Por sus dimensiones -sus alas pueden llegar a medir hasta 19 centímetros-, Ascalapha odorata es una de las especies que provoca mayor desconcierto. Inofensiva, pero confundida con murciélagos y asociada a la ocurrencia de desgracias, esta mariposa suele ocultarse en los techos de las viviendas para refugiarse de la luz del día.
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Entre sus ojos y enrollada sobre sí misma tienen una espiritrompa -estructura bucal parecida a una lengua-, que extienden para succionar los fluidos de frutas fermentadas o en descomposición. También consumen la savia de los árboles cuando pueden extraerla de alguna rama quebrada, y en ocasiones, suelen beber el néctar de flores que se abren de noche.
En su estado larval, la oruga de Ascalapha odorata mide hasta siete centímetros y se alimenta de plantas de la familia Fabaceae, de las que existen varias especies nativas en Córdoba, como por ejemplo la Acacia. De todos modos, no tiene una dieta exclusiva y hay una gran diversidad de plantas en el arbolado de la ciudad, capaces de brindarle los nutrientes necesarios.
Sobre la inusual presencia de estos ejemplares en zonas urbanas durante el verano, Adriana Zapata, docente e integrante del Centro de Investigaciones Entomológicas y del Museo de Zoología de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales señala a InfoUniversidades que aún ningún estudio científico explica los motivos de la masiva proliferación en esa época, pero la hipótesis más fuerte apunta a la demora en la llegada de las lluvias.
“En general, estas mariposas comienzan a emerger en octubre y lo hacen en forma paulatina hasta el otoño. Esto sucede todos los años, pero este verano la tardanza en la llegada de las lluvias atrasó su salida. En realidad no hubo una invasión, sino que aparecieron todas juntas en un breve período de tiempo después de las tormentas”, agregó la investigadora.
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En la actualidad, el Grupo de Investigación y Conservación de lepidópteros Argentinos (GICLA) de la UNC estudia la diversidad y ecología de ésta y otras mariposas.