Algunos de los integrantes del equipo de profesionales.
En época de crisis energética y serios problemas vinculados con la capa de ozono, las ideas para promover una nueva conciencia sobre el tratamiento de los residuos y la generación de energías alternativas amigables con el ambiente surgen con mayor asiduidad. En Mendoza, un grupo de profesionales y estudiantes construye un biodigestor que se instalará en una escuela técnica del Valle de Uco y convertirá los desechos en biogás y fertilizante.
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Según explica a InfoUniversidades el ingeniero Alexis Atem, “el digestor es un reactor biológico que básicamente sirve para transformar residuos orgánicos en abono. Estos biodigestores tienen mucho uso en países como China y la India, a nivel rural”.
El equipo trabaja desde febrero en el establecimiento de orientación agraria Julia Silva de Cejas, en Vista Flores, Tunuyán. Mediante la gestión anaeróbica de los desechos que la escuela produce -residuos del comedor y de las actividades agroindustriales- se busca producir biogás a la vez que obtener un fertilizante natural para los cultivos que se realizan en el establecimiento.
Los biodigestores son una alternativa interesante para nuestro país porque evitan el vertido de residuos sólidos que causan contaminación y grandes basurales. “Un biodigestor aislado no cambia mucho la realidad, pero varios digestores sirven para mejorar la gestión de los residuos -dice Atem-. Por eso elegimos una escuela, un medio adecuado para poder replicar la experiencia”. Con este tratamiento in situ de la basura, el equipo evita “usar terrenos donde tirar los residuos y el gasto de energía que implica el transporte. Se ahorra así energía y espacio”.
El biodigestor proveerá gas a los invernaderos de la escuela y al domicilio del personal que cuida el establecimiento. Pero, además, la propuesta tiene un contenido educativo de gran importancia, porque implica crear conciencia. “Hasta ahora todo lo que sucede es que sacamos la basura, pasa un camión y creemos que el problema se resolvió, y eso no es lo que sucede”, reflexiona Susana Llamas, coordinadora del equipo.
Los integrantes del proyecto se entusiasman con la potencialidad de este trabajo en el ámbito escolar: “Pensamos que la mejor tarea educativa, la mejor tarea ambiental es que en el mismo lugar donde se generan residuos, se consideren un recurso aprovechable como tal y transmitir esa percepción, esa conducta, a los núcleos familiares y a la sociedad”, dice Llamas.
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La ingeniera agrónoma Elisa Indiveri agrega: “La idea es que todo esto pueda replicarse en la zona, lugar donde hay muchas agroindustrias que generan una gran cantidad de basura”.Como parte de las actividades previstas por la propuesta, se realizarán talleres de capacitación e información con alumnos de nivel polimodal, porque “se comprometen y se interesan con las problemáticas ambientales”, explica Fernando Hernández, profesor de Geografía y encargado de las capacitaciones.