El clima cálido y húmedo de la región es una de las condiciones que favorecen la producción agraria, pero también el ámbito ideal para la aparición de hongos y sus enfermedades relacionadas. Uno de los microorganismos más comunes e importantes es el denominado Cercospora kikuchii, responsable de las llamadas “enfermedades de final de ciclo”.
> Leer también: Hacia una “nutrición óptima”.
Investigadores están desarrollando un método con el que pretenden detectar de manera anticipada la presencia del hongo en los cultivos de soja. Se trata del diseño de estrategias tecnológicas que permiten obtener buenos resultados en el control de la enfermedad.
“Los ensayos son sensibles y específicos. Además, permiten un diagnóstico rápido y acertado de las enfermedades”, afirmó María Latorre Rapela, investigadora del Laboratorio de Microbiología General de la FBCB.
Hasta la fecha no se conocen equipos de este tipo para detectar la presencia del hongo. Por este motivo, en la actualidad la herramienta más común de prevención para el control es la aplicación de fungicidas en los campos cultivados.
“Lo primero que hacemos es estudiar el hongo, ya que se conoce poco acerca de sus características poblacionales en la soja de la zona. A partir de las muestras que recibimos, aislamos el hongo y analizamos las características genotípicas (estudio de la variabilidad genética mediante el uso de marcadores moleculares) y fenotípicas (estudio de las características morfológicas -color, pigmento y esporulación, entre otros)”, explicó Latorre.
La enfermedad
Las enfermedades de fin ciclo (EFC) son unas de las más frecuentes en los cultivos de soja. Ocasionan un gran deterioro en la calidad de la oleaginosa y disminuye su rendimiento.
Uno de los principales problemas ligados a estas enfermedades es que los síntomas se manifiestan de forma visible recién en etapas intermedias o avanzadas de la reproducción, cercanas al momento de la cosecha.
La Cercospora kikuchii es un fitopatógeno que produce EFC como el tizón de la hoja o la mancha púrpura en la semilla. Este microorganismo está ampliamente distribuido a nivel mundial y tiene una alta prevalencia en el territorio de Santa Fe y el resto de la región agroproductiva del país.
> Leer también: Pionero en Latinoamérica, abrirán un centro de enseñanza de Derechos Humanos.
La relevancia socioeconómica de estas enfermedades hizo que el trabajo de investigación de Latorre Rapela fuera reconocido por la Asociación Argentina de Micología. “La originalidad del proyecto reside en que uno de los objetivos es tratar de lograr una detección precoz de este tipo de hongo en la planta, para poder controlar las enfermedades que produce y disminuir las mermas”, indicó la investigadora.