizan trabajos sobre el cultivo de especies silvestres para su utilización comercial, para complementar el consumo de los conocidos “shitake”, “girgola” y “champiñón”.
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Los hongos silvestres pueden constituirse en una explotación sencilla y familiar de bajo costo. Además del uso productivo de los hongos como fijadores de nutrientes para especies vegetales, es posible su utilidad como comestible, siempre y cuando se esté seguro de su comestibilidad o que se conozcan bien las especies.