Desde la sede del Campus Universitario, el Instituto se dedica a la investigación, transferencia y servicio a terceros en las áreas de biotecnología, con el trabajo de 18 investigadores del Conicet, UNaM y también becarios.
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Una de las líneas de investigación es la biorremediación, un proceso que utiliza microorganismos, hongos, plantas o enzimas derivadas para limpiar los sitios contaminados y, de esa forma, recuperar un espacio que fue dañado por la acción del hombre y, a su vez, aprovechar los recursos naturales.
Por ejemplo, actualmente un equipo trabaja en un convenio con Cooperativa Citrícola Agroindustrial Limitada de Leandro N. Alem. “Estamos tratando el efluente con bioabsorbentes. Aplicamos los hongos para que puedan degradar los contaminantes; entonces, de esa manera, actuarían como un filtro biológico para el efluente", define la Dra. María Isabel Fonseca, investigadora adjunta del CONICET y directora del Instituto.
Otra área es la de ingeniería genética. “Tratamos de producir más enzimas que tengan aplicaciones biotecnológicas introduciendo, por ejemplo, genes que son de otro organismo”, explica la investigadora. Una de estas enzimas se aplica en el sector ambiental y puede degradar varios compuestos aromáticos que son contaminantes.
Además, otro equipo incursiona en la industria alimentaria, trabajando otra enzima para modificar la estructura del pan y que se intentará aplicar específicamente en el pan para celíacos para que sea más agradable al consumirlo.
¿Por qué trabajar con hongos?
Según las investigadoras, los hongos son de fácil crecimiento en Misiones. “Estos hongos son degradadores de la madera. Pueden degradar otros componentes lignocelulósicos, como residuos (por ejemplo bagazo de caña de azúcar, aserrín de pino y eucalipto) que en las industrias se acumulan y, cuando ya no hay más lugar para almacenarnos, se incineran ya que no tiene ningún valor agregado. Entonces, lo que hacemos es usar esos residuos para que el hongo se alimente y así obtener productos y servicios tecnológicos de manera sustentable. Así combinamos las enzimas y los residuos, dos cosas que abundan en Misiones”, define la Dra. Mónica Lucrecia Barchuk, becaria posdoc PDTS y coordinadora área Extensión y Comunicación del InBioMis.
"Hay autores que dicen que sin los hongos la vida en el planeta no sería posible”, comenta Barchuk, y añade que “tienen muchísimas propiedades y, además, actualmente los temas estratégicos de nuestro país están vinculados con el desarrollo de tecnologías blancas o limpias. Entonces, usar un organismo nativo de la Provincia, que uno lo aísla acá, de fácil mantenimiento y que lo puedas hacer crecer en un residuo de una industria local, y además tenga una aplicación biotecnologica medicinal, alimenticia, bioremediación y biocombustible, claramente son líneas estratégicas".
En este sentido, una investigación que avanza en el InBioMis es la producción de bioetanol, a partir del bagazo de caña de azúcar utilizando hongos de Misiones. Un estudio que cuenta con el financiamiento de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) y que tiene el objetivo de transferir esa tecnología a la azucarera San Javier.
Con una mirada puesta en la salud, otro equipo busca principios activos en los hongos. “En una de las líneas buscamos enzimas fibrinolíticas, que sean producidas por hongos nativos de la Provincia para, en un futuro, poder hacer un fármaco que pueda ser aplicado en terapias, por ejemplo, en una de las enfermedades más abundantes como las cardiovasculares”.
En la misma línea, se trabaja en el estudio y caracterización de hongos comestibles que contengan alto contenido de antioxidantes y sean favorables a la salud.
Otra gran línea de investigación es la de control biológico, en la que se buscan organismos que puedan atacar insectos, las plagas principalmente en la yerba mate y la mandioca, y así ofrecer una solución a los productores misioneros.
También avanza la investigación de biofertilizantes y ya hacen ensayos a campo con muy buenos resultados. "Lo que se hace es aislar bacterias que tengan propiedades como factor de crecimiento en la yerba mate y favorezcan el crecimiento de esta planta".
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A su vez, un equipo estudia el desarrollo de biosensores y se trabaja con enzimas para detección de pesticidas: “la idea es generar un sensor en donde va estar la enzima adherida y podrá detectar si hay plaguicidas”.