La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que en la actualidad el virus de la rabia afecta a cerca de 150 países, principalmente de Asia y África. Para prevenirla, se inmuniza a los animales con vacunas basadas en virus inactivados, pero para su producción se emplea el virus activo, proceso que puede aparejar riesgos a quienes las fabrican. Sin embargo, investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) proponen un proceso novedoso y considerado bioseguro.
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A 130 años desde que Luis Pasteur usó por primera vez su vacuna contra la rabia basada en virus inactivados, científicos santafesinos producen un nuevo sistema de producción que, además, propone la optimización de los costos para llegar más fácil al mercado. “Hicimos este tipo de vacunas VLP (Virus Like Particles o Partículas Similares a Virus), pero también tenemos pensado trabajar en otras para hepatitis B”, contó a Argentina Investiga Claudio Prieto, del Laboratorio de Desarrollos Biotecnológicos y del de Cultivos Celulares, de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB).
Los ensayos con animales de experimentación hasta el momento fueron exitosos. “Ahora nos estamos enfocando en aumentar la escala de producción para ver si podemos llegar a una escala piloto. Distintas pruebas en diferentes laboratorios nacionales nos dieron que las respuestas son protectivas. De esta manera, podemos decir que la vacuna protege y es segura”, resaltó.
Prieto destacó que no existen vacunas similares para la rabia, aunque sí para papiloma o para hepatitis B y C, para citar dos ejemplos. Sin embargo, no son producidas en Argentina. De esta manera, el equipo busca establecer una plataforma de producción de vacunas a base de VLP, agregar más proyectos para otras patologías.
Vacunas innovadoras y bioseguras
Prieto destacó que las vacunas que producen en el laboratorio implican un proceso que las hace innovadoras y bioseguras. VLP significa que generan partículas similares a un virus mediante la producción de proteínas recombinantes en cultivos de células animales. Cabe aclarar que las proteínas recombinantes son las que se obtienen cuando se expresa un gen clonado en una especie o célula distinta de la original. La recombinación de genes en el ADN de bacterias es una de las posibilidades que ofrece la biotecnología para obtener proteínas humanas con fines terapéuticos. “Sería como un virus vacío, que no posee genoma y que puede ser usado como inmunógeno, ya que puede ser tomado por el sistema inmune y desencadenar una respuesta en el individuo vacunado sin que exista una infección, como ocurre en los casos de virus activos, que se encuentran en ‘estado salvaje’”, detalló el especialista.
“Modificamos el genoma de la célula productora para que exprese en forma constitutiva al menos uno de los antígenos del virus. De esa manera, se generan partículas vacías que provocan una respuesta inmune, pero no infectiva. No producen una enfermedad en el animal vacunado. Simulamos una infección viral con las partículas. Aportamos al sistema inmune toda la estructura para que dé lugar a la síntesis de los anticuerpos para una posible infección a futuro”, continuó.
A la vez, al no manipular virus en ninguna fase del proceso de producción, el personal involucrado no entra en riesgo de sufrir infecciones si existe un brote o un escape viral. Además, como no se generan virus no son necesarios procesos de inactivación de las vacunas para ser inoculadas. “Esto significa que son vacunas bioseguras”, afirmó.
Los procesos actuales de vacunas poseen el inconveniente de que comprenden una infección de un cultivo de células o de ratones lactantes, lo que supone un tiempo de caducidad. “Hay que infectar las células hasta obtener la progenie viral hija. Es un proceso finito, que dura entre 10 y 15 días, ya que una vez que la célula muere es imposible seguir produciendo vacunas. Sin embargo, nuestro proceso de producción es prolongado en el tiempo, una ventaja sobre el proceso habitual. Las células recombinantes que usamos producen continuamente sin morir. De esta manera es que optimizamos la producción y dura meses”, comparó.
Por otro lado, producir el antígeno de modo recombinante posibilita a los científicos generar vacunas para dos virus o bacterias distintos. “Si bien no es tan rápido llegar al producto final, este tipo de vacunas nos propicia más desarrollos. La idea es que los laboratorios lleguen a producir sin manipular patógenos en su estado salvaje”, finalizó.
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El de Prieto es un laboratorio premiado que desarrolla y produce proteínas recombinantes haciendo uso de la tecnología del cultivo de células animales. Se dedican a la producción de biofármacos y de bioterapéuticos. Desde hace unos años también iniciaron líneas de investigación relacionadas con el desarrollo de vacunas con partículas similares a virus.