Los investigadores apuestan a generar conciencia del riesgo y a adoptar buenas prácticas.
Existe una alta prevalencia de accidentes y enfermedades transmitidas por animales entre los profesionales de la medicina veterinaria; sin embargo, su percepción del riesgo ocupacional es baja. Así lo reflejó un trabajo llevado adelante por investigadores que encuestaron a cerca de 100 veterinarios de la zona centro -oeste de la provincia de Santa Fe. Los resultados arrojaron que los mayores riesgos laborales en la práctica de la medicina veterinaria se vinculan al trabajo con grandes animales, al tránsito con vehículos -relacionado al trabajo en el campo- y a la posibilidad de contraer distintas zoonosis por contacto con fluidos de los animales.
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El trabajo indagó en la frecuencia de los accidentes y enfermedades entre los profesionales de la región; también se registró la frecuencia de incapacidad laboral y del uso de elementos de protección. De acuerdo con los datos obtenidos, la quinta parte de los encuestados sufrió al menos un accidente grave a lo largo de su trayectoria profesional. El 28,7% padece, o ha sufrido en algún momento de su carrera, una enfermedad zoonótica. La más frecuente es la brucelosis y le siguen la toxoplasmosis y la leptospirosis. Además, el 53,2% tiene en la actualidad alguna patología atribuible al ejercicio de la profesión.
“Quisimos estudiar los riesgos de la actividad ganadera porque no hay muchos datos disponibles y son escasas hasta el momento las investigaciones al respecto. Sí existen en relación con la agronomía y los agrotóxicos, pero no ocurre lo mismo con el manejo de animales”, explicó a InfoUniversidades Héctor Tarabla, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Veterinarias y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Los mayores riesgos
Las heridas más frecuentes entre los veterinarios encuestados fueron punzaduras, hematomas y contusiones. La manipulación de agujas en animales de más de 500 kilos pone en riesgo al médico que en no pocas ocasiones se hiere a sí mismo. Así lo manifestaron siete de los participantes del estudio que se autoinocularon. “Cuando se trata de una vacuna de brucelosis, por ejemplo, ingresa una cepa viva en el cuerpo del veterinario. Es una cepa atenuada pero no deja de enfermar”, recalcó Tarabla. Según las cifras publicadas, el 75,5% de los encuestados sufrió accidentes laborales el último año, de los cuales el 6,4% fueron clasificados como graves. Ocho de cada diez accidentes ocurrieron durante la atención a grandes animales.
La clave: prevenir
Golpearse o lastimarse muchas veces se ve como algo inevitable y propio de la profesión, pero existen medidas preventivas simples que pueden cambiar en forma drástica la cantidad de accidentes tanto para los veterinarios como para toda la gente que trabaja con animales.
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“Gran parte de los accidentes puede prevenirse”, afirmó el especialista, y agregó que “el uso de elementos muy sencillos como guantes, botas o incluso el cinturón de seguridad a la hora de andar por los caminos rurales puede marcar una diferencia”. El desafío, entonces, tiene que ver con generar una mayor conciencia del riesgo y adoptar prácticas que hagan más seguro el trabajo de los profesionales de la salud animal. Esto se vuelve prioritario al constatar en la investigación que el 74,5% de los encuestados manifestó no haber recibido capacitación alguna sobre peligros ocupacionales.