“Las pequeñas y medianas empresas contribuyen a la economía de sus países, cualquiera sea el grado de desarrollo económico que éstos posean. Por eso, las universidades tienen responsabilidad en el desarrollo y consolidación de este sector, especialmente articulando los programas de docencia e investigación con sus verdaderas necesidades”, señaló a InfoUniversidades el magister Raúl Dichiara, profesor de la UNS, investigador del CONICET y compilador del libro “Requerimientos en educación e investigación superior de las pequeñas y medianas empresas”.
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El volumen reúne estudios de nueve instituciones académicas que integran el proyecto Alfa, de la Comunidad Económica Europea. Es una edición bilingüe castellano-inglés de 456 páginas, acompañada por un CD, que incluye trabajos de las universidades de la Frontera, de Magallanes y Técnica Federico Santa María, de Chile. También, de la Universidad de la Empresa (Uruguay), Politécnica Nacional (Ecuador), Linkoeping (Suecia), Rovira i Virgili (España) y Técnica de Berlín (Alemania).
“Hay opiniones divididas: algunos empresarios interpretan que los estudiantes creen que el mundo gira sólo a su alrededor, como si el académico prefiriera estar en un ‘espléndido aislamiento’; mientras que otros reconocen que existen potencialidades y conocimiento para relacionarse”, agregó. “Sin embargo, todos tienen el convencimiento de que la universidad tiene disposición para acercarse a las PyMES, pero desconocen si pueden hacerlo en tiempo y forma, lo que se considera decisivo para tender una relación de confianza”.
Por su parte, los trabajos aclaran que las instituciones académicas deben entender que la figura de una PyME es diferente a la de la empresa grande y estructurada. “Los profesores deberían tener en cuenta las características del empresario PyME, que generalmente ocupa muchas funciones y tiene una agenda muy cargada”, aseguró el magister. “Debido a su condición de ‘hombre-orquesta’ (que el empresario reconoce con orgullo), interactuar con pasantes o centros de enseñanza le permitiría un ordenamiento profesional de sus tareas, control de sus costos de operación, elaboración de manuales de procedimiento, incorporación se software, etc., especialmente a los que son autoformados”.
Pasantías y consultorías, dos eslabones
“El sistema de pasantías está bien difundido en Europa, pero no en América Latina. En el primer caso, los estudiantes se incorporan para analizar proyectos o realizar actividades que si bien sirven a la empresa, fundamentalmente colaboran con la formación del estudiante. En el segundo caso, muchas veces se ocupan universitarios sin que sus actividades tengan relación directa con la formación adquirida”. Según revela el estudio, sólo el 22% de las empresas de la región puso en práctica este sistema.
Orientadas a resolver problemas específicos, las consultorías permiten incorporar herramientas y técnicas que las PyMES no manejan. Según el entrevistado, son actividades que pueden organizarse desde la universidad como parte de alguna cátedra, o bien como trabajos de titulación. “El valor del resultado que se obtenga puede significar la incorporación del profesional una vez completada su formación, y la oportunidad del profesor para contribuir al desarrollo de su medio y establecer relaciones con la empresa”.
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Aunque las investigaciones señalan que tanto las pasantías como las consultorías técnicas tienen grandes potencialidades para elaborar soluciones comunes, “la situación actual obliga a replantear las relaciones y los procedimientos adoptados para cumplir los objetivos de las partes involucradas: empresa, universidad y, sobre todo, los estudiantes”, finalizó Raúl Dichiara.