La mancha bacteriana es una enfermedad distribuida en todas las zonas del mundo donde se cultiva tomate, causada por diferentes especies del género Xanthomonas y se la considera amenazante ya que ocasiona la reducción en el rendimiento y pérdida de calidad en el producto cosechado. Para combatirla se utilizan productos químicos que, al aplicarse de manera prolongada y excesiva pueden generar problemas, que van desde la aparición de bacterias resistentes hasta la contaminación ambiental.
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Para que se desarrolle una enfermedad, deben existir tres factores: patógeno, hospedante y ambiente. “Esa interacción es fundamental, porque puede haber patógeno y ambiente predispuesto, pero sin hospedante susceptible la enfermedad no se genera”, explicó la investigadora, Verónica Felipe. Con el objetivo de contribuir al conocimiento acerca de la inmunidad de los cultivos de tomate frente a bacterias fitopatógenas y caracterizar la respuesta vegetal inducida por microorganismos benéficos, analiza una serie de alternativas para utilizar como nuevas estrategias de control de la mancha bacteriana en el tomate a partir de la utilización de “microorganismos benéficos como inductores de resistencia”.
Esta investigación propone “encontrar alternativas de control de Xanthomonas vesicatoria, una de las especies causantes de mancha bacteriana que, desde el punto de vista agronómico, es la que genera grandes pérdidas en el cultivo cuando lo afecta”. Según la investigadora, “existen un gran número de bacterias en el suelo beneficiosas para las plantas”. De allí que el equipo de investigación trabaja en diversas líneas tendientes al desarrollo de bioinsumos.
“En mi caso, estoy enfocada en el estudio del uso de microorganismos como inductores de resistencia sistémica”, puntualizó. Sobre este aspecto, amplió: “Las plantas pueden protegerse frente a patógenos mediante la activación de mecanismos de defensa, porque presentan genes que codifican numerosas armas químicas, que son eficientes e impiden o disminuyen el daño causado. Entonces, queremos ver si lo que inoculamos del suelo activa estas armas químicas”.
Para ello, estudiará nueve bacterias que fueron aisladas de un muestreo realizado en el cinturón verde de Villa María y Villa Nueva. “Son aislamientos de bacterias provenientes de la rizosfera de cultivos de tomate sanos, que fueron seleccionados para este estudio porque encontramos, in vitro, su potencial efecto antagónico frente a un amplio espectro de fitopatógenos”, detalló.
En la obtención de los microorganismos benéficos consideraron que “aquellas plantas de tomate que se encontraban sanas podrían ser porque en la rizosfera había presencia de microorganismos generando resistencia al ataque de patógenos”. De todos modos, puede estar sana porque tenía un efecto positivo por la presencia de la bacteria o porque el patógeno no estuvo en el campo. “Para corroborarlo, lo primero que hacemos es desafiarlo con el patógeno luego de inocularlo con las bacterias que tienen efecto in vitro, y si la planta no se enfermó es porque efectivamente la bacteria produce resistencia sistémica”, remarcó.
Alimentación saludable
En la actualidad, existe una tendencia internacional hacia el consumo de alimentos saludables. Esto hace que el tema elegido por Felipe no sólo sea de interés agronómico, sino también social. “El objetivo principal de la investigación es la identificación y el desarrollo de inductores biológicos capaces de activar la resistencia a los patógenos en especies vegetales de interés agronómico”, expresó.
Además, el uso de microorganismos benéficos es considerada una de las alternativas más prometedoras para la prevención y tratamiento de enfermedades de manera sustentable.
En una primera etapa experimental, realizada por Felipe en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, generaron las condiciones para que exista la enfermedad, luego de inocular al suelo con el microorganismo benéfico, y los primeros resultados indicaron que hay un control en un porcentaje de alrededor del 60 por ciento en algunos casos.
A partir de ahora continúa esta etapa experimental en los invernaderos de Villa María. Cabe destacar que en la hipótesis se plantea que las rizobacterias “reducen los niveles de mancha bacteriana causada por la Xanthomonas vesicatoria y que la actividad inmunoestimulante, desencadenada por las rizobacterias, interviene en la interacción del patógeno con el hospedador en este tejido estimulando la resistencia sistémica inducida”.
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El trabajo se realizará durante dos años y es dirigido por Ana María Romero, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), y co-dirigido por el docente de la UNVM e investigador, Pablo Yaryura. El desarrollo de la investigación se lleva a cabo en el Centro de Investigaciones y Transferencia Villa María (CIT-VM), unidad de doble dependencia entre la casa de altos estudios local y el organismo nacional.