Un grupo interdisciplinario de investigadores se propuso colaborar con el medio ambiente, partiendo de la preocupación que genera para la agricultura y el medio el desecho de polietilenos y plásticos que no se degradan de forma natural (como los silobolsas que se utilizan para el acopio de cereales).
> Leer también: En Bahía Blanca los análisis ambientales serán automáticos.
El recubrimiento tradicional, con materiales derivados del petróleo, una vez que cumple su ciclo de vida útil perdura en el ambiente luego de ser desechado, generando contaminación y la alteración de los ciclos naturales de la vida animal y vegetal. Si bien puede reutilizarse en otras aplicaciones, el problema ambiental no se resuelve.
Los especialistas intentan reemplazar los materiales o polímeros sintéticos por biodegradables. Por ser de un material obtenido de fuentes naturales, renovables y biodegradables, como los biopolímeros, al finalizar su función puede ser depositado sin problema en los suelos ya que, con el tiempo, este los absorbe de manera limpia y sustentable.
En este caso, se trata de un biopolímero que se extrae de la cáscara de frutos cítricos a través del método de hidrólisis ácida o básica. “Se puede poner a hervir esa cáscara en un medio, en ciertas condiciones de pH y con métodos de extracción en los que te vas quedando sólo con el biopolímero”, explicó a Argentina Investiga la doctora María Guadalupe García, responsable de la propuesta.
La idea es lograr un manto que sea biodegradable, en la búsqueda de las mismas prestaciones que el sintético, que se obtenga de una fuente natural, renovable y que, incluso, está al alcance porque es un producto que se obtiene y produce en nuestro país.
Como grupo, además, se propusieron el desafío, en cuanto a la innovación, de que su producto no se presente en forma de rollo, como usualmente se hace o se vende con los sintéticos, sino a través de una generación in situ. El producto consiste en un componente sólido (pectina), que mezclado con agua y aditivos se transforma en una película cuando es rociado sobre el suelo. Esta película bloquea el crecimiento de la maleza. El kit contiene todos los elementos e indicaciones para que el usuario pueda prepararlo y aplicarlo de manera sencilla en su huerta con la ayuda de una máquina pulverizadora convencional.
“El biopolímero se disuelve en un solvente que es agua, o sea, que es cero nocivo ya que no tiene ningún tipo de toxicidad (…) Indica cómo prepararlo y después cómo aplicarlo para que se forme la película, porque sí necesitamos que se rocíe y, al cabo de un cierto tiempo, aparezca una película formada que se visualiza sobre la tierra (…) Se forma el manto y después se trabaja como si fuera una película de las sintéticas comerciales”, aclaró García.
Para su preparación, se disuelve el contenido del recipiente 1 en diez (10) litros de agua, una vez disuelto, se agrega el contenido del recipiente 2 y se mezcla. Para su aplicación, deberá verterse la preparación en un rociador, aplicar sobre el suelo de cultivo de manera continua y abundante cubriendo toda la superficie, para luego realizar las perforaciones en la tierra y colocar la semilla o el plantín.
“Cualquier persona a la que le guste hacer jardinería, un vivero, una huerta comunitaria, lo puede aplicar (…) Se formará una película in situ y se trabajará de la misma manera que con el cultivo de hortalizas. Se siembra la semilla, donde deberá hacerse un hueco en la tierra y donde sólo crecerá esa semilla, porque el resto estará cubierto por este manto que impedirá la llegada de la luz, por lo tanto, las malezas no van a lograr hacer la fotosíntesis y no crecerán (…) Si alguna de ellas lograra germinar y empezara a crecer, se encontrará con el impedimento mecánico de que tiene una película arriba”, dijo la investigadora.
Lo beneficioso del manto en sí es que impide el crecimiento de malezas sin el agregado de químicos, y eso en definitiva, favorece y promueve el cultivo y la producción de alimentos orgánicos (que hoy por hoy su valor encarece), con el agregado que eso tiene para personas embarazadas, gente que tiene alergias, grupos de riesgo y para la sociedad en general.
La idea es usar un polímero que sea biodegradable, con las prestaciones de los mantos sintéticos, pero además generarlo in situ, porque eso implica que no haya que modificar ningún tipo de maquinaria, ni comprar un dispositivo especial para colocarlo; con un simple rociador, aplicando la técnica de procedimiento de preparación y aplicación brindada se genera in situ. Pero, además, tiene otro beneficio y es que no se necesita recolectarlo después de la cosecha.
Los mantos sintéticos o de polietileno cumplen un ciclo de 90 a 120 días y después hay que removerlos porque ya están agujereados, o porque erosionaron con las condiciones climáticas y no pueden reutilizarse como tales, tienen que levantarse, arar la tierra y volver a preparar el terreno.
“En este caso, con Ecomanto, no haría falta ni siquiera removerlo, vos lo arás con la propia tierra porque es un componente que viene de la naturaleza de la cáscara de frutos cítricos, se biodegrada, incluso contribuiría al abono de la propia tierra, entonces lo arás junto con la tierra y volvés a armar tu surco, volvés a aplicar la película en forma de espray y arrancás con el ciclo de nuevo (…) Tiene muchos beneficios”, remarcó la investigadora.
Se ha pensado en distintas escalas de aplicación del proyecto. La primera, pequeña, sería a nivel hogar, también en huertas de escuelas, huertas comunitarias, viveros y escalar después a huertas más grandes, de gente que se dedique a producir hortalizas para la venta.
> Leer también: Convierten residuos urbanos en abono agrícola.
El kit se pensó para ser adquirido en distintos puntos de venta como comercios de venta de productos agrónomos, hasta los grandes supermercados en la sección de jardinería. “Si alguien quiere usar el manto para el control de malezas de su huerta puede adquirirlo directamente de la góndola”, concluyó la especialista.