Los hábitos alimentarios fueron investigados en las regiones Este y Oeste de Catamarca.
Argentina presenta un estadio avanzado de transición demográfica, epidemiológica y nutricional dentro del contexto de América Latina, ocasionado por el aumento de la esperanza de vida, la disminución de la natalidad y enfermedades infecto contagiosas. La transición nutricional se caracteriza por un alto consumo de carnes, grasas saturadas, azúcares refinados y un relativamente bajo consumo de fibras e hidratos de carbono complejos; aspectos de la dieta asociados con tasas específicas de morbi-mortalidad con ECNT.
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Las enfermedades del corazón, las cerebrovasculares y los tumores malignos constituyen las tres primeras causas de muerte en adultos mayores, lo que genera una carga sustancial no sólo para los sistemas de salud, sino también para las estructuras sociales y familiares, debido a la dependencia que producen. Paralelamente, los avances científicos descubren que los componentes nutricionales y estilos de vida son factores de riesgo responsables de muchos de estos problemas, independientemente de factores predisponentes. Por eso, la OMS promovió una política de investigación y difusión de conocimientos para asegurar a los adultos una función física, mental y social plena, prestando especial atención a la reducción de los factores de riesgo asociados con las ECNT a medida que se envejece, y al aumento concomitante de los elementos que protegen la salud, según se informó a InfoUniversidades.
Hábitos de alimentación
La manera en que un individuo o grupo humano selecciona, prepara y consume alimentos constituye los “hábitos de alimentación”. Estos son de naturaleza compleja y en su configuración intervienen múltiples factores, que se pueden dividir en dos bloques: los geográficos, climáticos, políticos, agropecuarios, económicos, de infraestructura y transporte, que influyen en la cantidad, variedad, calidad, tipo de alimentos disponibles y accesibles; y el que refiere a los factores que intervienen en la toma de decisiones y en la elección individual de alimentos en base a la oferta. Dentro de este grupo se destacan los aspectos psicológicos, sociales, antropológicos, culturales, tradiciones, nivel educativo, nivel de información y concientización sobre la salud, el marketing, la publicidad y los medios de comunicación, entre otros.
El Este y Oeste catamarqueños
Para llevar a cabo la investigación, se dividió el territorio en dos regiones socioproductivas: la región Este, que está integrada por los departamentos El Alto, Ancasti, La Paz y Santa Rosa (este último se excluyó del estudio por presentar características socioproductivas similares a los de la región Oeste), y cuya tasa de mortalidad vinculada con ECNT es de 40,40 por mil adultos mayores para el período 1999-2003. Su economía se basa en la actividad ganadera (bovinos y caprinos), producción agrícola en pequeñas parcelas con riego y actividad minera (extracción de no metalíferos).
A la región Oeste pertenecen los departamentos de Tinogasta, Belén, Santa María, Andalgalá y Pomán. Muestra una tasa de mortalidad vinculada con ECNT de 28,63 por mil AM para el mismo período. Presenta una importante producción y disponibilidad de frutas secas (nueces), frutas frescas y productos derivados como aceite de oliva y vino tinto; en menor proporción, frutales de pepita (membrillo) y carozo (ciruelo y damasco).
Los científicos estudiaron una muestra aleatoria de 135 adultos mayores de ambos sexos de las dos regiones y plantean que en la provincia la disponibilidad e ingesta de vegetales y frutas frescas, aceite de oliva y frutos secos, podría desempeñar un importante papel en la prevención de ECNT, sobre todo en las zonas productoras.
Patrones de consumo
Los resultados del estudio señalan que los hábitos alimentarios forman parte de la cultura de cada pueblo y se expresan generalmente como patrones de consumo. En el grupo de estudio se observó que los patrones de consumo están determinados por la disponibilidad regional de alimentos. La población de la RO selecciona alimentos más saludables que la de la RE, caracterizada por una mayor frecuencia de consumo diario y variedad de alimentos “protectores”, con capacidad antioxidante, como vegetales del grupo A y B, frutas frescas, legumbres, pescados enlatados, aceite de oliva y frutas secas, especialmente nueces, moderado consumo de lácteos y carne, procedentes de vacas y aves.
Si bien la ingesta general de alimentos de “riesgo”, ricos en carbohidratos simples y grasas saturadas, evidenció similares frecuencias en la población de ambas regiones, hubo porcentajes más elevados en la RE para los rubros pan con grasa, carnes (cortes grasos), azúcares y dulces. En consecuencia, los hábitos alimentarios de los adultos mayores de ambas regiones no expresarían evidencias suficientes para relacionarlos independientemente con morbi-mortalidad por ECNT.
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Asimismo, se postuló que los hábitos alimentarios adquiridos durante la infancia persisten en la edad adulta, por lo tanto es necesario implementar y/o dar continuidad a acciones comunitarias de promoción de una alimentación más saludable en etapas tempranas de la vida, que minimicen el riesgo adicional de mala salud y potencien las perspectivas de un envejecimiento activo y saludable.
Características socio-productivas de las Regiones de estudio.